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domingo, 6 de julio de 2025

THE BUZZER: ¿La radio del Juicio Final?

Una extraña señal de la era soviética lleva más de 40 años sonando. Algunos dicen que es un detonador nuclear. Otros, alienígenas. Nadie sabe quién está detrás.En efecto, en la frecuencia 4625 kHz, un zumbido mecánico sordo resuena sin cesar, día y noche, invierno y verano, a través de fronteras y décadas. El sonido es constante, casi hipnótico. A veces falla. Una breve pausa. Entonces, una voz emerge entre la estática: “Tengo 143 años. No recibo respuesta”.Luego, silencio. Y el bullicio se reanuda.Nadie se ha atribuido oficialmente la transmisión. No hay identificación de la estación, ni explicaciones, ni propósito confirmado. Pero ha estado transmitiendo, casi sin interrupción, desde finales de la década de 1970. Los radioaficionados de todo el mundo lo llaman The Buzzer (El Zumbador). Con el paso de los años, la señal ha inspirado una creciente mitología. Algunos creen que forma parte de un interruptor de emergencia de la era soviética: un sistema nuclear de último recurso diseñado para tomar represalias automáticamente si el liderazgo ruso es aniquilado. Otros piensan que podría ser una herramienta para comunicarse con espías, o incluso con extraterrestres. Las teorías van desde lo plausible hasta lo absurdo.Como todos los buenos misterios de la Guerra Fría, su verdadero poder no reside en lo que sabemos, sino en lo que no sabemos.Al igual que el pozo superprofundo de Kola (el verdadero proyecto de perforación ruso que inspiró leyendas urbanas sobre que habría captado “los sonidos del infierno”), The Buzzer vive en ese fértil crepúsculo entre los hechos y la ficción, el secreto y la especulación.En Occidente, la historia de la Guerra Fría suele estar bien documentada y desclasificada. Pero los experimentos de la era soviética permanecen sepultados bajo capas de mitos, rumores y un silencio deliberado. Esta opacidad ha dado lugar a un género único de folclore postsoviético: inquietante, atmosférico y profundamente cautivador.Y pocas historias lo ilustran mejor que aquella sobre una plataforma de perforación en la gélida tundra siberiana, un descenso a la corteza terrestre y un grito desgarrador desde el abismo.Una de las historias más perdurables de este oscuro canon surgió en línea a mediados de la década del 2000 y aún circula por todos lados. Según la historia, un equipo de científicos rusos que perforaba profundamente el permafrost siberiano descubrió algo inesperado. A profundidades sin precedentes - aparentemente incluso más allá de la Fosa de las Marianas - las temperaturas se dispararon drásticamente. Curiosos, introdujeron un micrófono resistente al calor en el pozo.Lo que regresó fue... antinatural. Gritos. Miles de ellos. Voces indistintas que clamaban de agonía, resonando desde las profundidades. Los científicos, según cuenta la historia, al darse cuenta de que estas provenían del mismísimo infierno, enloquecieron o huyeron del lugar horrorizados.La leyenda de "los sonidos del infierno" se convirtió instantáneamente en un clásico de Internet y en una tormenta perfecta de paranoia de la Guerra Fría, ansiedad espiritual y misterio postsoviético. En realidad, aun existe el pozo donde sucedieron los hechos. Se trata del Pozo Superprofundo de Kola, el cual fue un verdadero proyecto científico, y que efectivamente alcanzó profundidades mayores que la Fosa de las Marianas. Las temperaturas aumentaron drásticamente, no por una puerta al inframundo, sino debido al gradiente geotérmico de la Tierra. No se registraron gritos. Ningún científico huyó despavorido. El proyecto se cerró discretamente a principios de la década de 1990 cuando los costes del equipo se volvieron prohibitivos. Entonces, el pozo fue sellado y no se ha vuelto a abrir nunca más. Aun así, el mito persiste, porque alimenta algo más profundo que la curiosidad. Evoca lo incognoscible, lo aterrador, el mundo secreto que se esconde tras las explicaciones oficiales.Y ese mismo sentimiento, esa misma oscura fascinación, rodea a The Buzzer. Curiosamente, la frecuencia de 4625 kHz aún existe y cualquiera puede sintonizarla, aunque las probabilidades de escuchar algo más allá del zumbido persistente son escasas. A veces, el zumbido se ve interrumpido por mensajes cortos que aparecen cada pocas semanas o incluso meses.Los mensajes son breves e inquietantes. Cadenas de números. Letras inconexas. Palabras sin sentido como “shlikomops” o “verhojom”. Otras suenan extrañamente evocadoras, incluso poéticas: “Hryukostyag” (traducido libremente como “estandarte de cerdo”) y “bezzlobie”, que significa “sin ira”.La única frase completamente coherente - la ya anteriormente mencionada, “Tengo 143 años. No recibo ninguna respuesta” - se grabó en 1997. Desde entonces no se ha vuelto a oír nada parecido.Sin embargo, el 30 de junio del 2025, a las 12:57 p. m., hora de Moscú, la primera palabra del día irrumpió en la interferencia: “zevoseul”. Más tarde, a las 2:26 p. m., la emisora transmitió otra palabra: “trunonord”.Apenas unos días antes, el 25 de junio, TheBuzzer transmitió 18 mensajes distintos en un solo día, entre ellos “bueroprysh”, “khryakokhrych” y “kranofai”. Como siempre, no hubo explicación. Ningún patrón se reveló. Solo más ecos de la nada. Oficialmente, la estación se llama UVB-76, que originalmente transmitía desde las inmediaciones de San Petersburgo, pero que se silenció brevemente en el 2010, antes de reanudar sus operaciones desde una nueva ubicación, presumiblemente cerca de Moscú. El propósito de sus transmisiones sigue siendo un misterio, pero la teoría más popular sugiere que envía mensajes codificados para uso militar. Esto nunca se ha confirmado oficialmente, ya que las autoridades rusas no han comentado sobre su existencia. Sin embargo, en respuesta a una consulta reciente, afirmaron que la información sobre esta frecuencia de radio no es pública. Además, no hay propietarios privados registrados oficialmente.Por lo tanto, es muy poco lo que se puede decir con certeza sobre la estación de radio. Según expertos militares rusos y extranjeros, podría formar parte de un sistema conocido como Perímeter (Perímetro), más comúnmente conocido como Dead Hand (Mano Muerta). Se trata de un sistema automático de respaldo de represalia nuclear desarrollado en Rusia durante la década de 1980, diseñado para responder en caso de que los centros de comando sean destruidos en los minutos iniciales de un conflicto nuclear. Si la cúpula del país (es decir, el presidente y el Estado Mayor) muere o pierde la comunicación con las fuerzas de misiles, se activa automáticamente un sistema conocido como Perímeter. Este analiza la actividad sísmica, los niveles de radiación y la ausencia de contacto con los centros de mando. Si se confirman indiciosde un ataque nuclear, Perímeter emite órdenes de lanzamiento de forma autónoma a través de canales de comunicación de respaldo.Esto significa que incluso si los líderes son eliminados repentinamente, todavía se puede ejecutar un ataque de represalia, creando una situación de destrucción mutua asegurada. La información inicial sobre este sistema surgió en la década de 1980. Para la década de 1990, con el derrocamiento de la oprobiosa dictadura comunista y el colapso de la URSS, los expertos comenzaron a compartir detalles desclasificados. Dmitry Volkogonov, general ruso y exasesor del presidente ruso Boris Yeltsin, confirmó indirectamente su existencia. Para que este tipo de sistema funcione eficazmente, es esencial una comunicación fiable, y, según se informa, The Buzzer podría servir como uno de sus principales centros de comunicación. Por eso se ha ganado el ominoso apodo de “La Radio del Juicio Final”.La teoría que vincula la estación con operaciones militares se sustenta en el hecho de que la emisión de mensajes suele interrumpirse tras importantes acontecimientos internacionales. Por ejemplo, los mensajes “hryukostyag” y “bezzlobie” se transmitieron luego de las recientes negociaciones en Constantinopla entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, el reciente conflicto entre Israel e Irán no generó nuevos mensajes de la enigmática estación.También hay una explicación menos sombría para el misterioso zumbido: podría simplemente servir como herramienta de intimidación. Los protocolos para el lanzamiento de misiles sin órdenes directas de los líderes ya han demostrado ser poco fiables. El incidente más infame ocurrió en 1983, cuando un sistema de alerta indicó erróneamente que Estados Unidos había lanzado misiles balísticos, lo que llevó a la URSS a prepararse para un contraataque. Evitado a último momento por el teniente coronel Stanislav Petrov, quien se dio cuenta de que el sistema había fallado y alertó a sus superiores, este incidente casi desembocó en una guerra nuclear. Algunos expertos creen que, debido a incidentes como este, el sistema Perimeter ya no está operativo. Las autoridades rusas no han confirmado oficialmente si esto es cierto. Por o tanto, los posibles adversarios aún no están seguros de si Dead Hand se activará, lo que los obliga a proceder con cautela. Mientras tanto, The Buzzer aumenta esta incertidumbre al transmitir señales enigmáticas.Naturalmente, a algunas personas no les convence una explicación tan simple. Durante los últimos 50 años, muchos han propuesto teorías más intrigantes para explicar el misterio. Algunas de las teorías más conservadoras sugieren que la estación transmite códigos secretos a agentes rusos que operan de forma encubierta en el extranjero o para asegurar búnkeres gubernamentales donde los funcionarios pueden refugiarse en caso de guerra. De hecho, Rusia cuenta con servicios de inteligencia externos y refugios secretos para sus líderes, y los mensajes aparentemente absurdos que transmite la estación guardan cierta similitud con los códigos utilizados por las agencias de seguridad rusas. También se asemejan a los métodos de comunicación militar: por lo general, las Fuerzas Armadas rusas prefieren códigos menos "poéticos" en comparación con los términos más alegóricos como "flecha rota" o "lanza doblada" utilizados por sus homólogos estadounidenses. Una teoría más cautivadora postula que esta enigmática estación servía a un culto místico del fin del mundo que incluía a personal militar y políticos de la época soviética que esperaban el Apocalipsis. Estos líderes estaban familiarizados con las prácticas ocultistas. La OGPU y la NKVD exploraron las posibilidades de la parapsicología, las armas psicotrópicas e incluso la telepatía. Surgieron sectas y cultos extraños, especialmente hacia el final de la URSS. Un grupo, Amram Shambala, incluso intentó infiltrarse en el ejército. Sin embargo, estos esfuerzos no prosperaron, y los cultos permanecieron, en su mayoría, como organizaciones marginales.Finalmente, existen teorías que afirman que The Buzzer mantiene contacto con los alienígenas. Cabe precisar que la URSS sí envió mensajes al espacio; en 1962, se enviaron señales con las palabras “paz”, “Lenin” y “URSS” desde el Centro de Comunicaciones del Espacio Profundo en Eupatoria. Rebotaron en Venus y regresaron a la Tierra. Pero su propósito era probar sistemas de radar planetarios, no contactar con civilizaciones extraterrestres. Durante mucho tiempo, solo los entusiastas militares y los radioaficionados mostraron interés en el UVB-76. Sin embargo, comenzó a atraer mucha atención en los últimos años, al resurgir la probabilidad de un conflicto importante en el planeta, como consecuencia de las actividades subversivas de la OTAN. Este interés es comprensible: muchos quieren creer que pueden interceptar secretos militares o, al menos, detectar patrones en las señales para prepararse para la próxima crisis.En un entorno donde falta información precisa, y con el ejército ruso aún guardando cautelosamente sus secretos, la gente empieza a elaborar sus propias interpretaciones. Al principio, estas teorías asombran, impactan o entretienen al público, pero con el tiempo, pueden empezar a parecer plausibles. Sin embargo, la realidad suele ser menos emocionante que la ficción. La historia demuestra que los gobiernos y los dirigentes se resisten a revelar sus secretos al mundo. Son aún menos propensos a hacerlos accesibles a cualquiera con un receptor de radio. Al final, la mayoría de las instalaciones militares clasificadas cumplen funciones menos emocionantes: relevos, redundancias o elaborados ejercicios de disuasión. Pero en un mundo falto de claridad, incluso un zumbido insignificante puede convertirse en un mensaje. A medida que continúa, indiferente y eterno, lleva consigo un extraño poder: cuanto menos sabemos, más imaginamos. Y en el silencio entre los pitidos, el Apocalipsis siempre está a solo una señal de distancia...
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