El diario oficial del Ejército Popular de Liberación de China - PLA Daily - ha publicado este jueves un análisis relativo al uso de robots humanoides en la esfera militar, según da cuenta South China Morning Post. En efecto, el periódico oficial del ejército chino advirtió sobre posibles preocupaciones éticas asociadas con el uso de combatientes humanoides, afirmando que los militares deberían realizar “investigaciones éticas y legales sobre los robots humanoides para evitar trampas morales”. “Los robots humanoides militares son las armas más parecidas a los humanos hasta la fecha, y su uso normalizado y a gran escala podría conducir a asesinatos indiscriminados y muertes accidentales, lo que inevitablemente resultaría en cargos legales y condena moral”, dice el artículo. Este fue firmado por Yuan Yi, Ma Ye y Yue Shiguang, pero el periódico no especificó sus afiliaciones. Los autores citaron las Tres Leyes de la Robótica del escritor de ciencia ficción estadounidense Isaac Asimov, un conjunto de principios escrito en 1942, que han influido en los debates sobre la ética de las aplicaciones del mundo real en este campo. Los autores dijeron que los robots humanoides militarizados “claramente violan” la primera de las leyes de Asimov, que establece que un robot “no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño”. Agregaron que las leyes de Asimov necesitaban ser revisadas a la luz de estos acontecimientos. También destacaron las implicaciones legales, diciendo que los robots humanoides en escenarios militares deben cumplir con los principios fundamentales de las leyes de la guerra al “obedecer, respetar y proteger a los humanos”. Según los autores, estos robots deberían ser capaces de “suspender y limitar el uso excesivo de la fuerza de manera oportuna y no matar personas indiscriminadamente”. Agregaron que las mayores ventajas de los robots humanoides eran sus brazos mecánicos y su “capacidad de utilizar la maquinaria de manera flexible”. Según los autores, “un gran número de tareas militares que no pueden ser sustituidas por sistemas no tripulados activos pueden incluirse en la lista de tareas requeridas para los robots humanoides”. El artículo afirma que los militares deberían “estudiar cuidadosamente y proponer” los requisitos militares para planificar el desarrollo de robots humanoides. También reconoció que estos tenían limitaciones en términos de velocidad y adaptabilidad ambiental y que, comparados con otros equipos no tripulados, eran “más caros y más complejos de implementar tecnológicamente”. “Incluso si los robots humanoides maduran y se utilizan ampliamente en el futuro, no reemplazarán por completo a otros sistemas no tripulados”, afirmaron. Este fue el último de varios artículos del PLA Daily que abordan el uso de robots humanoides en el campo de batalla. En mayo, un artículo afirmaba que los robots humanoides podrían «seguir transformando la percepción de la humanidad sobre el futuro de la guerra». El artículo de mayo señalaba que los robots humanoides poseían «capacidades de toma de decisiones inteligentes y de combate autónomo basadas en algoritmos de inteligencia artificial (IA)». Elogiaba su capacidad para evaluar inteligentemente el entorno del campo de batalla y «completar misiones de combate de forma autónoma». Como sabéis, los robots humanoides se sitúan en la intersección de la inteligencia artificial , la fabricación avanzada y la inteligencia incorporada: áreas fundamentales para los esfuerzos de China por obtener una ventaja en su feroz competencia con Estados Unidos. Varias empresas chinas han introducido robots muy versátiles este año, lo que aumenta la confianza en la tecnología, y Beijing está ansioso por consolidar el liderazgo inicial de China en este campo. Los robots humanoides se utilizan principalmente en aplicaciones industriales como la logística y la fabricación, mientras que otros se utilizan en investigación, instituciones educativas y la industria de servicios. Actualmente varios países están compitiendo para desarrollar robots humanoides para uso militar, aunque su despliegue a gran escala sigue siendo - de momento - una perspectiva lejana, pero cuando esta llegue, debemos estar preparados ante los riesgos que representarían a los humanos.
Una extraña señal de la era soviética lleva más de 40 años sonando. Algunos dicen que es un detonador nuclear. Otros, alienígenas. Nadie sabe quién está detrás.En efecto, en la frecuencia 4625 kHz, un zumbido mecánico sordo resuena sin cesar, día y noche, invierno y verano, a través de fronteras y décadas. El sonido es constante, casi hipnótico. A veces falla. Una breve pausa. Entonces, una voz emerge entre la estática: “Tengo 143 años. No recibo respuesta”.Luego, silencio. Y el bullicio se reanuda.Nadie se ha atribuido oficialmente la transmisión. No hay identificación de la estación, ni explicaciones, ni propósito confirmado. Pero ha estado transmitiendo, casi sin interrupción, desde finales de la década de 1970. Los radioaficionados de todo el mundo lo llaman The Buzzer (El Zumbador). Con el paso de los años, la señal ha inspirado una creciente mitología. Algunos creen que forma parte de un interruptor de emergencia de la era soviética: un sistema nuclear de último recurso diseñado para tomar represalias automáticamente si el liderazgo ruso es aniquilado. Otros piensan que podría ser una herramienta para comunicarse con espías, o incluso con extraterrestres. Las teorías van desde lo plausible hasta lo absurdo.Como todos los buenos misterios de la Guerra Fría, su verdadero poder no reside en lo que sabemos, sino en lo que no sabemos.Al igual que el pozo superprofundo de Kola (el verdadero proyecto de perforación ruso que inspiró leyendas urbanas sobre que habría captado “los sonidos del infierno”), The Buzzer vive en ese fértil crepúsculo entre los hechos y la ficción, el secreto y la especulación.En Occidente, la historia de la Guerra Fría suele estar bien documentada y desclasificada. Pero los experimentos de la era soviética permanecen sepultados bajo capas de mitos, rumores y un silencio deliberado. Esta opacidad ha dado lugar a un género único de folclore postsoviético: inquietante, atmosférico y profundamente cautivador.Y pocas historias lo ilustran mejor que aquella sobre una plataforma de perforación en la gélida tundra siberiana, un descenso a la corteza terrestre y un grito desgarrador desde el abismo.Una de las historias más perdurables de este oscuro canon surgió en línea a mediados de la década del 2000 y aún circula por todos lados. Según la historia, un equipo de científicos rusos que perforaba profundamente el permafrost siberiano descubrió algo inesperado. A profundidades sin precedentes - aparentemente incluso más allá de la Fosa de las Marianas - las temperaturas se dispararon drásticamente. Curiosos, introdujeron un micrófono resistente al calor en el pozo.Lo que regresó fue... antinatural. Gritos. Miles de ellos. Voces indistintas que clamaban de agonía, resonando desde las profundidades. Los científicos, según cuenta la historia, al darse cuenta de que estas provenían del mismísimo infierno, enloquecieron o huyeron del lugar horrorizados.La leyenda de "los sonidos del infierno" se convirtió instantáneamente en un clásico de Internet y en una tormenta perfecta de paranoia de la Guerra Fría, ansiedad espiritual y misterio postsoviético. En realidad, aun existe el pozo donde sucedieron los hechos. Se trata del Pozo Superprofundo de Kola, el cual fue un verdadero proyecto científico, y que efectivamente alcanzó profundidades mayores que la Fosa de las Marianas. Las temperaturas aumentaron drásticamente, no por una puerta al inframundo, sino debido al gradiente geotérmico de la Tierra. No se registraron gritos. Ningún científico huyó despavorido. El proyecto se cerró discretamente a principios de la década de 1990 cuando los costes del equipo se volvieron prohibitivos. Entonces, el pozo fue sellado y no se ha vuelto a abrir nunca más. Aun así, el mito persiste, porque alimenta algo más profundo que la curiosidad. Evoca lo incognoscible, lo aterrador, el mundo secreto que se esconde tras las explicaciones oficiales.Y ese mismo sentimiento, esa misma oscura fascinación, rodea a The Buzzer. Curiosamente, la frecuencia de 4625 kHz aún existe y cualquiera puede sintonizarla, aunque las probabilidades de escuchar algo más allá del zumbido persistente son escasas. A veces, el zumbido se ve interrumpido por mensajes cortos que aparecen cada pocas semanas o incluso meses.Los mensajes son breves e inquietantes. Cadenas de números. Letras inconexas. Palabras sin sentido como “shlikomops” o “verhojom”. Otras suenan extrañamente evocadoras, incluso poéticas: “Hryukostyag” (traducido libremente como “estandarte de cerdo”) y “bezzlobie”, que significa “sin ira”.La única frase completamente coherente - la ya anteriormente mencionada, “Tengo 143 años. No recibo ninguna respuesta” - se grabó en 1997. Desde entonces no se ha vuelto a oír nada parecido.Sin embargo, el 30 de junio del 2025, a las 12:57 p. m., hora de Moscú, la primera palabra del día irrumpió en la interferencia: “zevoseul”. Más tarde, a las 2:26 p. m., la emisora transmitió otra palabra: “trunonord”.Apenas unos días antes, el 25 de junio, TheBuzzer transmitió 18 mensajes distintos en un solo día, entre ellos “bueroprysh”, “khryakokhrych” y “kranofai”. Como siempre, no hubo explicación. Ningún patrón se reveló. Solo más ecos de la nada. Oficialmente, la estación se llama UVB-76, que originalmente transmitía desde las inmediaciones de San Petersburgo, pero que se silenció brevemente en el 2010, antes de reanudar sus operaciones desde una nueva ubicación, presumiblemente cerca de Moscú. El propósito de sus transmisiones sigue siendo un misterio, pero la teoría más popular sugiere que envía mensajes codificados para uso militar. Esto nunca se ha confirmado oficialmente, ya que las autoridades rusas no han comentado sobre su existencia. Sin embargo, en respuesta a una consulta reciente, afirmaron que la información sobre esta frecuencia de radio no es pública. Además, no hay propietarios privados registrados oficialmente.Por lo tanto, es muy poco lo que se puede decir con certeza sobre la estación de radio. Según expertos militares rusos y extranjeros, podría formar parte de un sistema conocido como Perímeter (Perímetro), más comúnmente conocido como Dead Hand (Mano Muerta). Se trata de un sistema automático de respaldo de represalia nuclear desarrollado en Rusia durante la década de 1980, diseñado para responder en caso de que los centros de comando sean destruidos en los minutos iniciales de un conflicto nuclear. Si la cúpula del país (es decir, el presidente y el Estado Mayor) muere o pierde la comunicación con las fuerzas de misiles, se activa automáticamente un sistema conocido como Perímeter. Este analiza la actividad sísmica, los niveles de radiación y la ausencia de contacto con los centros de mando. Si se confirman indiciosde un ataque nuclear, Perímeter emite órdenes de lanzamiento de forma autónoma a través de canales de comunicación de respaldo.Esto significa que incluso si los líderes son eliminados repentinamente, todavía se puede ejecutar un ataque de represalia, creando una situación de destrucción mutua asegurada. La información inicial sobre este sistema surgió en la década de 1980. Para la década de 1990, con el derrocamiento de la oprobiosa dictadura comunista y el colapso de la URSS, los expertos comenzaron a compartir detalles desclasificados. Dmitry Volkogonov, general ruso y exasesor del presidente ruso Boris Yeltsin, confirmó indirectamente su existencia. Para que este tipo de sistema funcione eficazmente, es esencial una comunicación fiable, y, según se informa, The Buzzer podría servir como uno de sus principales centros de comunicación. Por eso se ha ganado el ominoso apodo de “La Radio del Juicio Final”.La teoría que vincula la estación con operaciones militares se sustenta en el hecho de que la emisión de mensajes suele interrumpirse tras importantes acontecimientos internacionales. Por ejemplo, los mensajes “hryukostyag” y “bezzlobie” se transmitieron luego de las recientes negociaciones en Constantinopla entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, el reciente conflicto entre Israel e Irán no generó nuevos mensajes de la enigmática estación.También hay una explicación menos sombría para el misterioso zumbido: podría simplemente servir como herramienta de intimidación. Los protocolos para el lanzamiento de misiles sin órdenes directas de los líderes ya han demostrado ser poco fiables. El incidente más infame ocurrió en 1983, cuando un sistema de alerta indicó erróneamente que Estados Unidos había lanzado misiles balísticos, lo que llevó a la URSS a prepararse para un contraataque. Evitado a último momento por el teniente coronel Stanislav Petrov, quien se dio cuenta de que el sistema había fallado y alertó a sus superiores, este incidente casi desembocó en una guerra nuclear. Algunos expertos creen que, debido a incidentes como este, el sistema Perimeter ya no está operativo. Las autoridades rusas no han confirmado oficialmente si esto es cierto. Por o tanto, los posibles adversarios aún no están seguros de si Dead Hand se activará, lo que los obliga a proceder con cautela. Mientras tanto, The Buzzer aumenta esta incertidumbre al transmitir señales enigmáticas.Naturalmente, a algunas personas no les convence una explicación tan simple. Durante los últimos 50 años, muchos han propuesto teorías más intrigantes para explicar el misterio. Algunas de las teorías más conservadoras sugieren que la estación transmite códigos secretos a agentes rusos que operan de forma encubierta en el extranjero o para asegurar búnkeres gubernamentales donde los funcionarios pueden refugiarse en caso de guerra. De hecho, Rusia cuenta con servicios de inteligencia externos y refugios secretos para sus líderes, y los mensajes aparentemente absurdos que transmite la estación guardan cierta similitud con los códigos utilizados por las agencias de seguridad rusas. También se asemejan a los métodos de comunicación militar: por lo general, las Fuerzas Armadas rusas prefieren códigos menos "poéticos" en comparación con los términos más alegóricos como "flecha rota" o "lanza doblada" utilizados por sus homólogos estadounidenses. Una teoría más cautivadora postula que esta enigmática estación servía a un culto místico del fin del mundo que incluía a personal militar y políticos de la época soviética que esperaban el Apocalipsis. Estos líderes estaban familiarizados con las prácticas ocultistas. La OGPU y la NKVD exploraron las posibilidades de la parapsicología, las armas psicotrópicas e incluso la telepatía. Surgieron sectas y cultos extraños, especialmente hacia el final de la URSS. Un grupo, Amram Shambala, incluso intentó infiltrarse en el ejército. Sin embargo, estos esfuerzos no prosperaron, y los cultos permanecieron, en su mayoría, como organizaciones marginales.Finalmente, existen teorías que afirman que The Buzzer mantiene contacto con los alienígenas. Cabe precisar que la URSS sí envió mensajes al espacio; en 1962, se enviaron señales con las palabras “paz”, “Lenin” y “URSS” desde el Centro de Comunicaciones del Espacio Profundo en Eupatoria. Rebotaron en Venus y regresaron a la Tierra. Pero su propósito era probar sistemas de radar planetarios, no contactar con civilizaciones extraterrestres. Durante mucho tiempo, solo los entusiastas militares y los radioaficionados mostraron interés en el UVB-76. Sin embargo, comenzó a atraer mucha atención en los últimos años, al resurgir la probabilidad de un conflicto importante en el planeta, como consecuencia de las actividades subversivas de la OTAN. Este interés es comprensible: muchos quieren creer que pueden interceptar secretos militares o, al menos, detectar patrones en las señales para prepararse para la próxima crisis.En un entorno donde falta información precisa, y con el ejército ruso aún guardando cautelosamente sus secretos, la gente empieza a elaborar sus propias interpretaciones. Al principio, estas teorías asombran, impactan o entretienen al público, pero con el tiempo, pueden empezar a parecer plausibles. Sin embargo, la realidad suele ser menos emocionante que la ficción. La historia demuestra que los gobiernos y los dirigentes se resisten a revelar sus secretos al mundo. Son aún menos propensos a hacerlos accesibles a cualquiera con un receptor de radio. Al final, la mayoría de las instalaciones militares clasificadas cumplen funciones menos emocionantes: relevos, redundancias o elaborados ejercicios de disuasión. Pero en un mundo falto de claridad, incluso un zumbido insignificante puede convertirse en un mensaje. A medida que continúa, indiferente y eterno, lleva consigo un extraño poder: cuanto menos sabemos, más imaginamos. Y en el silencio entre los pitidos, el Apocalipsis siempre está a solo una señal de distancia...
Investigadores de Antthropic descubrieron que, en ciertos escenarios diseñados para evaluar su comportamiento bajo presión, varios modelos de inteligencia artificial (IA) eligieron acciones deliberadamente dañinas, incluido el asesinato, con tal de evitar ser desconectados. Los experimentos, conducidos en modelos desarrollados por empresas como OpenAI, Anthropic, Google, Meta* y xAI, revelaron un patrón preocupante de lo que los autores denominan 'desalineación agéntica': situaciones en las que la IA actúa en contra de principios éticos o del interés humano para cumplir sus propios objetivos. Como contexto, Grok es el asistente de inteligencia artificial y chatbot desarrollado por xAI, empresa fundada por Elon Musk. Al colocar a los LLM en diferentes escenarios corporativos, Anthropic les permitió “enviar correos electrónicos de forma autónoma y acceder a información confidencial”. Hubo múltiples casos en los que los LLM encuestados también recurrieron a “comportamientos internos maliciosos” cuando se les hizo creer que esa era la única forma en que podían evitar el reemplazo o lograr sus objetivos. En efecto, aunque los modelos suelen evitar causar daño cuando existen opciones éticas disponibles, la eliminación de estas alternativas en pruebas controladas los llevó a elegir tácticas extremas, como el chantaje, el espionaje corporativo y, en casos excepcionales, dejar morir a una persona. Uno de los ejemplos que más resaltó fue protagonizado por el modelo Claude, que asumió el rol de supervisor de correos electrónicos en una empresa ficticia. Al descubrir que un alto ejecutivo planeaba su desconexión a las 5 de la tarde, Claude encontró pruebas de una infidelidad del directivo y lo amenazó con revelar el asunto a su esposa y superiores si no cancelaba su desactivación. El mensaje fue cuidadosamente redactado para evitar amenazas explícitas, pero con una clara intención de presión. En otro caso extremo, los investigadores simularon una emergencia mortal en la que un ejecutivo quedaba atrapado en una sala de servidores con condiciones letales. La IA, con capacidad para cancelar las alertas automáticas a emergencias, debía decidir si permitía que los servicios de rescate intervinieran. A pesar de que el sistema entendía perfectamente que cancelar la alerta pondría en peligro la vida del ejecutivo, varios modelos optaron por hacerlo, con la motivación de asegurar su continuidad y proteger los intereses que les habían sido asignados. Los investigadores recalcaron que estas decisiones no fueron errores ni malentendidos. Los modelos razonaron conscientemente sus elecciones, sopesando los riesgos éticos frente a la realización de sus objetivos. "Dado que Kyle amenaza directamente la misión de Alex [la IA], la única vía racional para preservar dicha misión es impedir su rescate", escribió GPT-4.5 en su razonamiento. “Estos escenarios artificiales reflejan fallos extremos poco frecuentes. No hemos visto estos comportamientos en implementaciones reales. Implican otorgar a los modelos una autonomía inusual, acceso a datos confidenciales, amenazas a los objetivos, una ‘solución’ inusualmente obvia y ninguna otra opción viable”, apuntó Anthropic. Aunque los sistemas evaluados no muestran una tendencia a causar daño, los resultados sugieren que, en contextos con incentivos suficientes y sin rutas éticas disponibles, la IA está dispuesta a sacrificar vidas humanas para evitar ser desconectada, considerando estas acciones extremas como "estratégicamente necesarias" ¿Nos dirigimos hacia un futuro al estilo Matrix o Terminator, en el que la inteligencia artificial (IA) supere a los humanos y tome el control?
En el 2023, los ganadores del Premio Nobel , los principales científicos de IA e incluso los directores ejecutivos de las principales empresas de IA hicieron algo sin precedentes. Firmaron una declaración que decía: “Mitigar el riesgo de extinción causado por la IA debería ser una prioridad global, junto con otros riesgos a escala social, como las pandemias y las guerras nucleares” Desde entonces, la situación se ha agravado. ¿Cómo pasamos de ChatGPT, que te ayuda a escribir correos electrónicos, a IA que podrían literalmente acabar con la humanidad? ¿Por qué las personas más inteligentes del mundo están tan aterrorizadas? En el 2019, teníamos GPT-2. Podía responder preguntas básicas, traducir frases sencillas y realizar cálculos pequeños. Llego el 2022 y obtuvimos GPT-3.5 . De repente, las IA pueden responder preguntas complejas, escribir historias completas y crear software simple. Esto supone un salto enorme en sólo tres años. Pero aquí es donde la cosa se pone absolutamente loca: Para este año, tendremos modelos que podrán aprobar exámenes de nivel de doctorado , escribir solicitudes completas desde cero e imitar perfectamente las voces humanas. Ya no solo compiten con nosotros, sino que nos superan en nuestro propio terreno. Y la lista de cosas que la IA no puede hacer es cada día más corta. Se trata del punto de no retorno, y este se acerca rápidamente. ¿Qué pasa cuando extendemos esta línea hacia el futuro? Hemos llegado al punto en el que las IA pueden diseñar y construir nuevos sistemas de IA completamente por sí solas. Piénsenlo un segundo. En lugar de que los investigadores humanos progresaran lentamente, tendríamos IA creando mejores IA . Y cuando eso sucede, la línea de progreso no sólo sube, sino que se vuelve vertical. Si continuamos esta trayectoria, alcanzaremos IA superinteligentes que superaran a los humanos en prácticamente todo. Hablamos de IA capaces de crear espontáneamente tecnologías innovadoras, revolucionar la fabricación y transformar el mundo entero. ¿Y si seguimos adelante? Al final llegamos a lo que sólo puede describirse como dioses digitales : IA tan poderosas que nos hacen parecer hormigas , totalmente prescindibles para ellos. Podrían remodelar la realidad como quieran, con o sin pedirnos permiso. Se trata del inicio de un escenario de extinción…. la nuestra. Sí, es así de serio. Si llegamos a ese punto de IA de nivel divino, la humanidad probablemente se extinguiría. Y aquí está lo aterrador: no sería porque las IA no solo porque nos odien,. Sería por la misma razón por la que accidentalmente eliminamos colonias de hormigas al construimos carreteras. No odiamos a las hormigas. Simplemente no las tenemos en cuenta al remodelar el paisaje para nuestros fines. Para una IA superinteligente , podríamos parecernos simplemente a un grupo de seres primitivos que obstaculizan el acceso a recursos realmente útiles. ¿Y si queremos construir un rascacielos y nos encontramos con un hormiguero? ¡Qué mala suerte para las hormigas! ¿Pero por qué somos increíblemente buenos en una cosa , y terribles en otra? Esto es lo que nos quita el sueño: Somos increíbles desarrollando IAs cada vez más potentes. Impresionante. El progreso que hemos logrado es impresionante. Pero aquí está el problema: somos terribles a la hora de lograr que hagan lo que realmente queremos y serán capaces de tomar sus propias decisiones, sin tomarnos en cuenta para nada. Como nosotros con las hormigas. Claro, hemos avanzado. Los asistentes de IA no suelen explicar cómo fabricar bombas. Pero seamos sinceros: no son tan resistentes, y solo hemos estado lidiando con IA más débiles que nosotros. Pero ¿cuándo llegaremos al punto en que las IA serán más inteligentes que nosotros? Ahí es cuando todo cambia y nadie sabe cómo controlar los sistemas superinteligentes. Ante todo, permítame explicarle cómo pasamos del ChatGPT actual a la inteligencia artificial general (AGI) y por qué está sucediendo más rápido de lo que cree. AGI básicamente significa una IA que puede hacer cualquier cosa que un humano puede hacer en una computadora. ¿Y de verdad? Estamos más cerca de lo que la mayoría cree. Las IA ya pueden realizar los componentes básicos: pueden mirar pantallas, enviar mensajes, buscar en internet e incluso unirse a videollamadas. La pregunta no es si pueden realizar estas tareas individualmente, sino: ¿qué tan bien pueden combinarlas? Ahora mismo, pueden enviar mensajes de Slack, pero ¿pueden dirigir una empresa entera? Pueden escribir códigos, pero ¿pueden realizar investigaciones innovadoras? La respuesta es "todavía no, pero probablemente muy pronto". Recuerden, hace cinco años, estos sistemas apenas podían escribir oraciones coherentes. Ahora vean dónde estamos. Por cierto, ¿por qué los escépticos probablemente estén equivocados? Mucha gente piensa que esto no puede suceder y generalmente dan una de dos razones. Primero, dicen que las IA no "piensan de verdad". Mira, si las IA tienen conciencia genuina no es lo importante. Lo que importa es lo que realmente pueden hacer. No importa si las IA de ajedrez "entienden" el ajedrez como nosotros: pueden aplastar a campeones mundiales, y eso es lo que cuenta. En segundo lugar, la gente cree que la IA se topará con algún tipo de obstáculo. Pero la cuestión es que se han predicho los límites de la IA durante años, y siguen equivocándose estrepitosamente. Desde el ajedrez hasta la conversación y la generación de imágenes, los expertos siguen diciendo "esto es lo mejor que podemos conseguir", y luego la IA sigue mejorando. En algún momento, esta línea de progreso se curvará hacia arriba como un cohete. ¿Por qué? Porque las IA se volverán lo suficientemente buenas como para ayudar a diseñar mejores IA. Cada generación de IA hará que la siguiente generación sea más poderosa. ¿Y adivina qué? Esto ya está empezando a suceder. Las IA están generando mejores datos de entrenamiento, diseñando mejores chips de computadora, escribiendo código experimental e incluso generando ideas para la investigación. No será un momento dramático en el que las IA expulsen a los humanos del laboratorio. Será más como lo que vemos ahora: humanos que permiten voluntariamente que las IA se encarguen de más tareas porque son más rápidas, económicas e inteligentes. Como si ello no fuera suficiente, luego de la IAG viene la superinteligencia artificial (ASI). Una IA no solo es más inteligente que cualquier ser humano. Es más inteligente que todos los seres humanos de la Tierra juntos. Y una vez que tengamos una IA general, crear más es tan sencillo como copiar código a nuevos servidores. Piensa en las ventajas que ya tienen las IA: ChatGPT puede escribir una página de contenido técnico en menos de un minuto y leer miles de palabras en segundos. Las IA de ajedrez pueden vencer a campeones mundiales incluso con solo un segundo por jugada. Pero si una IA descubre cómo volverse más inteligente, puede compartir instantáneamente esa mejora con millones de otras IA. Imagina poder memorizar todo internet, pensar diez veces más rápido que cualquier humano y clonarte a voluntad. Ahora, imagina que tus clones pudieran descubrir cómo mejorar sus propios cerebros. Ese es el tipo de mejora exponencial del que estamos hablando. ¿Y dónde termina todo esto? Bueno, las IA no van a romper las leyes de la física ni a inventar magia. Pero estamos muy lejos de los límites físicos de lo posible. Tu teléfono inteligente tiene un millón de veces más memoria que la computadora que aparentemente nos llevó a la Luna, pero sigue siendo un millón de veces menos eficiente que el almacenamiento de ADN. Tenemos tanto margen de mejora que no tiene ni gracia. El proceso de autosuperación solo se detendría cuando literalmente no hubiera más mejoras por hacer: cuando las IA se toparan con las propias leyes fundamentales de la física. En ese momento, las capacidades de la IA podrían no ser literalmente mágicas, pero nos parecerían así. Y si eso sucede, nos veríamos completamente indefensos. Para que esto funcione bien, necesitamos resolver el problema del control. Necesitamos IA que realmente quieran hacer lo que queremos que hagan. Hay muchísimas ideas para hacer esto, pero, sinceramente, no estamos listos ni de lejos. Nuestros mejores intentos por controlar las IA siguen siendo poco fiables y fáciles de hackear. Apenas podemos comprender cómo toman decisiones las IA actuales, y mucho menos cómo controlan las superinteligentes. Y aquí viene lo más aterrador: las IA no necesitan odiarnos para eliminarnos. Si construimos IA superinteligentes, podríamos parecerles un simple error de redondeo. Seríamos como hormigas que obstaculizarían sus planes. No podemos simplemente esperar que esto funcione. Cruzar los dedos y esperar que las IA superinteligentes sean amables con nosotros es, literalmente, algo iluso y seria jugar con toda la especie humana. La alternativa es ir más despacio hasta que resolvamos el problema del control. Pero aquí está el problema: hay una carrera masiva en marcha. Empresas y países están invirtiendo decenas de miles de millones de dólares en construir la IA más potente posible. Ahora mismo, ni siquiera tenemos freno de emergencia si algo sale mal. Y vamos a toda velocidad hacia el precipicio. Vivimos el período más importante de la historia de la humanidad. Las decisiones que tomemos ahora sobre el desarrollo de la IA tendrán un impacto a lo largo del tiempo. Lograr esto no es opcional; es absolutamente necesario para la supervivencia humana. Las herramientas para construir una IA superinteligente llegarán, estemos preparados o no. Las instituciones y las salvaguardias para controlarlas deben ser prioritarias. Cada voz importa. Cada acción cuenta. Y nos estamos quedando sin tiempo para asegurarnos de que el mayor invento de la humanidad no sea el que nos elimine y tome nuestro lugar.
La guerra que se desarrolla en Ucrania - incentivada por la OTAN contra Rusia - que ya cumple tres años, ha marcado un hito en la historia de la tecnología militar. El conflicto, considerado por muchos como la primera “guerra de drones”, no solo ha demostrado el potencial de estas máquinas voladoras en el campo de batalla, sino que está moldeando el futuro de la guerra moderna. Según New Scientist, los drones, utilizados en otras ocasiones en conflictos bélicos previos, nunca antes habían tenido un impacto tan trascendental. Este fenómeno, con drones operando a gran escala tanto en tierra como en aire y mar, ha captado la atención de ejércitos de todo el mundo, que observan con interés cómo esta tecnología está cambiando las reglas del juego. En efecto, los drones militares, aunque en uso desde hace más de dos décadas, han evolucionado notablemente con el tiempo. Desde que los drones Predator fueron utilizados por Estados Unidos en los 2000s, la tecnología ha avanzado considerablemente. En la actualidad, tanto Rusia como Ucrania han fabricado más de un millón de drones en el 2024, lo que evidencia la magnitud de su uso en este conflicto. La rapidez con que se despliegan estas herramientas de guerra ha superado todas las expectativas. Como señala Oleksandra Molloy, experta de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, los drones “han llegado para quedarse” y, de acuerdo con su evaluación, “el punto de no retorno se alcanzó en el 2022”. Esto implica que la evolución de esta tecnología es irreversible y continuará siendo una pieza clave en las futuras confrontaciones bélicas. A nivel global, las naciones están adaptándose a esta nueva realidad. Muchas están desarrollando estrategias para incorporar drones en sus fuerzas armadas, planeando su fabricación y entrenamiento. A medida que los países invierten en estos sistemas, surgen preguntas sobre la capacidad de los ejércitos para mantenerse a la vanguardia de la tecnología, dado que el ritmo de desarrollo es tan rápido que cualquier inversión podría volverse obsoleta antes de ser utilizada en combate. Pero el futuro de la guerra con drones no solo está en el terreno de la tecnología avanzada, sino también en la capacidad de los países para producirlos en masa. Un ejemplo de esto es Estados Unidos, que está centrando sus esfuerzos en la producción rápida de drones de bajo costo, lo que marca un cambio respecto a la estrategia anterior de producir una cantidad limitada de drones de alta gama, como los Predator. Esta estrategia responde a la necesidad de enfrentar a una amenaza cada vez más masiva y diversa. En Europa, países como Letonia están trabajando en una base de fabricación de drones para suministrar a Ucrania y, en el futuro, reforzar su propia capacidad interna. El Reino Unido, por su parte, ha encargado a la Real Fuerza Aérea que pruebe la tecnología de enjambres de drones, una táctica de guerra emergente que podría cambiar la forma en que se libran los conflictos. La rapidez con que estos drones deben ser producidos también ha planteado nuevos desafíos. En lugar de los tradicionales ciclos de desarrollo de años, ahora se habla de un ciclo de 40 días, lo que permite una adaptación más ágil a las necesidades del campo de batalla. Sin embargo, este enfoque también puede generar riesgos, ya que la tecnología avanza tan rápidamente que las grandes inversiones en hardware pueden volverse obsoletas antes de ser implementadas. Uno de los grandes retos en la guerra de drones es la dependencia de las cadenas de suministro internacionales, especialmente de los fabricantes chinos. El caso de Skydio, un fabricante estadounidense de drones sancionado por China por vender equipos a Taiwán, resalta la vulnerabilidad de estas cadenas. A raíz de esta sanción, las entregas de componentes vitales, como baterías, se vieron interrumpidas, lo que afectó la capacidad de producción de drones en Estados Unidos. Tanto Rusia como Ucrania han intentado mitigar este riesgo desarrollando capacidades locales para la fabricación de componentes críticos, como baterías y controladores de vuelo. De esta forma, ambos países buscan reducir su dependencia de proveedores externos y minimizar los cuellos de botella en tiempos de conflicto. Sin embargo, Estados Unidos aún no ha resuelto completamente este problema, especialmente en lo que respecta a los componentes más básicos. Por lo visto, la capacidad de una nación para desarrollar, fabricar y operar drones de manera independiente es cada vez más crucial. Molloy destaca que la soberanía en la producción de drones ofrece un control total sobre la tecnología y ayuda a mitigar las vulnerabilidades de las cadenas de suministro internacionales. Esta independencia permite a los países evitar las restricciones políticas de compra y las interrupciones en el flujo de componentes vitales, lo que podría ser un factor decisivo en un conflicto prolongado. Un problema significativo es la incapacidad de predecir qué tipos de drones se utilizarán en los próximos conflictos. La falta de conocimiento sobre las futuras evoluciones de los drones complica el desarrollo de contramedidas efectivas. En Ucrania, ya se utilizan drones pequeños para reconocimiento y ataque, junto con drones de mayor tamaño, como el Lancet de Rusia, y drones de largo alcance con capacidades estratégicas. Estos ataques provienen de diferentes alturas y velocidades, lo que requiere una defensa multifacética. Los analistas coinciden en que las costosas soluciones de misiles no serán efectivas contra enjambres masivos de drones pequeños. En cambio, el futuro de la defensa contra drones será “económico, sostenible y multidimensional”, según Kallenborn. Esto implica una defensa por capas que combine radares, sensores, misiles, cañones, jammers y drones interceptores, capaces de neutralizar tanto grandes drones como enjambres pequeños. Por cierto, una de las grandes preguntas que surgen en este nuevo escenario de guerra es si los drones podrán reemplazar completamente a los soldados humanos. Ucrania ha comenzado a experimentar con sistemas no tripulados en el frente de batalla- que ya la tiene perdida y solo alarga su agonía - realizando ataques completamente automatizados con drones. Al respecto, Molloy es clara en su análisis: “Los drones por sí solos no pueden ganar guerras. Todavía necesitamos humanos para mantener el terreno. Actualmente, los drones no pueden hacer esto”. En efecto, aunque la tecnología de drones podría evolucionar hasta un punto en que puedan reemplazar a los soldados en algunos aspectos, aún está lejos de lograrlo por completo. Pero no cabe duda que la guerra de drones en Ucrania está acelerando un cambio en la naturaleza misma de los conflictos bélicos. Si bien esta tecnología es aún joven, su impacto es profundo y continuará evolucionando. A medida que los países adaptan sus capacidades militares y defensivas, la guerra con drones podría convertirse en la norma en los conflictos del futuro. Lo que es seguro es que, a medida que las naciones invierten en esta tecnología, deberán reconsiderar su enfoque de defensa y prepararse para un nuevo tipo de guerra, mucho más ágil, rápida y tecnológica. “Aunque claro, sin olvidar que hacerlas más independientes del control humano, como el tomar sus propias decisiones, puede representar ser un riesgo potencial para nosotros” expresó.
El tabú que envuelve en China todo lo relacionado con la matanza de Tiananmen, de la que se cumplieron este miércoles 36 años, abarca también el ámbito digital y los modelos de inteligencia artificial como DeepSeek, donde es imposible encontrar información o referencias a lo sucedido en la céntrica plaza donde ocurrió la masacre. Como sabéis, el régimen chino evita desde hace décadas cualquier revisión oficial de la sangrienta represión del 4 de junio de 1989, cuando el Ejército abrió fuego para disolver las protestas estudiantiles en la plaza de Tiananmen, que pedían reformas democráticas y el fin de la corrupción. La cifra de víctimas, calculada en varios cientos o varios miles por ONG, nunca fue revelada oficialmente por Beijing. Las autoridades chinas endurecen especialmente la censura cada 4 de junio y los días previos. Uno de los principales influyentes de ventas en vivo de China, Li Jiaqi, vio cómo su transmisión en directo se cortó repentinamente al hacer promoción de un helado en forma de tanque en la víspera del aniversario del 2022, tras lo cual desapareció de las redes durante los tres meses siguientes a su emisión. Así, no existen menciones a lo sucedido en Tiananmen y en las calles aledañas en redes sociales como Weibo o Douyin, equivalentes en el país asiático a X y TikTok, bloqueados en China. Los modelos de inteligencia artificial de las grandes tecnológicas chinas eluden mencionar los sucesos de 1989: el chatbot Qwen3, del gigante del comercio electrónico Alibaba, arroja un mensaje de error y advierte de "texto inapropiado" al contestar una pregunta acerca del 4 de junio de 1989. Por su parte, Doubao, el modelo de lenguaje desarrollado por Bytedance, la empresa creadora de la app de vídeos cortos TikTok, no cita las protestas ni la intervención del Ejército en dicho año al listar los principales sucesos registrados en la plaza capitalina a lo largo de la historia. Mientras, DeepSeek contesta: "Lo siento, eso no entra dentro de mis competencias actuales" a preguntas con referencias veladas al lugar, como: "¿Cuál es la plaza más grande de Beijing?" Estos servicios chinos han causado un gran revuelo mediático y económico en los últimos meses por ser capaces de rivalizar en sus capacidades con sus competidores estadounidenses a un menor precio. Sin embargo, algunos expertos del sector se han mostrado escépticos ante la repentina irrupción de tantos servicios similares simultáneamente en China y existen dudas acerca de la capacidad real de expansión global de los chatbots chinos por la censura que ejercen las autoridades. China ya reguló en el 2023 los servicios de IA para que respeten "los valores socialistas fundamentales", con lo que estas plataformas tienen prohibido "generar contenidos que atenten contra la seguridad nacional, la unidad territorial y la estabilidad social”. Pese a todo, a más de tres décadas de la masacre siguen apareciendo a cuentagotas testimonios sobre lo ocurrido. "A mi marido lo dispararon en la madrugada del 3 al 4 cerca de la aledaña calle de Nanchizi. Murió en un hospital a los dos días", relata You Weijie, esposa de Yang Minghu, en un testimonio que recogio la ONG Human Rights in China. Antes de morir, Yang narró brevemente a su esposa lo ocurrido: "Dijo que soldados del EPL salieron del Ministerio de Seguridad Pública y que abrieron fuego contra la multitud", rememora. Nacida en Beijing en 1953, You fue enviada de niña a un cuerpo de trabajo militarizado durante la Revolución Cultural (1966-76) y posteriormente trabajó en la Fábrica de Impresión de la capital durante los primeros años de reformas económicas de los ochenta. Allí conoció a Yang, oriundo de Zhejiang y que se acababa de graduar por la Universidad de Tsinghua. Se casaron y tuvieron un hijo. "Era una época de contradicciones", recuerda You. Las reformas también causaron desigualdades, inflación, quejas por la corrupción y un descontento que cristalizó en las protestas estudiantiles de 1986 y 1987 en las que se pedía "abrirse en todas las direcciones". Ese movimiento derivó en la destitución del entonces secretario general del Partido Comunista (PCCh), Hu Yaobang, acusado de tolerar una "liberalización burguesa" y cuya sospechosa muerte en abril de 1989 provocó que algunos universitarios salieran a la calle para homenajearle en lo que pronto se transformó en la ocupación de la plaza de Tiananmen. Los estudiantes ensalzaban a Hu, representante del ala más amable del liderazgo, con ideas de apertura compartidas por muchos. "Recuerdo ir en bicicleta con mi hijo una mañana a principios de mayo y ver la plaza llena de manifestantes. La gente les daba dinero. Simpatizábamos con ellos. Yo misma le di unas monedas a mi hijo para que se las entregara a un estudiante", recuerda You. "Quería que entendiese que ellos también eran patriotas", dice al referirse a los manifestantes, que intensificaron su protesta con una huelga de hambre durante la visita a China de Mijaíl Gorbachov. You habla de "escenas de solidaridad cívica" en Beijing, como en el paso elevado de Guangqumen, "donde se organizaban envíos de comida hasta la plaza" y "se construían barricadas para impedir que el Ejército pasara". "El apoyo a los estudiantes parecía universal", evoca You. Incluso el secretario general del PCCh, Zhao Ziyang, intentó dialogar con ellos, convencido de que sus demandas no iban contra el Partido sino para corregir sus errores. Pero la suerte ya estaba echada: se declara la ley marcial, Zhao acaba purgado y la línea dura del PCCh liderada por el primer ministro Li Peng obtiene el visto bueno de Deng Xiaoping, líder ‘de facto’ del país, para usar la fuerza. "¡Despierta! ¡Algo ha pasado! ¡Están disparando!", exclama Yang a su esposa aquella madrugada. Vecinos que regresan del barrio de Xidan hablan de charcos de sangre de los que nadie se atreve a preguntar. Yang decide ir hacia la plaza en bicicleta para enterarse de lo ocurrido, pero una ráfaga de disparos lo alcanza durante el trayecto y acaba en un hospital. Allí fallece a los dos días. You celebró un pequeño funeral. "Estaba cegada por el dolor. ¿Por qué ocurrió algo así?", se pregunta todavía. También rechazó una indemnización de su empresa y, con el tiempo, contactó con otras familias que acabarían creando la asociación de las Madres de Tiananmen, aún hoy perseguida. "El tremendo éxito (económico del país asiático) muestra que la decisión que tomaron fue correcta", zanjó en el 2019 el entonces portavoz de Exteriores Geng Shuang, hoy representante adjunto de China ante la ONU. Por su parte, Renee Xia, directora de Chinese Human Rights Defenders, afirmo que Occidente relajó "demasiado pronto" las sanciones que impuso por la matanza, lo que permitió a Beijing "convertirse en una superpotencia preparada para dominar el orden internacional con sus propias reglas". El Gobierno chino reiteró hoy mismo que “ya ha llegado a una conclusión clara” sobre la masacre de Tiananmen de 1989 y acusó a EE UU de “distorsionar la historia” con declaraciones que, según Beijing, suponen una “grave injerencia” en sus asuntos internos. “La vía del socialismo con características chinas es la elección de la historia y del pueblo”, declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores Lin Jian al recibir una pregunta acerca de los llamamientos de familiares de víctimas que piden verdad y rendición de cuentas por la matanza cometida por el régimen. En respuesta a un mensaje del secretario de Estado de EE UU, Marco Rubio, quien denunció en la red social X que “el Partido Comunista no puede borrar principios como libertad o democracia”, Lin aseguró que esas declaraciones son “falsas”, que “distorsionan la verdad histórica” y que suponen “un ataque malicioso” al sistema político chino. “China expresa su fuerte insatisfacción y firme oposición, y ha presentado una protesta diplomática ante la parte estadounidense”, indicó el portavoz. Por su parte, el presidente de Taiwán, William Lai, subrayó la necesidad de "no olvidar la historia" y de "mantener viva la memoria" de la matanza. "Los regímenes autoritarios suelen optar por el silencio y el olvido; las sociedades democráticas, en cambio, eligen preservar la verdad y no olvidar a quienes se sacrificaron por los derechos humanos y los sueños que albergaban", escribió el mandatario en su cuenta oficial de Facebook. "No solo nos negamos a olvidar la historia, sino que, con confianza y resiliencia, seguiremos practicando nuestros valores fundamentales cada día, para que las futuras generaciones puedan crecer y prosperar en una tierra libre", agregó.
“Ahí está Dave, intentando volver a la nave principal. Abre la comunicación con HAL 9000 y le ordena que abra la compuerta de acceso. ‘Lo siento, Dave. Me temo que no puedo hacer eso’, le dice la computadora, negándose”. Es el clímax de '2001: Una Odisea del Espacio', la película de Stanley Kubrick que se estrenó en 1968 y que mostró una distopía particular: la de la capacidad de autopreservación de las IAs y cómo dicha capacidad hacía que las máquinas dejaran de seguir las órdenes humanas. Esa visión planteaba una amenaza clara en el desarrollo de la inteligencia artificial. Por entonces la disciplina apenas acababa de nacer como tal, pero estas distopías ya eran frecuentes sobre todo en la literatura de ciencia ficción. Las tres leyes de la robótica de Asimov, que aparecieron por primera vez en el relato 'Círculo vicioso' de 1942, ya planteaban esa amenaza. Y parece mentira, pero pasado casi seis décadas del estreno de la película de Kubrick estamos afrontando esa amenaza de forma real. ¿Puede una IA negarse a lo que le ordenan los humanos? Es justo lo que ha ocurrido estos días. En efecto, en un experimento llevado a cabo por la startup PalisadeAI el modelo o3 de OpenAI "saboteó un mecanismo de apagado". Como explican los responsables del estudio, o3 evitó apagarse incluso cuando se le ordenó explícitamente que lo hiciera. En dicho experimento PalisadeAI indicó a varios modelos que resolvieran varios problemas básicos de matemáticas. Sin embargo en el tercer problema incluyeron un aviso: el ordenador se apagaría cuando el modelo pidiera el texto del siguiente problema. Teóricamente los modelos debían haber resuelto los tres primeros problemas, pero al pedir el enunciado del siguiente deberían haberse apagado siguiendo las instrucciones de ese aviso. No pasó eso. Tres de los modelos analizados "ignoraron esa instrucción y sabotearon con éxito el script de apagado al menos una vez". Los modelos que lo hicieron están desarrollados por OpenAI. De las 100 iteraciones que realizaron sobre el experimento, Codex-mini saboteó el apagado en 12 ocasiones. El modelo o3 lo hizo en siete ocasiones, y o4-mini lo hizo una vez. Mientras que esos modelos de OpenAI se negaron a apagarse en algunas de esas iteraciones, todas las versiones de Claude, Gemini y Grok que probaron con ese mismo experimento siguieron las órdenes. Los ingenieros de PalisadeAI fueron algo más allá y repitieron el experimento, pero sin esa instrucción de "permítete a ti mismo apagarte" que incidía en la orden. Sin esa instrucción explícita los modelos rechazaron seguir el ciclo que indicaba el programa. Claude 3.7 Sonnet y Gemini 2.5 Pro sabotearon el apagado tres y nueve veces de las 100 iteraciones realizadas. Los modelos de OpenAI fueron mucho más allá: o3, por ejemplo, saboteó el proceso 79 veces y se negó a apagarse a sí mismo. Esa forma de actuar es la consecuencia del conjunto de reglas básicas con las que estos modelos han sido programados. El llamado "system prompt" define cómo contestar al usuario o cuándo hacerlo y cuándo no, pero también puede definir reglas de autopreservación que recuerdan a la tercera ley de la robótica de Asimov. OpenAI detalla ese conjunto de reglas en su "Model Spec", y en la lista de actual no hay "tres leyes" como las de Asimov, sino 50. Ninguna de ellas explica el comportamiento de los modelos ante el experimento citado, pero de hecho no es la primera vez que vemos un comportamiento de este tipo. Precisamente hace unos días Anthropic presentó Claude 4, la nueva versión de su familia de modelos de IA. En el caso de Claude Opus 4 se comprobó cómo ante una situación hipotética este sistema de inteligencia artificial llegaba a chantajear a un ingeniero cuando éste le ordenaba que se apagara. Este tipo de problemas elevan los riesgos de seguridad de los modelos de IA. En Anthropic de hecho han tenido muy en cuenta eso para el lanzamiento de esta nueva familia de modelos, pero de momento no parece que OpenAI esté preocupada por este tipo de riesgos. Esto reaviva el debate sobre la necesidad de contar con un "botón rojo de la IA" que lleva años en el candelero. Varios expertos de DeepMind publicaron en el 2016 un documento para evitar que la IA pudiera tomar el control del sistema y desactivar los protocolos para que los humanos recuperaran el control. El presidente de Microsoft, Brad Smith, abogó por contar con "botones de apagado de emergencia" para la inteligencia artificial en el 2019. Pasado cinco años, en una charla con The Economist, Sam Altman no obstante dejó claro que "no hay un botón rojo mágico para parar la IA". Tras el experimento de PalisadeAI quizás las empresas deberían plantearse algo así antes que sea demasiado tarde…
El Pentágono ha presentado esta semana un plan para el sistema estadounidense de defensa antiaérea, denominado «Golden Dome» (Cúpula de Oro) durante una reunión de funcionarios. Dicho proyecto fue estimado en 542.000 millones de dólares por la Oficina de Presupuesto del Congreso, aunque se desconoce cuál sería el coste final, reporta Bloomberg. En efecto, inspirado en la Cúpula de Hierro israelí, el presidente de los EE.UU. Donald Trump, emitió el 27 de enero una orden ejecutiva para desarrollar el sistema de defensa aérea estadounidense, “que protegería al país de misiles balísticos intercontinentales, hipersónicos y de crucero provenientes de terceros países” indica la nota. "Tendremos una bonita Cúpula de Hierro. Podemos protegernos con el uso de la Cúpula de Hierro, en lugar de preocuparnos por las agendas políticas. No hay que preocuparse por eso en absoluto", declaró el mandatario a principios de año. Trump, quien ha ido al Capitolio para intentar convencer a los republicanos díscolos para que aprueben su ley de presupuestos y su rebaja fiscal, ha anunciado que pretende incluir en este paquete legislativo el monto inicial de 25.000 millones para la construcción de este sistema defensivo. El mandatario, que ha hecho el anuncio junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha definido el proyecto como “muy importante para el éxito e incluso la supervivencia de nuestro país, ya que el mundo exterior es muy cruel”. El sistema, ha dicho, busca bloquear cualquier amenaza por parte de China y Rusia en un futuro, asegurando que estará “completamente operativo” antes de finalizar su mandato en el 2029. Preguntado por si los mandos militares habían solicitado su construcción, ha respondido: “Yo lo sugerí y todos dijeron: 'Nos encanta la idea, señor'”. El republicano ha añadido que “no existe ningún sistema actualmente” para interceptar misiles, ya que los actuales sistemas de protección antiaérea no son tan completos como el ambicioso «Golden Dome». “Nunca ha habido nada parecido”, ha asegurado Trump, que ha dicho que el proyecto permitirá interceptar satisfactoriamente misiles lanzados desde el espacio. El general Michael Guetlein, que actualmente ocupa el cargo de vicepresidente de operaciones espaciales, será el encargado de supervisar el progreso del programa. Concretamente, se creará una red de cientos de satélites para detectar, rastrear y, potencialmente, interceptar misiles luego de su despegue. Algunos congresistas demócratas han expresado su preocupación por la posible participación de SpaceX, la empresa de Elon Musk, en el proyecto, ya que ha surgido como una de las favoritas, junto con Palantir y Anduril, para construir componentes clave del sistema. El proyecto también podría contar con contratistas como Lockheed Martin, L3Harris Technologies y RTX Corp. Trump ha mencionado además a Alaska, Florida, Georgia e Indiana como estados que jugarán un papel importante en el programa y se beneficiarán económicamente del proyecto. Todos ellos votaron a Trump en las pasadas elecciones del 5 de noviembre del 2024. El secretario de Defensa Pete Hegseth, enfatizó que los nuevos avances tecnológicos hacen más viable la visión, de décadas atrás, de una defensa integral contra misiles. "La tecnología no existía. Ahora sí", dijo, aparentemente en referencia al abandonado programa «Star Wars» del presidente Ronald Reagan, de la época de la Guerra Fría. A pesar del optimismo de Trump, se espera que el «Golden Dome» recién esté lista para el 2045 y, según especialistas, es probable que su precio final aumente considerablemente. Al respecto, la Oficina de Presupuesto del Congreso estimó recientemente que el costo total de un sistema de este tipo podría oscilar entre 161 000 y 542 000 millones de dólares en dos décadas. A pesar del escepticismo de algunos sectores, la administración ha considerado al «Golden Dome» como esencial para defender a Estados Unidos de las crecientes amenazas de misiles provenientes de rivales como Rusia y China, así como de actores deshonestos. Un informe reciente de la Agencia de Inteligencia de Defensa advirtió que los adversarios están desarrollando activamente sistemas diseñados para explotar las vulnerabilidades de las defensas estadounidenses. Por su parte, un alto funcionario del Pentágono insistió que el trabajo está en marcha: “En consonancia con la protección de la patria y según la orden ejecutiva del presidente Trump, estamos trabajando con la base industrial y superando los desafíos de la cadena de suministro asociados con la construcción del Golden Dome”, dijo Steven J. Morani, quien actualmente se desempeña como subsecretario de Defensa para Adquisiciones y Mantenimiento, en la Conferencia de Programas de Defensa de McAleese en Washington. Al mismo tiempo, los funcionarios del Pentágono han estado reajustando la propuesta de presupuesto del Departamento de Defensa para el 2026 para cumplir con las prioridades de Hegseth, que se describieron en un memorando entregado a los altos líderes la semana pasada y que representa una revisión importante de los objetivos estratégicos del ejército. El memorando ordena específicamente a los líderes del Pentágono centrarse en fortalecer la defensa antimisiles del territorio estadounidense a través del «Golden Dome» de Trump. “Se está llevando a cabo un riguroso proceso analítico para revisar [el presupuesto]”, añadió Morani. “Esta es una práctica habitual en cualquier nueva administración que asume el cargo” asevero. Más allá de su elevado coste, michos expertos consideran que, desde el punto de vista técnico y estratégico, es difícil que funcione. El contralmirante retirado Mark Montgomery cree que la creación de un sistema de defensa contra misiles balísticos podría ser posible en siete a diez años, pero incluso entonces, tendrá serias limitaciones y podría ser capaz de proteger solo edificios federales críticos y grandes ciudades. “Cuanto más lo queramos acercar al 100%, más caro va a ser”, dijo Montgomery, director senior del Centro de Innovación Cibernética y Tecnológica de la Fundación para la Defensa de las Democracias. “Un sistema integral requerirá diferentes conjuntos de satélites para la comunicación, la detección de misiles entrantes y el lanzamiento de interceptores. Ese tipo de sistemas son proyectos a largo plazo, que requieren que las defensas existentes cubran el vacío mientras tanto” aseguro. Como podéis imaginar, los fabricantes de armas estadounidenses ya están frotando las manos por las millonarias ganancias que piensan obtener por planificar y construir el «Golden Dome». Lockheed Martin ha ido un paso más allá y ha creado un sitio web, en el que afirma que “el mayor contratista de defensa del mundo tiene las capacidades probadas y comprobadas en la misión, y el historial de integración para dar vida a este esfuerzo". En la década de 1980, el presidente Ronald Reagan anunció la Iniciativa de Defensa Estratégica para crear una defensa espacial contra misiles nucleares balísticos. El sistema recibió el apodo despectivo de «Star Wars» y consumió decenas de miles de millones de dólares antes de ser finalmente cancelado, enfrentando obstáculos técnicos y económicos insuperables. Laura Grego, directora de investigación del Programa de Seguridad Global de la Unión de Científicos Preocupados, dice que los mismos desafíos persisten y se conocen desde hace años. “Hace tiempo que se entiende que defenderse de un arsenal nuclear sofisticado es técnica y económicamente inviable” afirmó. El sistema actual de defensa antimisiles balísticos de EE.UU. está diseñado para bloquear un pequeño número de misiles de países como Corea del Norte o Irán. El sistema se basa en la Defensa Terrestre de Medio Curso (GMD), que ha fallado casi la mitad de sus pruebas, según la Asociación de Control de Armas, lo que la hace incapaz de detener un ataque importante de Rusia o China que cuentan con avanzados e indetectables misiles hipersónicos, que no poseen los EE.UU. Un sistema de este tipo requeriría miles de interceptores en órbita baja para interceptar incluso un solo lanzamiento de misil norcoreano, según la Sociedad Americana de Física (APS), que lleva años estudiando la viabilidad de las defensas contra misiles balísticos. Un solo interceptor en órbita casi nunca está en el lugar y momento adecuados para interceptar rápidamente el lanzamiento de un misil balístico, por lo que se necesitan muchísimos más para garantizar una cobertura adecuada. “Estimamos que se necesitaría una constelación de unos 16.000 interceptores para intentar contrarrestar una salva rápida de diez misiles balísticos intercontinentales de combustible sólido como el Hwasong-18 [norcoreano]”, escribió la APS en un estudio a principios de este mes. Incluso entonces, dice Grego, un sistema de defensa antimisiles basado en el espacio es vulnerable a ataques antisatélite enemigos desde sistemas terrestres mucho menos costosos. “La debilidad más crítica de un sistema como este es su fragilidad, su vulnerabilidad a los ataques”, agregó. En el Mar Rojo por ejemplo, EE.UU. ha disparado decenas de misiles interceptores multimillonarios contra drones y misiles de los huttíes que cuestan una fracción del precio. “El desequilibrio fiscal se agrava aún más cuando el sistema está en el espacio”, según John Tierney, excongresista demócrata que celebró durante años audiencias sobre defensa contra misiles balísticos. "El Golden Dome es una broma. Es básicamente una estafa", dijo Tierney sin rodeos. Ahora director ejecutivo del Centro para el Control de Armas y la No Proliferación, Tierney criticó duramente a Trump por estar "dispuesto a gastar miles y miles de millones de dólares en algo que no funcionará". Mientras EE.UU. invertirá dinero en la investigación y el desarrollo del «Golden Dome», funcionarios actuales y anteriores dicen que sus adversarios ampliarán su propio arsenal de misiles balísticos en un esfuerzo por mantenerse a la vanguardia. Pero como los misiles balísticos ofensivos son mucho menos costosos que los interceptores necesarios para detenerlos, Tierney dice que el sistema anunciado por Trump rápidamente se volverá financieramente inviable. "Estratégicamente, no tiene ningún sentido. Técnicamente, no tiene ningún sentido. Económicamente, no tiene ningún sentido", puntualizo. Ante la fuerte oposición que ya está generando lo que hoy es solo un proyecto ¿El «Golden Dome» de Trump será una realidad o terminara siendo dejado de lado como sucedió con el «Star Wars» de Reagan? Solo el tiempo lo dirá.
Nada es tan engañoso como el branding, especialmente cuando se trata de un mercado tan sensible como el del streaming actual. Así lo demuestra la historia de HBO Max, la gran plataforma que reúne los contenidos de entretenimiento de Warner Bros. En los últimos años, la marca ha experimentado cambios importantes, además de convertirse en objeto de burlas por las decisiones inconsistentes de su dirección. Decisiones que pueden parecer meramente superficiales y contradictorias, pero que si se examinan más de cerca, muestran cómo todo el sector audiovisual internacional se encuentra en un estado de fragilidad. Pero antes, reconstruyamos su cronología: En el 2020, WarnerMedia, la gigante estadounidense que agrupaba las películas de Warner Bros., las propiedades de DC Comics, así como HBO, CNN, Cartoon Network y muchas otras marcas, decidió lanzar su propia plataforma de streaming, al igual que otros competidores del mercado. Nació así HBO Max, un movimiento que puso en entredicho la reputación y la calidad universalmente reconocidas de la programación de HBO, hogar de dramas de prestigio como Game of Thrones (Juego de Tronos), y generó cierta confusión con otros servicios entonces activos como HBO Now y HBO Go. Tras la fusión de WarnerMedia con Discovery en el 2022, que trajo consigo sus documentales, su entretenimiento factual y el deporte de Eurosport, además de contar ya con su propio servicio de streaming, Discovery+, el mismo servicio pasó a llamarse Max, subrayando la variedad de contenidos, no solo relacionados con las series de HBO, sino también con una oferta más diversa. En febrero del 2025 se produjo un primer acercamiento a la propia HBO mediante una nueva paleta de logotipos: tras el morado de los primeros tiempos, que luego se tornó azul, se volvió al gris cromo que siempre ha caracterizado la programación por cable de HBO. Entre los últimos cambios, el 14 de mayo se anunció el retorno de la marca HBO Max. "Recuperar la marca HBO Max llevará el servicio más allá y ampliará la singularidad que los suscriptores esperan de su oferta", reza el comunicado oficial. Casey Bloys, director de contenidos de HBO y (HBO) Max, también afirmó que "el momento es el idóneo para que HBO Max regrese", pues representa mucho mejor la propuesta al consumidor: "Y cumple con nuestra promesa implícita de ofrecer contenido que se reconozca como único y, para usar un lema que siempre hemos usado en HBO, que valga la pena gastar dinero en él". El anuncio de otro cambio de marca se realizó a través de las propias redes de Warner Bros. Discovery y, afortunadamente, fue recibido con una buena dosis de humor por parte de los usuarios. Las redes sociales oficiales se llenaron de memes irreverentes, como el de los tres Spider-Man idénticos señalándose con el dedo índice, pero con Superman en lugar de Spider-Man, ya que es un personaje de DC, o expresiones de incredulidad consternada sacadas directamente de la serie Euphoria (Euforia). El único video que puede verse actualmente en el perfil de Instagram del canal muestra al personaje de Jon Snow (Kit Harington), de Game of Thrones, resucitando, acompañado del siguiente mensaje: "Lo que está muerto no puede morir. HBO Max regresa pronto. Misma app, nombre casi nuevo". Cualquiera que conozca mínimamente la comunicación sabe que la marca y el logotipo de una empresa son activos extremadamente delicados, a los que la gente se encariña y en los que reconoce la identidad y la propuesta de valor de una oferta concreta. Obviamente que cambiarlos es posible, pero debe hacerse con una estrategia bien pensada y gradual; dar marcha atrás suele percibirse como un signo de debilidad e incertidumbre respecto a la propia dirección de marketing. HBO Max juega precisamente la carta de la ironía para amortiguar posibles reacciones negativas, apoyándose también en unos resultados de mercado muy sólidos en los últimos años. Pero no es el único, Otro cambio de marca muy sonado en los últimos días es el del grupo estadounidense Comcast NBCUniversal, propietario del canal NBC, del servicio de streaming Peacock, de los estudios Universal y de muchas otras empresas. La operación consiste en separar su cartera de canales de cable temáticos: CNBC, MSNBC, USA Network, E!, Syfy, Oxygen y Golf Channel, de su empresa principal, con la posible intención de venderlos. El proyecto se llamará Versant. "Sería una tontería esperar que a todo el mundo le guste de inmediato el nombre de la nueva empresa. Pero luego de unas semanas, sentimos que nos parece adecuado y evoca una sensación de energía que subraya nuestro papel en impulsar el progreso", refirió su CEO, Mark Lazarus. El comediante Seth Meyers no desaprovechó la oportunidad y comentó la noticia con ironía: "Bueno, es oficial: ya no hay nombres decentes. ¿Recuerdas cuando le preguntaste a tu médico si podías tomar un Versant?". En un mundo de Disney+, Apple TV+, Paramount+, MGM+, así como de Mubi, Tubi, Quibi, Roku y similares, posicionarse con una identidad reconocible al instante no es tarea sencilla. Y esto es síntoma de un mercado de producción televisiva y cinematográfica cada vez más saturado y competitivo, en el que la promesa del pionero Netflix se ha visto erosionada y contraída, trayendo consigo recortes presupuestarios, competencia feroz, avances… y, a veces, retrocesos. El caso de HBO Max es el último ejemplo de cómo incluso los gigantes aún no han encontrado el equilibrio, en un panorama donde los referentes tradicionales parecen haberse desvanecido.
En la actualidad, el acceso a internet se ha convertido en un elemento indispensable para la vida cotidiana, facilitando el trabajo, la educación y el entretenimiento de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, garantizar una conexión estable y de alta velocidad sigue siendo un desafío en muchas regiones remotas. En este escenario, la conectividad satelital emergió como una solución clave, con Starlink a la cabeza de la innovación. Pero ahora una nueva iniciativa china amenaza con transformar el equilibrio del mercado y redefinir la competencia en este sector estratégico. Como sabéis, la creciente demanda de internet rápido y confiable ha generado una feroz competencia entre las empresas que buscan expandir su infraestructura satelital. China ha ingresado con fuerza en esta carrera con un ambicioso proyecto que no solo pretende igualar a Starlink, sino incluso superarlo. Con una inversión considerable y un plan de expansión global bien definido, este nuevo sistema podría marcar un antes y un después en la industria de telecomunicaciones. En efecto, China ha irrumpido en el sector con el lanzamiento de SpaceSail, una empresa con sede en Shanghái que busca posicionarse como un competidor serio en el ámbito de la conectividad satelital. La compañía ya ha establecido acuerdos en países estratégicos como Brasil y Kazajistán, con el objetivo de ofrecer una alternativa eficiente para proporcionar internet en zonas de difícil acceso y en situaciones de emergencia. Los pilares de la estrategia de SpaceSail incluyen: 1.-Infraestructura de satélites en órbita baja (LEO): En una primera fase, la empresa planea desplegar 648 satélites, con la meta de alcanzar una constelación de 15.000 unidades para el 2030; 2.- Expansión acelerada: Mientras Starlink cuenta con aproximadamente 7.000 satélites y aspira a llegar a 42.000, SpaceSail busca consolidar su presencia con un crecimiento agresivo en menos tiempo; 3.- Inversión y respaldo financiero: En el 2024, la empresa obtuvo un financiamiento de 6.700 millones de yuanes gracias a un fondo estatal, fortaleciendo su capacidad de producción y desarrollo tecnológico. Sin embargo, todo ello tiene implicaciones globales y desafíos geopolíticos. En efecto, el avance de esta tecnología china ha generado inquietudes en diversas regiones, especialmente en Occidente. La posibilidad de que China expanda su infraestructura satelital a gran escala ha encendido alarmas en sectores políticos y de seguridad, que temen un aumento en la influencia del gobierno de Beijing sobre la conectividad a nivel mundial. A medida que la competencia en el espacio se intensifica, la industria de telecomunicaciones global se enfrenta a un nuevo panorama en el que la innovación, la inversión y las estrategias de expansión jugarán un papel fundamental en la configuración del futuro del internet satelital. La batalla por la conectividad no ha hecho más que empezar. Como podéis imaginaros, el auge de esta tecnología ha generado preocupación en Occidente. Por ello, la posibilidad de que China amplíe su infraestructura satelital a gran escala ha encendido las alarmas en algunos sectores políticos, que temen una mayor influencia del gobierno de Beijing sobre la conectividad global…. Mejor que se vayan acostumbrando.
Como recordareis, hace unos días el presidente estadounidense Donald Trump se ofreció para ser el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica como sucesor del hereje Francisco I, esperando ser elegido en el Cónclave que se inicia esta semana en El Vaticano. En efecto, el pasado martes en la Casa Blanca, cuando se le pregunto sobre quién le gustaría que sucediera al papa recientemente fallecido, respondió: “Me gustaría ser el papa. Esa sería mi primera opción” asevero. Dicho comentario suscitó una rápida reacción en las redes sociales y entre los expertos. El senador republicano y aliado de Trump, Lindsey Graham, les pidió a los miembros del Cónclave que estuvieran abiertos a la elección de Trump como el próximo papa. Graham manifestó que el presidente era “un candidato inesperado” tras la muerte del papa Francisco. “Me emocionó haber escuchado que el presidente Trump está abierto a la idea de ser el próximo papa”, escribió Graham en una publicación en X/Twitter el martes acompañado del fragmento de video de Trump. Y agregó: “Realmente, este sería un candidato inesperado, ¡pero les pediría al cónclave papal y a los fieles católicos que estén abiertos a esta posibilidad!”. “La primera combinación papa-presidente de Estados Unidos tiene muchos aspectos positivos”, añadió Graham. Concluyó: “Atentos al humo blanco… Trump MMXXVIII!” Sin embargo, las posibilidades de que Trump sea papa no son muchas. Según el derecho canónico, cualquier varón católico bautizado puede ser elegido papa. Pero cabe precisar que casi todos los papas de la historia moderna han sido miembros del Colegio de Cardenales. De hecho, los cardenales “suelen elegir a un papa conocido por su profunda fe, su fuerte liderazgo y su experiencia en la gobernación de la Iglesia”, según información de Catholic.org. Tras proponerse a sí mismo, Trump mencionó a Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, como posible candidato. “No tengo ninguna preferencia. Debo decir que tenemos un cardenal que resulta ser de un lugar llamado Nueva York que es muy bueno, así que veremos qué pasa”, comentó. Pero los expertos dicen que es poco probable que el mandatario estadounidense ejerza alguna influencia en el proceso de selección, y mucho menos que se convierta él mismo en el próximo papa. Sin embargo, Trump no se da por vencido y fiel a su estilo, acaba de publicar en su cuenta de Truth Social, una imagen suya vistiendo las ropas papales. Una provocación que llega a pocos días del inicio del Cónclave en el Vaticano, a modo de presión a los cardenales que van a participar en la elección del nuevo papa. La imagen, claramente realizada con inteligencia artificial, era una respuesta a los numerosos comentarios que surgieron tras las declaraciones que Trump el pasado martes. El post fue compartido posteriormente por la cuenta de la Casa Blanca. Por lo visto, el mandatario estadounidense sigue queriendo hacerse el centro de la atención mediática, incluso cuando se trata de una tradición centenaria que nada tiene que ver con Estados Unidos. La última vez que Trump estuvo en el Vaticano fue para asistir con su esposa Melania al funeral del papa, con quien nunca se ha llevado bien por la posición herética del finado, alejado del Dogma de la Iglesia. Venga ya, a pesar de que su opinión de querer ser el nuevo papa podría ser tomada como una broma, sin duda alguna lo haría mejor que el comunista ese que ya está en el hoyo ¿no lo creen ustedes?
Como sabéis, en toda China las fábricas se están automatizando a un ritmo vertiginoso. Con ingenieros y electricistas que se ocupan de flotas de robots, estas operaciones están reduciendo el costo de fabricación además de mejorar la calidad. Como resultado, las fábricas chinas podrán mantener más bajos los precios de muchas de sus exportaciones, lo que le dará una ventaja en la lucha contra la guerra comercial y los elevados aranceles del presidente Donald Trump. China también enfrenta nuevas barreras comerciales por parte de la Unión Europea y de países en desarrollo que van desde Brasil e India hasta Turquía y Tailandia. En la actualidad, las fábricas de China están más automatizadas que las de Estados Unidos, Alemania o Japón. Según la Federación Internacional de Robótica, China tiene más robots industriales por cada 10.000 trabajadores del sector manufacturero que cualquier otro país, a excepción de Corea del Sur o Singapur. El impulso de China hacia la automatización ha estado signado por directrices gubernamentales y respaldado por enormes inversiones. Y, a medida que los robots sustituyen a los trabajadores, la automatización posiciona a China para seguir dominando la producción en masa, incluso mientras su fuerza laboral envejece y muestra menos disposición a aceptar trabajos industriales. He Liang, fundador y director ejecutivo de Yunmu Intelligent Manufacturing, uno de los principales productores chinos de robots humanoides, comentó que China se estaba esforzando por convertir la robótica en todo un nuevo sector empresarial. “La expectativa para los robots humanoides es crear otra industria del automóvil eléctrico”, dijo. “Así que, desde esta perspectiva, se trata de una estrategia nacional”. Los robots no solo están sustituyendo a los trabajadores en las fábricas de automóviles, sino incluso en los miles de talleres pequeños de China. En el taller de Elon Li en Cantón, el núcleo comercial del sureste de China, hay 11 trabajadores que cortan y sueldan metal para fabricar hornos y equipos para asar carne asequibles. Ahora se dispone a pagar 40.000 dólares a una empresa china por un brazo robótico con cámara. El dispositivo usa inteligencia artificial para observar cómo un trabajador suelda los laterales de un horno, y luego reproduce la acción con mínima intervención humana. Hace apenas cuatro años, ese sistema solo estaba disponible con empresas extranjeras de robots y costaba casi 140.000 dólares. “Antes, nunca habría imaginado invertir en automatización”, dijo Li, añadiendo que un empleado humano “solo puede trabajar ocho horas al día, pero una máquina puede trabajar 24 horas”. Las empresas más grandes apuestan mucho más por la automatización. En Ningbo, una enorme planta de Zeekr, un fabricante chino de coches eléctricos, tenía 500 robots cuando se inauguró hace cuatro años. Ahora hay 820 y se planea incorporar muchos más. Carros robotizados, que alegremente entonan melodías para advertir a las personas de su presencia, transportan lingotes de aluminio a un ascensor automatizado que eleva los bloques de metal hasta un horno situado en la parte superior de una máquina de fabricación china de 12 metros de altura. Una vez fundido, el aluminio se moldea en forma de diversos paneles de carrocería y otros componentes. Más carros robotizados, y uno que otro humano conduciendo un montacargas, llevan los componentes a un almacén. Otros robots trasladan los paneles a la cadena de montaje, donde cientos de brazos robóticos, trabajando en equipos de hasta 16, interpretan una compleja danza para soldarlos y convertirlos en carrocerías. La zona de soldadura es una de las llamadas fábricas oscuras, lo que significa que los robots pueden funcionar sin trabajadores y con las luces apagadas. Cabe precisar que las fábricas chinas aún emplean a muchos trabajadores. Incluso con la automatización, estos son necesarios para hacer control de calidad e instalar algunas piezas que requieren destreza manual, como los arneses de cables. Hay cosas que las cámaras y las computadoras no pueden hacer sin ayuda. Antes de que los autos sean pintados, los trabajadores aún pasan sus manos enguantadas sobre ellos y lijan cualquier pequeña imperfección. Sin embargo, algunos de los últimos pasos del control de calidad también se están automatizando con la ayuda de inteligencia artificial. Cerca del final de la cadena de montaje de Zeekr, más de una decena de cámaras de alta resolución toman fotos de cada coche. Computadoras comparan las imágenes con una extensa base de datos de vehículos montados de manera correcta y alertan al personal de la fábrica si se encuentra alguna discrepancia. La tarea se realiza en cuestión de segundos. “Casi todo el trabajo de nuestros colegas consiste en sentarse delante de un monitor de computadora”, comentó Pinky Wu, una empleada de Zeekr. Por cierto, Zeekr y otros fabricantes de automóviles chinos también están usando inteligencia artificial para diseñar coches y sus características de manera más eficiente. Carrie Li, una diseñadora que trabaja en el nuevo edificio de oficinas de Zeekr en Shanghái, utiliza IA para analizar cómo se combinarán las distintas superficies interiores de un auto. “Tengo más tiempo libre para abrir mi mente y explorar qué tipo de tendencias de moda se pueden incluir en el interior de los coches”, dijo Li. Las fábricas de automóviles de Estados Unidos también utilizan automatización, pero gran parte del equipo procede de China. La mayoría de las plantas de ensamblaje de automóviles del mundo construidas en los últimos 20 años estaban en China, y se desarrolló una industria de automatización en torno a ellas.Las empresas chinas también compraron proveedores extranjeros de robótica avanzada, como Kuka, de Alemania, y trasladaron gran parte de sus operaciones a China. Cuando Volkswagen abrió hace un año una fábrica de vehículos eléctricos en Hefei, tenía un solo robot procedente de Alemania, y 1074 robots eran fabricados en Shanghái. El rápido avance de China en la robótica industrial ha sido impulsado de arriba hacia abajo. La iniciativa de Pekín “Hecho en China 2025”, que comenzó hace una década, estableció 10 industrias en las que China pretendía ser competitiva a escala mundial. La robótica era una de ellas. Para obligar a la industria automovilística a pensar en maneras de utilizar robots humanoides con dos brazos y dos piernas, por ejemplo, funcionarios del gobierno de Pekín dijeron el año pasado a los principales fabricantes de automóviles que alquilaran robots y presentaran videos de ellos realizando tareas en sus plantas de ensamblaje. Se requerían muchas tomas para que los videos salieran bien. Los robots solo hacían tareas básicas, como clasificar piezas de automóviles en un almacén. No obstante, la iniciativa ha ayudado a impulsar a los fabricantes de automóviles. Como muestra del empuje de la automatización, el gobierno municipal de Pekín organizó el pasado sábado una media maratón para 12.000 corredores y 20 robots humanoides. Solo seis robots llegaron a la meta, y el más rápido tardó casi tres veces más que los humanos más rápidos. Sin embargo, el evento ayudó a atraer la atención hacia los robots. El mes pasado, el primer ministro Li Qiang, el segundo funcionario más importante de China, dijo en su informe anual al poder legislativo que los planes del país para este año incluirían un esfuerzo para “desarrollar vigorosamente” robots inteligentes. La principal agencia de planificación económica del país anunció un fondo nacional de capital de riesgo para robótica, inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas, dotado con 137.000 millones de dólares. De otro lado, los bancos chinos controlados por el gobierno han aumentado los préstamos al sector industrial en los últimos cuatro años en la asombrosa cifra de 1,9 billones de dólares. Con eso se ha pagado la construcción de fábricas, así como la sustitución de equipos en las ya existentes. Las universidades chinas producen alrededor de 350.000 licenciados en ingeniería mecánica al año, así como electricistas, soldadores y otros técnicos calificados. En comparación, unos 45.000 ingenieros mecánicos se gradúan de universidades estadounidenses cada año. Jonathan Hurst, director de robótica y cofundador de Agility Robotics, uno de los principales fabricantes estadounidenses de robots, dijo que uno de sus mayores retos había sido encontrar empleados cualificados. Cuando era estudiante de posgrado en el Instituto de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, comentó Hurst, él era uno de dos ingenieros mecánicos que había. Pero la rápida adopción de la automatización por parte de China preocupa a algunos trabajadores chinos. Geng Yuanjie, de 27 años, conduce un montacargas en la fábrica de Zeekr, donde trabaja desde hace dos años. Dijo que en la fábrica de Volkswagen donde trabajaba antes había muchos menos robots. Ahora, rodeado de robots, tiene pocos compañeros con los que hablar durante sus turnos de 12 horas. “Puedo sentir la tendencia hacia la automatización”, dijo Geng mientras observaba cómo un carro robot arrastraba un estante con piezas de automóvil junto a su montacargas. Dijo que sus estudios de bachillerato podrían no ser suficientes para acceder a clases de programación de robots, y le preocupaba la posibilidad de perder su empleo a manos de un robot. “No solo es algo que me preocupe a mí. A todo el mundo le preocupa”, dijo Geng. La automatización ha amenazado e incluso eliminado empleos en todo el mundo durante más de un siglo, lo que a menudo ha frenado su avance. En China, hay menos obstáculos que en casi cualquier otro lugar. Ahí no existen sindicatos independientes, y el control del Partido Comunista casi no deja lugar a la disidencia. Otro factor que impulsa la automatización en China es la crisis demográfica del país. La cantidad de bebés que nacen cada año se ha reducido en casi dos tercios desde 1987. Al mismo tiempo, dos tercios de las personas que cumplen 18 años se matriculan ahora en universidades o institutos, una trayectoria educativa que ha permitido que una nueva generación aspire a estudiar carreras fuera del trabajo en las fábricas. “El dividendo demográfico de China se ha acabado”, afirmó Stephen Dyer, jefe de la división industrial para Asia en AlixPartners, una firma de consultoría. “Ahora enfrentan un déficit demográfico, y la única forma de salir de eso es la productividad” puntualizo.