TIEMPO RE@L

domingo, 3 de febrero de 2019

ROBOTS ASESINOS: Protagonistas de las guerras del futuro

Durante los seis años que pasó combatiendo en Irak y en Afganistán en las Fuerzas Especiales del Ejército de EEUU, Paul Scharre nunca echó de menos un robot. “La Inteligencia Artificial (IA) no era una tecnología muy madura en aquella época, y no puedes desear algo que no sabes que existe”, explico (quien hace nueve meses publicó Ejército de Nadie. Armas autónomas y el futuro de la Guerra, un libro que Bill Gates ha puesto en su lista de las cinco obras esenciales del 2018). Una década después de regresar del frente, tiene otra opinión: “Se me ocurren muchas situaciones en las que esos sistemas hubieran sido valiosos. Por ejemplo, con vehículos de reconocimiento y de seguimiento. En las montañas afganas habría sido muy útil tener transportes autónomos. Y en las ciudades iraquíes nos habría venido muy bien la IA para detectar a terroristas suicidas, porque esa tecnología es muy buena identificando objetos”. De acuerdo. Pero, ¿y si esos sistemas tuvieran la capacidad no sólo de seguir o de detectar, sino también de disparar y de decidir por su cuenta si lo hacen o no? “Eso es diferente”, admite Scharre. Como sabéis, un arma autónoma es aquélla que tiene la capacidad de seleccionar actuaciones sin depender de un controlador humano. Y entre esas actuaciones está apretar el gatillo, o explotar. Sin darnos cuenta el grave peligro que corremos, la era de los robots asesinos está llegando. Y nadie mejor para explicarlo que Scharre. Desde el 2008 hasta el 2013 trabajó en este campo en el Pentágono, donde fue uno de los autores de la Directiva 300.09 (21-XI-2012), que fija las normas de actuación de las Fuerzas Armadas de EEUU con “armas autónomas”. Unas normas que algunos ven intencionalmente ambiguas. “La doctrina militar estadounidense simplemente demanda una serie de procesos y procedimientos adicionales en el uso de estos sistemas”, explica Scharre, antes de citar una frase clave del documento: “Las armas autónomas y semiautónomas serán diseñadas para que los comandantes puedan aplicar el juicio humano en el nivel apropiado”. En otras palabras: las armas inteligentes pueden funcionar bajo la supervisión de los seres humanos... o no. Así lo expresó hace cuatro meses el secretario general de la ONU, el ex primer ministro portugués António Guterres, en su discurso en la Asamblea General de la ONU, cuando habló de la preocupación por la transformación de la IA en armas asesinas de destrucción masiva y la perspectiva de máquinas con la capacidad de decidir si se cobran o no vidas humanas. No es algo tan revolucionario. En los mercados financieros se emplean robots que, por medio del uso de algoritmos de aprendizaje, van adaptando sus órdenes de compra y venta a la evolución presente, pasada y (supuestamente) futura de los activos. Los robots-aspiradora Roomba aprenden la disposición de los objetos en la casa de sus dueños (y, desde noviembre, le mandan esos datos a Google). De hecho, hasta que vendió su división militar, en el 2016, la empresa que creó el Roomba, iRobot, era uno de los mayores proveedores de robots para las Fuerzas Armadas de EEUU. A la entrada de su sede en Bedford, a las afueras de Boston, iRobot tenía una especie de exhibición de robots militares absolutamente pulverizados en combate, con la fecha y el lugar de su destrucción pulcramente escritos junto a los hierros retorcidos y carbonizados, como pudo ver el autor de estas líneas cuando visitó la compañía. Si a esas tecnologías de los coches autónomos se suman las de reconocimiento facial o de objetos y la capacidad de lanzar proyectiles, ya tenemos robots asesinos. En realidad, muchos de estos sistemas ya existen desde los 70. Pero ahora se está produciendo un cambio cualitativo debido a tres factores. El primero es que la tecnología es más accesible a todos, incluyendo actores no estatales -grupos terroristas, redes de delincuentes...- o a países de ingresos medios que antes no podían permitírselos. El segundo es que, hasta ahora, la IA tenía más limitaciones técnicas, por lo que solo se podía aplicar a armas defensivas como, por ejemplo, sistemas antimisiles. Ahora ya sirve para armas ofensivas, lo que supone un enorme salto. Eso lleva al tercer aspecto: la posibilidad de desarrollar armas de destrucción masiva con inteligencia artificial. De hecho, muchos misiles pueden, al menos desde el punto de vista técnico, elegir sus rutas en función de los accidentes geográficos. Ahora, pueden hacerlo tomando en cuenta las defensas antiaéreas. Y, también, optar entre un menú de blancos. No hace falta pensar en Terminator. Entre otras cosas, porque cualquier asistente personal -desde Siri hasta Alexa - tiene más capacidad de comunicación verbal que Schwarzenegger, y los emojis del teléfono más cutre también ganan en expresividad al ex gobernador de California. De hecho, un robot asesino puede ser un tanque o un avión normal y corriente con sensores, del mismo modo que un coche autónomo es casi idéntico a los que circulan por la calle con conductores. “De las 500 mayores empresas del mundo, más de 250 han identificado la IA como una de las áreas clave de su estrategia de negocio futura. A medida que esa tecnología se extiende en la vida civil, lo hará en el ámbito militar”, declara en un correo electrónico Peter Singer, del think tank New America Foundation, y uno de los primeros expertos en detectar esta tendencia con su libro Conectados a la Guerra. La Revolución de la Robótica y los Conflictos del siglo XXI, elegido Libro del Año de The Financial Times en el 2009. Ya existen armas autónomas. Corea del Sur tiene robots-centinela que se activan solos en la Zona Desmilitarizada que separa a ese país de Corea del Norte. El sistema antimisiles israelí Iron Dome, que ha interceptado cientos de misiles lanzados desde Gaza, es automático. Lo mismo que el sistema Phalanx de defensa antiaérea, que llevan la mayor parte de los barcos de guerra de EE.UU. Más sofisticado es el dron israelí Harop, una especie de cruce entre avión y misil que puede volar de manera autónoma hasta que encuentra un blanco y decide lanzarse sobre él. Rusia hizo un gran despliegue propagandístico el año pasado cuando llevó a Siria tanques Uran-9, a los que presentó como autónomos. En China se emplean drones con lanzallamas para quitar basura de líneas de alta tensión. En EE.UU. un estudiante de Ingeniería llamado Austin Haughwout desencadenó una enorme polémica en el 2015 cuando se fabricó su propio dron, le puso armas de fuego que disparaba con control remoto, y lo grabó todo en un vídeo que colgó tranquilamente en YouTube. Sin embargo, sucede que algunas de las nuevas armas desafían la imaginación. Ése es el caso del Sea Hunter, un barco de 40 metros de eslora botado en el 2016, con una autonomía de 19.000 kilómetros, y en el que los únicos humanos que entran son los técnicos que se encargan de su mantenimiento, creado por DARPA, la unidad de investigación del Pentágono, famosa por, entre otras cosas, haber creado Internet. “Es razonable considerar al Sea Hunter un arma autónoma”, reconoce Scharre. Pero con un matiz: el barco no lleva armamento... por ahora. Porque el objetivo de la Marina de EE.UU. es desarrollar barcos autónomos para lucha antisubmarina. ¿Se van a convertir las armas autónomas en “los Kalashnikov del siglo XXI”, como las definió un manifiesto firmado por miles de desarrolladores de programas de IA en el 2015? ¿Vamos camino de una carrera de robots asesinos que, según el mismo documento, serán ideales para cometer asesinatos, desestabilizar naciones, someter a grupos étnicos, y matar de forma selectiva a grupos étnicos específicos? ¿Podrían ser hackeados estos sistemas por grupos terroristas o terceros países? ¿O, por el contrario, las guerras del futuro serán entre robots programados por personas, con lo que, al menos, los seres humanos no seremos carne de cañón? Para Toby Walsh, profesor de Inteligencia Artificial la Universidad australiana de Nueva Gales del Sur, esa última opción es bastante ingenua. En su opinión, lo más probable es lo contrario: que los robots asesinen en masa a gente. La cosa es, además, más compleja, porque la IA, aunque siempre va a ser más rápida que el ser humano, nunca va a tener la misma capacidad de discernimiento que una persona. “Los drones semiautónomos ya han hecho posible a los presidentes estadounidenses extender las guerras, porque no hay riesgo de pérdidas de soldados”, explica Walsh por teléfono. Es un argumento que ha formulado el Criminal de Guerra y Califa de ISIS, el musulmán encubierto Barack Hussein Obama, a pesar de que él mismo expandió las operaciones de esas aeronaves durante los ocho años de su presidencia. Y es que el uso bélico de IA es algo que gusta más a los políticos que a los militares, que siempre tienden a desconfiar de la tecnología. Walsh defiende una prohibición mundial del uso de IA similar a la prohibición de las armas químicas. Pero no es fácil. Naciones Unidas lleva cinco años debatiendo sin apenas avances la cuestión dentro de su Convención de Armas Convencionales, un tratado de 1980 del que forman parte 125 países y que cubre, entre otros tipos de armas, las minas antipersona. En total, apenas 26 países han pedido la prohibición de los robots asesinos. Pero entre ellos no están las potencias en este campo: EE.UU., Rusia, China, Corea del Sur, Israel, Francia y Gran Bretaña. Además, otros 23 están desarrollando armas autónomas. En julio del 2017, el consejero delegado de Tesla y SpaceX, Elon Musk, declaró ante un grupo de gobernadores de estados de EEUU que “hasta que la gente no vea a robots en la calle matando a otras personas” la IA no será regulada, y se convertirá en un riesgo para la existencia de la Humanidad. Como sabéis, la Historia de la Humanidad es la Historia de sus guerras, y esa Historia se escribe sobre la idea de que cada vez hay más distancia entre el que mata y el que muere. De la piedra a la lanza, de la lanza al arco, del arco a la ballesta, y así hasta llegar el bombardero que en 1945 asesino a 100.000 personas cuando dejó caer una bomba atómica desde 9 kilómetros de altura sobre la indefensa Hiroshima. Su tripulación no vio ni un solo muerto, ni un edificio destruido… todo había sido pulverizado. Es algo que no les pasa a los pilotos de los drones que, aunque estén en la base aérea de Creech, en las afueras de Las Vegas, a 13.000 kilómetros de sus blancos en Pakistán, ven en sus monitores las figuras de las víctimas de sus bombardeos. Ahora, con los robots asesinos, la vieja tendencia parece volver a tomar fuerza. Ya no es que no veamos a nuestras víctimas. Es que nosotros no las mataremos, sino los robots se encargaran de eso…. Será el preludio de una guerra de exterminio que acabara con los humanos :(

PANASONIC LUMIX S1R: Expresa tus ideas

Tras meses de espera, que parecieron mas largas de lo habitual, por fin es oficial. En efecto, la nueva Panasonic Lumix S1R es la primera cámara sin espejo Full Frame del fabricante japonés y que acaba de ser presentada oficialmente junto a su hermana menor S1, la cual prácticamente es idéntica, pero con algunos cambios a nivel de hardware. Ya el pasado CES se había desvelado algo sobre ellas, pero hoy lo sabemos con todo lujo de detalles y si bien cuentan con el mismo diseño, tienen sensores diferentes. Así, la Panasonic Lumix S1R tiene un sensor de 47.3 megapíxeles, mientras que la S1 se conforma con 24.2 megapíxeles. Por lo demás, ambos modelos comparten muchas características. Ambas cuentan con estabilización de imagen dual de 6 pasos, enfoque ultra rápido de alta precisión, visor OLED de alta resolución, funciones de vídeo profesional y un diseño sellado capaz de soportar las peores condiciones. Todo ello acompañado por un completo kit de accesorios y objetivos. Vamos a conocer mejor sus características de cada una de ellas ¿vale?: La Panasonic Lumix S1R está equipada con un sensor CMOS Full-Frame de 47.3 megapíxeles. Sus nuevas micro lentes esféricas de cada foto receptor mejoran la capacidad del sensor de captar la luz para mantener bajos niveles de ruido incluso configurando el ISO al máximo. De esta manera, la S1R ofrece un rango ISO de hasta 25.600. Por otro lado, la S1R está equipada con un sistema de estabilización de imagen de 5 ejes, combinado con el estabilizador óptico de doble eje propio de la serie S de LUMIX. Se consigue así una doble estabilización de imagen que incrementa el nivel de compensación hasta 6 puntos. Además, la Panasonic Lumix S1R combina la tecnología de detección de contraste DFD exclusiva de Panasonic con un procesamiento ultra rápido. Para lograr un enfoque extremadamente rápido y preciso, el nuevo procesador Venus Engine, el sensor CMOS y los nuevos objetivos LUMIX S se comunican a 480fps, permitiendo al sistema reaccionar en 0.08 segundos. Además, el enfoque automático funciona hasta niveles de luz tan bajos como -6 EV. Panasonic ha equipado a la S1R con, según ellos, el visor digital de mayor resolución del mundo. Es un visor OLED de 5.76 millones de puntos que cuenta con tecnología Real View Finder. Esta refresca la imagen hasta 120fps con un retraso de tan solo 0.005 segundos. Acompañando al visor tenemos una pantalla táctil de 3.2 pulgadas con 2.1 millones de píxeles. Esta está formada por un monitor de triple eje, que le permite un total movimiento para obtener el mejor ángulo de visión. Cuenta además con Modo Noche, Live View Boost y botones retroiluminados. Y siendo Panasonic, el apartado de vídeo está realmente cuidado. La LUMIX S1R permitegrabación de vídeo avanzada en 4K hasta 60p. Cuenta con un modo Vídeo de Alta Velocidad que permite cámara lenta 2x a 60fps en 4K, llegando a 6x en Full HD a 180fps. Respecto al audio, cuenta con dos puertos de 3.5 mm diseñados específicamente para conectar micrófonos y auriculares respectivamente. La Panasonic Lumix S1R llegará al mercado a finales de marzo del 2019 a un coste de 3.700 euros solo para el cuerpo. También se podrá adquirir en kit con el objetivo 24-105 mm f/4 con un precio de 4.600 euros. En cuanto a la Panasonic S1 - tal como detallamos al inicio de la nota - es prácticamente idéntica a la S1R, con algunos cambios a nivel de hardware. Está equipada sensor CMOS de 24,2 megapíxeles y tamaño completo. Su eficiente diseño de píxeles, combinado con el procesador Venus Engine, permite que las configuraciones de ISO estándar alcancen un rango ISO de 51.200. Cuentan en su interior con el nuevo procesador Venus Engine y con el mismo sistema de estabilización de imagen Dual I.S. de 5 ejes. Este se combina con los 2 ejes O.I.S. (estabilizador óptico de imagen) de los objetivos de la serie LUMIX S, ofreciendo así una estabilización de hasta 6 puntos. Por lo demás, tenemos el mismo sistema de enfoque ultra rápido mejorado mediante Inteligencia Artificial Avanzada. También la grabación de vídeo 4K hasta 60p. Incluso ofrece el nuevo perfil Hybrid Log Gamma (HLG), que permite grabar en un rango dinámico aún más amplio. Al igual que su hermana mayor,la Panasonic S1 llegará al mercado a finales de marzo de este año. Su precio será de 2.500 euros para solo el cuerpo y 3.400 euros en kit con el objetivo 24-105 mm f/4.Elige el de tu preferencia :)
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