TIEMPO RE@L

domingo, 8 de noviembre de 2020

ROBOTS ASESINOS: Máquinas que matan sin intervención humana

“¡Escucha, y entiende! ¡Ese Terminator está ahí afuera! No se puede negociar con él. No se puede razonar con él. No siente lástima, ni remordimiento, ni miedo. Y absolutamente no se detendrá, nunca, hasta que mueras.” La frase corresponde a la película Terminator, filmada en 1984, que trata de un robot autónomo humanoide que - en un futuro controlado por la inteligencia artificial de las máquinas - tiene la misión de viajar al pasado y matar a una persona. Sin embargo, la posibilidad de que existan robots asesinos ya no es ciencia ficción ni un futuro lejano. Hace varios años comenzaron las discusiones en Naciones Unidas sobre la posibilidad de utilizar robots en enfrentamientos bélicos, y en noviembre del 2018 los Estados se reunieron en la Convención anual sobre Armas Convencionales en la ONU en Ginebra para hablar sobre las posibilidades de regular estas armas. Cabe destacar que la Campaña Mundial Stop Killer Robots está compuesta por 89 organizaciones de la sociedad civil en 50 países, e incluye a científicos, expertos en robótica, ganadores del Premio Nobel de la Paz, entre otros. En la actualidad, ya es posible mandar un dron con el fin de ejecutar a un terrorista de una manera “quirúrgica”, es decir, con menos enfrentamientos y ‘daños colaterales’, sin la necesidad de enviar un convoy de militares, con menor costo económico y menos bajas del bando de quien emprende el ataque… pero no para quienes son sus victimas, que son muchos mas que los programados para matar por el dron. Este, a través de tecnología de reconocimiento facial, puede detectar a la persona que se está buscando, pero en este momento aún es necesario un ser humano a distancia que verifique la información que da la máquina y que tome la decisión de disparar. Las armas autónomas eliminarían la intervención humana, que permite la evaluación ética, la compasión y la estimación de otro tipo de riesgos y de cambios en el entorno -por ejemplo, que se atraviese en la trayectoria un autobús escolar-, así como la diferenciación entre personas combatientes y de víctimas civiles presentes en el lugar equivocado. Es decir, que las personas pueden dar marcha atrás a un ataque en un momento determinado. Las máquinas no lo hacen. Y un ejemplo de ello lo vemos en Afganistán, donde los drones matan indiscriminadamente a civiles durante la búsqueda de su “objetivo” Con los robots asesinos, los líderes de los países pueden además iniciar una guerra más fácilmente desde su escritorio, si se piensa que esta no tendría costos humanos. Aunque parece un escenario ideal que en el campo de batalla se enfrenten robots en lugar de humanos y que quien pierda la guerra no pierda vidas, las guerras reales no funcionan así y este futuro encierra grandes peligros. Sin embargo, el de las armas autónomas no sólo es un tema de dimensiones bélicas. Los robots asesinos pueden ser usados en guerras convencionales, para matar personas específicas que se consideren terroristas, ir tras capos del narcotráfico o incluso cárteles de drogas, pero también en situaciones cotidianas de seguridad como patrullajes, controles fronterizos, de migración o de manifestaciones, así como para reprimir protestas, a través de drones con gases o con balas goma, que pueden terminar igualmente siendo letales. Las armas autónomas dan a los gobiernos mayor facilidad para desplegar la fuerza en entornos que no son de conflicto y afectar a todas las personas sin distinción alguna. Y allí está el peligro de su uso. Los robots asesinos pueden causar muchas muertes. No sólo si ocurren errores en los parámetros programados, también si confunden los objetivos a los que se les dispara o si no respetan los derechos humanos que deben de mantenerse aún en contextos de guerra. Los seres humanos cambian sus decisiones racionales por las circunstancias del momento y las emociones juegan un papel importante en esa toma de decisiones. Esto es lo que no puede controlar una máquina ya que son impredecibles. Desde errores en el reconocimiento facial hasta respuestas desproporcionadas ante comportamientos humanos, las máquinas, en un entorno imperfecto, pueden reaccionar de formas no previstas. Nos enfrentamos a muchos dilemas de incertidumbre, por más perfecta que se pueda desarrollar una máquina para que pueda identificar y disparar, no sabemos cómo va a reaccionar. Por ejemplo, si un sistema de inteligencia artificial buscara amenazas contra el planeta, podría concluir que los seres humanos son el mayor enemigo del ecosistema - lo cual lastimosamente es cierto - y por tanto para preservar el medio ambiente, habría que eliminarnos. Ese es uno de los peligros. Si el robot mata a la persona equivocada por una falla en los parámetros o el sistema, se vuelve complejo para las víctimas hallar un responsable. ¿El fabricante de la máquina? ¿El que la programó? ¿El país que emitió la orden? ¿La persona que la encendió? Ante la imposibilidad de juzgar a la máquina, se abrirían nuevos vacíos legales. Como sabéis, en la guerra hay reglas y hay crímenes. Existen convenciones sobre el derecho internacional humanitario. Tortura, genocidio, asesinato de civiles, son temas que están prohibidos, y muchas veces dependen de la propia humanidad de las personas; de las decisiones que se toman de acuerdo a las circunstancias, por factores del entorno, más que con base en un proceso de información y datos. La posibilidad de cambiar de opinión si el objetivo deja de ser un peligro queda anulada cuando son máquinas las que disparan. Asimismo, los expertos en inteligencia artificial plantean además un escenario que podría ser apocalíptico, en el que las máquinas tomarán el control y decidan por si mismas. Por muy ciencia ficción que parezca, si la inteligencia artificial decide arbitrariamente que los humanos son “una amenaza” que podría poner a la humanidad en peligro, seriamos su objetivo ¿Y quien podría detenerlos? Actualmente, la industria militar está desarrollando sistemas de armamento con una autonomía significativa tanto en los criterios de selección de objetivos como en el ataque. Los principales países que tienen intereses en los armamentos autónomos son EE.UU., Israel, China, Corea del Sur, Rusia y el Reino Unido, y son también los estados que más han invertido en el desarrollo de drones. Hay otros pocos países que no se oponen abiertamente, evitan tomar una posición, y alargan el proceso para que el desarrollo siga. Pero para cuando las discusiones se aborden, los robots asesinos ya serán una realidad inevitable. En noviembre de 2018, Rusia, Israel, Corea del Sur y los EE.UU. indicaron que no apoyarían las negociaciones para un nuevo tratado que prohíba el uso de esas armas. Un tratado, si bien no impedirá que haya desarrollo, lo retrasará de tal manera que no será tan accesible su uso y lo hará más costoso. De acuerdo con una encuesta realizada por la empresa de investigación de mercado Ipsos, para la Campaña Mundial Stop Killer Robots, el 61% de la población del mundo se opone al desarrollo de las armas autónomas, incluso en los países cuyos gobiernos están en la búsqueda de una legislación internacional más laxa o de la autorregulación. Tal es el caso en China (60%), Rusia (59%), Reino Unido (54%), y los EE.UU. (52%). Los robots asesinos son un tema que compete a todas las personas de todos los países y los activistas aseguran que es importante manifestarnos antes de que sean una realidad inevitable. Mary Wareham, Coordinadora de la Campaña Stop Killer Robots, señaló la urgencia de que los gobiernos actúen en correspondencia a las preocupaciones de su gente. “Nuestra seguridad compartida y la humanidad depende de retener un control humano sobre el uso de la fuerza”, advirtió :(

FUJIFILM X-S10: Ya nada será igual

Como siempre suceden los rumores, estos no paraban de sonar en las últimas semanas. Y finalmente se ha presentado la nueva Fuji X-S10, la primera de una nueva familia que promete alcanzar las altas cotas de calidad de sus hermanas mayores en un cuerpo notablemente más compacto. En efecto, Fujifilm acaba de mover ficha y se ha apuntado a la moda de otros fabricantes de ofrecer cuerpos mucho más compactos con las prestaciones de los equipos profesionales más grandes. De hecho, la nueva Fuji X-S10 comparte muchas características y componentes de la X-T4, el modelo de referencia ahora mismo dentro de la marca. Pero marca la diferencia con la S de su nombre. S de small (pequeña), de secure (segura). Este es el rasgo que la diferencia dentro de la firma. Se podría decir que estamos ante una cámara profesional de pequeñas dimensiones. Con similares características a más altas de gama y con el tamaño de modelos más pequeños como la Fuji X-T30. Estamos entonces ante un fusión de sus sistemas, exactamente igual que ha hecho Sony con la A7c. Tiene un sistema de estabilización que puede alcanzar hasta los seis pasos y un visor de similares prestaciones dentro de un cuerpo de aleación de magnesio que le permite ser robusto y ligero a la vez. Esta nueva cámara mide 126x85, 1x65, 4mm y pesa 465 g. Es más pesada que una X-T30 (383g) y más ligera que una X-T4 (607g). Esta es la clave de esta nueva gama, además de incluir el sistema de estabilización que solo estaba presente en otros dos modelos de la marca. El diseño del cuerpo es totalmente nuevo. Sorprende por esa generosa empuñadura que destaca totalmente. Y esta pensada para ser manejada con una sola mano. Como siempre los diestros ganan esta partida... los zurdos nos tenemos que adaptar (creo que sería incapaz de manejar una pensada para los siniestros como yo). Pero por dentro comparte muchos elementos con la Fuji X-T4. Para empezar el sensor es exactamente el mismo. La pantalla articulada LCD es igual. A la hora de meterse en los menús nos encontramos con las mismas funciones, las mismas posibilidades de configuración... En lo único que se diferencia es en el tema del vídeo. El sensor es el conocido X-Trans CMOS 4 de 26,1MP, con el procesador X-Processor 4. Así que podemos lograr los mismos resultados que todos conocemos de la hermana mayor. Al menos sobre el papel. En el vídeo se parece mucho más a un X-T3 que al modelo de referencia actualmente. Sí que permite grabar en 4K pero no llega a los 60p. Pero si queremos hacer una cámara lenta esta máquina llega a los 240p en FullHD. El 4K es de gran calidad, ya que se puede grabar en 4:2:2 de 10 bits durante aproximadamente 30 minutos según las circunstancias. El autoenfoque de esta cámara tampoco se queda detrás. Cubre el 100% del área del sensor con 2,16 Mp de detección de fase. Funciona tan rápido como estamos acostumbrados desde las últimas actualizaciones, tiene la detección de rostros y de ojos y funciona en condiciones escasas de luz (hasta -7 EV). Y recordemos que todo en un cuerpo notablemente más pequeño. El sistema de estabilización es un prodigio de la ingeniería. Es un 30% más pequeño y ligero pero, en combinación con la mayoría de los objetivos llega a los 6 pasos de estabilización. En cuanto a su coste y disponibilidad, la nueva Fuji X S-10 estará en las tiendas a mediados de este mes en diversos kits. El precio es realmente atractivo y puede ser muy interesante para los que disponen de varios objetivos de la marca. Si solo queremos comprar el cuerpo X-S10 el precio es 999€. Pero si queremos comprarla con algún objetivo los precios son los siguientes: Con XC15-45mm: 1099€; Con XF18-55mm: 1399€; Con XF16-80mm: 1499€ :)
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