TIEMPO RE@L

domingo, 2 de julio de 2023

LA GUERRA DE LOS CHIPS: Otra escalada en las tensiones entre China y EE.UU.

Como sabeía. eñ corazón del mundo electrónico está en los chips, de hecho Chris Miller, autor del libro `Chip War´, se refiere a ellos como una batalla por controlar el recurso más crítico del mundo. Y Estados Unidos y China son los dos paises que están en una contienda por intentar gobernar la escala de lo más pequeño, en el orden de los nanómetros. La capacidad de sofisticación pone así a prueba la seguridad nacional, la supremacía militar y la cadena de suministros, especialmente tras las tensiones con Taiwán, con un papel crucial en esta guerra, ya que produce el 90% de los chips más avanzados. La invasión de esta isla rebelde supondría un infarto para la economía mundial. Un problema para todos. Washington ha alegado que los nuevos controles a la exportación de semiconductores a Beijing se deben a que son usados “para producir sistemas militares avanzados, incluyendo armas de destrucción masiva, nucleares e hipersónicas”; desde los drones autónomos hasta los sistemas avanzados de guerra electrónica y la potencia informática dependerán en gran medida de los semiconductores. Miller especifica que “un solo misil contra la fábrica más avanzada de Taiwán, TSMC, que es el fabricante más importante de chips de alta prestaciones, causaría cientos de miles de millones en pérdidas por los retrasos en la producción de teléfonos, centros de datos, vehículos, redes de telecomunicaciones y otras tecnologías”. Por todo esto, EE.UU. según la Ley de Chips y Ciencia ha exigido a algunas de sus principales empresas de fabricación de chips avanzados que detengan sus envíos a China. Y ha bloqueado la exportación de las herramientas usadas para fabricarlos, unido a la prohibición de que el talento 'made in USA' trabaje con empresas de chips chinas. A la vez que ha impulsado la producción de semiconductores en suelo patrio por valor de 280.000 millones de dólares. Subsidios que benefician a empresas estadounidenses como Nvidia, Qualcomm o Intel, pero también a la compañía taiwanesa TSMC, que levantará en Arizona una planta de 12.000 millones de dólares. Según Global Public Affairs, China tiene una dependencia enorme de la importación, y no tiene capacidad de manufactura propia en el campo de los chips más sofisticados. La idea de EE.UU., con sus medidas restrictivas al comercio y la transferencia tecnológica, es crear un cuello de botella y ralentizar el desarrollo tecnológico del gigante asiático en sectores muy estratégicos. “El ascenso de la China tecnológica es extraordinario, convirtiéndose en el mayor reto al que se ha enfrentado EE.UU. desde que se convirtió en una superpotencia” agrega el informe. Y es que en el sector tecnológico los chinos tienen la estrategia 'Made in China 2025' donde han explicitado que quieren dominar la inteligencia artificial, la robótica avanzada, la aeronáutica y la supercomputación.” Lo quieren todo” expresó. Una empresa clave es la taiwanesa TSMC, valorada en 454.000 millones de dólares. Es más, Taiwán obtiene el 15% de su PIB de los microchips. No es de extrañar por ello que China quiera reintegrar a Taiwán por TSMC, mientras que EE.UU. ha dicho que defenderá la isla, pero solo hasta que tenga un clon de su tecnología en EE.UU. Y China consciente de su importancia, ha contratado a más de 100 ingenieros de TSMC para sus empresas de semiconductores. Ya que el robo de talento es la otra baza con la que juega China para acceder a la última tecnología de los chips. En efecto, el “emperador” Xi Jinping pretende que las empresas chinas, con aval estatal, sobrepasen la hegemonía de Occidente en todas las esferas posibles. Según ha explicado Miller: “ello se debe a que en los chips China gasta más dinero que importando petróleo”, por lo que se ha convertido en el mayor consumidor mundial de chips. “EE. UU. y aliados y socios como Taiwán, Corea del Sur y Japón tenían una gran ventaja en la fabricación de chips en relación con China. Hoy sin embargo, esta ventaja se ha erosionado. Además, la investigación de código abierto encontró amplia evidencia de chips estadounidenses en los sistemas militares chinos. Los nuevos controles de exportación están diseñados para hacer esto más difícil”, comenta Miller. Y la idea es que debían desplegar estas cortapisas antes de que el gigante asiático se inmunizara de sus efectos. Como recordareis, la prueba en el 2021 de un misil hipersónico chino que se sustentaba en los chips de altas prestaciones fue lo que inquietó a EE.UU. Fue 'un momento Sputnik' , llegó a decir el general Mark S. Milley, el jefe militar de EE.UU., refiriéndose al satélite ruso que alimentó la carrera espacial durante la Guerra Fría. “Con el conflicto de Ucrania, el país asiático está tomando buena nota. Pero la economía china está más integrada a nivel global que la rusa. El problema es que las medidas iniciadas por Biden tendrán efectividad solo si sus aliados reman a una, pero dada la fuerte dependencia que tienen del mercado chino será complicado. Al respecto, Henry Dans, profesor de innovación y tecnología de la IE University, comenta que “si intentas controlar el flujo de importación/exportación de China, te encuentras que las propias empresas estadounidenses- como Nvidia-protestan porque tienen un mercado muy importante en el país asiático y quieren seguir facturando. Y también a los socios comerciales de EE.UU., como Corea del Sur o a Taiwán, les obligas a renunciar al más grande mercado del mundo que tienen al lado. Al mismo tiempo, te encuentras empresas estadounidenses fabricando chips específicos para China y se quedan justo en la barrera de lo que se pueden exportar”. De hecho, The New York Times informaba que el 30% de los ingresos de las empresas estadounidenses de semiconductores proviene de las ventas a China, que importó más de 400.000 millones de dólares en chips en el 2021, y ha crecido exponencialmente desde entonces. No obstante, esa globalización también perjudica al gigante asiático, ya que la fabricación de chips supone contar con una gran cantidad de componentes y pasar por un proceso de diseño, fabricación y ensamblaje que dependen de numerosos países. Así que frente a la autonomía que pretendía conseguir China para el 2025, Dans señala que “hoy en día nadie es autosuficiente, el futuro no pasa por ahí. Las fronteras son un concepto anticuado y cada vez más los productos más sofisticados se abastecen de cadenas de valor que llegan de todas partes”. Boston Consulting Group revelo por su parte que si cada región del mundo quisiera tener su propia cadena de valor de fabricación de chips, el coste, solo en inversión, sería de un billón de dólares. Y haría falta alrededor de 100.000 millones de dólares anualmente para mantener la industria operativa. No obstante, frente a las sanciones estadounidenses China puede reaccionar usando la carta de restricción del suministro de minerales de tierras raras procesadas, que son usadas para los chips. También llegó a anunciar que suspendía el cese de exportaciones de arena a Taiwán, que son la fuente del silicio. Y es que en la gran cadena de suministros que supone la fabricación de un chip pueden surgir obstáculos geopolíticos, desastres naturales como los terremotos que ocurren habitualmente en Taiwán o problemas de sequía, ya que la fabricación de chips requiere de grandes cantidades de agua. De ahí que a EE.UU. le urja blindarse. Boston Consulting Group estableció que los chips de menos de 10 nanómetros, que son los más potentes, se producen el 92% en Taiwán y el 8% restante en Corea del Sur. De hecho, Taiwán con TSMC y Corea del Sur con Samsung concentran el 81% del mercado global. EE.UU. no quiere que el dragón asiático produzca chips por debajo de los 10 nanómetros. Sin embargo, la compañía china SMIC ha sido denunciada por TSMC por piratear sus procesos. La cuestión es que si bien China vería como se echa el freno de mano en el desarrollo de chips más avanzados, aún así seguiría obteniendo beneficios porque puede continuar fabricando chips maduros, más grandes, que se usan en numerosas industrias. Mientras, YMTC que es el mayor fabricante de chips de memoria de China ha venido recibiendo desde hace tiempo el apoyo económico del gobierno chino. No obstante, para hacer chips se necesitan muchas tecnologías diferentes. La más importante de todas es la litografía que hace una máquina de la empresa holandesa ASML, spinoff de Philips, y en la que TSMC e Intel han invertido. Imprime los patrones en una oblea de silicio y es la llave fundamental. El cortafuegos comercial de EE.UU le impide además a China acceder al último modelo de esta maquinaria, ya que algunas de sus más de mil piezas son estadounidenses y eso la hace estar sujeta a las restricciones de Biden, y a su vez ser irreplicable. Sin embargo, ASML ha seguido vendiendo su equipo de la generación anterior a China, que en el 2021 adquirió 81 máquinas. ASML se negó a seguir las prohibiciones estadounidenses, dado que solo ese año las ventas en China superaron los 2.700 millones de dólares. De esta forma el dragón asiático consiguio saltarse las restricciones de los EE.UU. Otro pilar fundamental en esta industria es la empresa británica, ARM que comercializa la arquitectura de los chips, que es la que usa Apple, Samsung o TSMC. Su CEO, René Hass dijo en una entrevista con The Verge que “en su cartera de clientes está prácticamente todo el mundo”. Estos nombres demuestran que la deslocalización de la producción de chips y gran parte de su concentración en Asia ha sido un grave error de cálculo de EE.UU. y Europa. Tal como señala Miller, “hasta hace poco, EE. UU. tomó comparativamente pocas medidas para evitar que China aplicara chips fabricados con tecnología estadounidense en sus sistemas”. Ahora los chips se fabrican en puntos geopolíticos sensibles. La consultora Kearney, señaló que el Viejo Continente tiene además una gran vulnerabilidad tecnológica. Y en esta guerra por los chips Europa en el futuro tendrá que optar por un bando o por mantener contacto con los dos. En este fuego cruzado con una tensión creciente entre ambos países, los expertos hablan de que China y EE.UU. están usando la táctica del 'corte del salami'. Consiste en acciones políticas dirigidas a debilitar o aniquilar un oponente y conquistar espacios. Una reformulación del divide y vencerás. Así por ejemplo, EE.UU. busca mediante el aislamiento de China mantener el liderato en el avance de la IA. Porque desde Baidu. como proveedor chino de búsqueda web, a ByteDance, la dueña de Tik Tok, dependen de los chips de la empresa estadounidense Nvidia. Esto implica una reformulación de inciertos resultados. Lo que está claro es que como comentaba a 'The Economist' Greg Allen, exdirector de Inteligencia Artificial del Pentágono, “son medidas drásticas que buscan cortar hasta la última cabeza de la hidra industrial del chip en China” en la guerra total que se ha desatado. A ello debemos agregar la decisión del Departamento de Comercio de EEUU que estudia prohibir su venta a China a principios de julio, según adelanta el The Wall Street Journal, lo que ha originado que Nvidia – que obtiene el 20% de sus ventas del país asiático – sufra una caída significativa en la bolsa y los inversores temen un desplome del 50% de sus acciones. Al respecto, el director financiero de la empresa ha advertido que si EE.UU. impone nuevas restricciones a la exportación de chips de IA a China, “resultará en una pérdida permanente de oportunidades para la industria estadounidense”. Ahora solo queda esperar el contraataque chino. No cabe duda que esta guerra se intensificara aun más.
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