TIEMPO RE@L

domingo, 6 de enero de 2019

AMAZON: ¿Negocios son negocios?

Hace tiempo que el consumo ético es una forma de incidir sobre lo que compramos y, por tanto, sobre lo que se ofrece. Nos permite, además, influir sobre los procesos de fabricación y transporte de aquello que consumimos. Conocer con detalle las implicaciones de todo lo que adquirimos nos abre por tanto la posibilidad de votar con el monedero. Pero mientras muchas personas han incorporado, probablemente, la preferencia por tejidos no animales, productos fabricados localmente o alimentos ecológicos, el debate sobre el consumo de lo que nos proponen algunas de las nuevas empresas nacidas al albor de Internet está menos desarrollado. Y, sin embargo, estas nuevas compañías son cada vez más omnipresentes. Las cajas con el logotipo de la sonrisa de Amazon, por ejemplo, son cada día más ubicuas. La empresa que Jeff Bezos creó en 1995 como una librería online, y que dos años más tarde ya salía a Bolsa, es hoy la marca de venta al por menor más valiosa del mundo. Permite adquirir y recibir a domicilio desde gomas del pelo a piezas de un coche. Nos encontramos ante un claro ejemplo de cómo las posibilidades tecnológicas están cambiando nuestra cotidianidad. Amazon refleja las dinámicas que caracterizan este largo entrar en el siglo XXI: la emergencia de grandes complejos empresariales de base tecnológica (los famosos ¬GAFA, acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon), la crisis del comercio minorista local, la robotización del trabajo y el auge del ocio en casa. En EE UU, Amazon dispone de 17 centros de distribución solo en el Estado de California, en ciertas zonas garantiza la entrega en menos de una hora, acepta pedidos directamente desde asistentes virtuales domésticos tipo Alexa o Echo, cuenta con tiendas físicas donde los libros no tienen precio y supermercados sin personal humano, y es ya el segundo empleador del país, superado solo por la cadena Walmart. Amazon pasó de vender libros a vender de todo, y se ha ido convirtiendo en un negocio global y multiservicio. Uno de los grandes debates que ha generado el espectacular crecimiento de Amazon es el de su impacto en el sector minorista. Luego de años de teorizar sobre la desaparición del pequeño comercio como consecuencia de la emergencia de las grandes superficies, al final parece que las plataformas online, con Amazon a la cabeza, pueden acabar dándole el golpe de gracia tanto a tiendas de barrio como a grandes superficies. El comercio tradicional, grande y pequeño, tiene dificultades para competir con una multinacional que puede movilizar en muy poco tiempo cadenas logísticas globales a precios muy bajos. Amazon es sobre todo una tienda de tiendas, y así distribuye gastos y riesgos.Bezos identificó una oportunidad de mercado que parecía marginal, la distribución global de libros con plazos y precios asequibles, y esa ha sido la base de su supermercado del mundo y de un entramado societario que vende desde servicios de Internet hasta mano de obra con la herramienta Amazon MTurk. A partir de la web librería, desarrolló acuerdos con terceros vendedores para que todos utilizaran la plataforma, incorporando así un perfil tanto del vendedor como del revendedor, algo que permitió a Amazon conseguir los ingresos y los datos necesarios para iniciar el salto a otros sectores, servicios y productos. La empresa ha rentabilizado su posición dominante sin piedad, poniendo en situaciones muy difíciles no solo al sector minorista local, sino a grandes cadenas. Y parece que la ambición no cesa. Bezos ha construido todo un imperio. No solo encontró un filón en la prestación de servicios informáticos de almacenamiento y gestión a clientes como la NASA, sino que es el propietario de The Washington Post. Algunos expertos se refieren a los cambios introducidos por empresas como Amazon en las dinámicas laborales utilizando el término de taylorismo digital. A principios del siglo XX se expandieron las teorías de Charles Taylor y su método de organización industrial para racionalizar y mecanizar el trabajo, dividiendo las tareas de forma sistemática con el fin de aumentar la eficiencia y productividad. Bajo ese modelo, el trabajo de cada obrero era cronometrado en un sistema de producción en cadena que restaba valor a la mano de obra cualificada y bajaba los salarios. De un modo parecido, la cadena logística de Amazon maximiza las tecnologías digitales y la posibilidad de monitorizar al trabajador y el producto al minuto tanto dentro como fuera de sus instalaciones. Hay empleados que han relatado jornadas extenuantes, controles constantes y objetivos de productividad imposibles. Incluso 400 miembros de la plantilla de The Washington Post mandaron una carta abierta a Bezos este año en el que a la luz de los brillantes resultados logrados por la cabecera (se duplicó el número de suscripciones digitales en el 2017, aumentó más de la mitad el tráfico en su web y rebasó las previsiones de ingresos publicitarios) pedían un “trato justo” a cada uno de los trabajadores que contribuyen al éxito. “El Post no es un negocio cualquiera. Pero incluso si lo fuera, esta no sería la forma de demostrar que valora a sus empleados. Por favor, muestre al mundo que no solo puede abrir el camino para ganar dinero, sino que también sabe cómo compartirlo con la gente que le ayudó a lograrlo”, concluía la carta. Bezos siempre ha colocado al cliente como su mayor prioridad, y en el caso de Amazon su éxito apunta a un profundo cambio en los hábitos de una clientela cada vez más hogareña. La disponibilidad del ocio en casa, con servicios de envío de comida, libros, ropa o cualquier otro producto va en aumento. Amazon no deja escapar ninguna oportunidad, y amplía servicios en todos los frentes, ofreciendo incluso televisión a la carta con Amazon Prime Video. En contra de lo que cabría esperar, el gran éxito del gigante del comercio electrónico son las ciudades y no las zonas rurales. La combinación de precio asequible, comodidad y pereza ha seducido precisamente a aquellos urbanitas que menos necesitan la entrega personalizada al tener comercios, supermercados y cines cerca. Pero el ocio abandona las calles para hacerse doméstico, en un cambio que muchos atribuyen no tanto a la voluntad de los consumidores como a la combinación de largas jornadas laborales, al coste de la vida en relación con los salarios y a una progresiva individualización de la sociedad. Aunque no está claro si Amazon es causa o consecuencia, es innegable que los nuevos modelos de ocio de los que se lucra tienen impactos psicosociales importantes. Una de las grandes polémicas que envuelve a los gigantescos ¬GAFA tiene que ver con su ingeniería fiscal y la búsqueda de fórmulas legales para rebajar sus obligaciones fiscales. Cuando arrancó Amazon, Bezos contempló radicar su empresa en una reserva india, precisamente para evitar las cargas fiscales, y eligió finalmente Seattle por sus condiciones impositivas. En su primera incursión europea, escogió (¡sorpresa!) Luxemburgo. Y el anuncio en noviembre de la apertura de dos nuevos cuarteles generales en Nueva York y Washington también estuvo precedido de una competición a la baja en cargas fiscales entre una veintena de ciudades. El tema del uso y abuso de los datos merece un punto y aparte. Amazon no solo utiliza datos personales para controlar férreamente a su plantilla, también, como muchas otras empresas online, recoge información sobre todas las interacciones de los clientes con su plataforma (y con Internet en general a través de las cookies). Su omnipresencia hace que sea un actor excepcionalmente destacado en el mercado de datos. La información que obtiene le permite deducir gustos y necesidades, capacidad adquisitiva, residencia y datos bancarios, que luego cruza con otras bases de datos para vender ese perfil lo más caro posible a los anunciantes. Como Facebook o Google, Amazon es una agencia de publicidad. La tercera mayor del mundo, y probablemente la más diversificada, puesto que, aparte de negocios online, es propietaria de empresas de hardware, portales de ocio y supermercados que permiten ofrecer perfiles más completos y, por lo tanto, lucrativos. Se dice que cuando algo es gratis, el producto somos nosotros. Con Amazon, el consumidor paga y además su rastro de datos es revendido como producto. ¿Es entonces ético comprar en Amazon? Es posible que haya muchas empresas con condiciones laborales peores, pero difícilmente tendrán las ventajas fiscales de las que disfruta Amazon. También es posible que el ocio en casa sea cómodo, pero no está claro que sea deseable una sociedad de cubículos de uso individual. En el pasado, el taylorismo rebajó salarios y degradó las condiciones laborales, pero también impulsó el sindicalismo moderno. De la misma forma, la lucha contra la concentración empresarial y los monopolios de finales del XIX llevó al desarrollo de legislación de protección de la competencia y de los consumidores. Quizás lo más problemático del momento actual no es el tamaño y poder que acumulan los GAFA, sino la desorientación sobre cómo abordar la agenda social, laboral y tecnológica que requieren estos actores omnipresentes. No cabe duda que habrá que pensar antes de dar de nuevo a ese clic :(

MAD BOX: La consola mas potente jamás creada

Slightly Mad Studios, el equipo británico tras videojuegos como “Project CARS 2 y Need for Speed: Shift, se prepara para entrar al terreno de las consolas. En efecto, su máximo ejecutivo, el CEO Ian Bell, reveló a través de Twitter que esta nueva consola, con soporte de realidad virtual, se aproxima. “La Mad Box está llegando”, prometió. En conversación con Variety, Bell explicó que el plan es conocretar el lanzamiento “en cerca de tres años más” y que su dispositivo será una consola en la línea e la Xbox y la Playstation. Es decir, apuntarán a los mejores gráficos del mercado. “Va a tener soporte de los más importantes cascos de realidad virtual y los que vengan. Sus especificaciones serán equivalentes a un PC muy rápido de dos años más. Estamos en las primeras conversaciones con los manufacturadores de componentes por lo que no podemos decir mucho más que ya tenemos los diseños definidos en detalle“, explicó el jefe de Slightly Mad Studios. Desde ya Bell promete que la Mad Box será “la consola más poderosa jamás construida y literalmente es ‘alocada’. ¿Tú quieres 4K, quieres VR a 60FPS? ¿Quieres un motor gratis para desarrollar tus juegos en ella? ¡Lo tendrás!”, prometió. Asimismo, el ejecutivo explicó que planean contar con juegos de todos los desarrolladores, aunque las exclusividades dependerán de las propias empresas que quieran sumarse. “En este momento no tenemos planes de pagar ‘incentivos’ a los desarrolladores para excluir a otros vendedores de hardware”, replicó. Slightly Mad Studios anuncio además su disponibilidad en todo el mundo y sobre la inversión -mediante crowdfunding o colaboración de un inversor-, Bell dice que hay interés de varias fuentes. Para el precio, aspiran a ser competitivos con los de las próximas consolas, aunque reconocen que no pueden lanzar una cantidad comparable a otros fabricantes para rebajar el precio. Se esperan las primeras imágenes definitivas del diseño de la consola (el que mostramos ilustrando la nota es solo referencial) en las próximas cuatro o seis semanas :)
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