TIEMPO RE@L

domingo, 15 de agosto de 2010

NOKIA N- GAGE: El teléfono de Nintendo que no pudo ser

La industria del videojuego está llena de ejemplos de este tipo y algunos los conocemos todos. Dos compañías, de intereses bastante diferenciados, deciden unir fuerzas para asumir un objetivo comercial común y repartirse dividendos. Cada una aporta una serie de cosas de las que la otra carece y se consigue montar una especie de relación y de equilibrio de fuerzas que acaba con la repartición de dividendos… si la cosa sale bien. Si no sale, una de las dos acaba abandonando el barco y las dos, por separado, intentan reutilizar la tecnología desarrollada para otros productos. Una de las míticas asociaciones tuvo lugar entre Nintendo y Sony justo cuando Nintendo preparaba una especie de lector de CD para la Súper Nintendo. Al final la cosa no acabó de cuajar y se rompió la sociedad dejando a Sony con una multimillonaria inversión y con tecnología desarrollada que acabaría dando nacimiento a la PlayStation. Mal no les fue y aunque la historia tiene muchísimos matices (algunos sostienen que la tecnología que utilizó era en realidad de Nintendo y no de la propia Sony) no evitó que años más tarde la compañía de la gran N se lanzase a por otro proyecto compartido. Esta vez con Nokia y mientras preparaba la consola portátil sucesora de la popular línea GameBoy.Es conocido que Nintendo trabaja muchas veces en paralelo. Sus grupos de ingenieros desarrollan mil y una propuestas que la cúpula directiva se encarga de aceptar, rechazar o modificar considerando el público al que quieren dirigirse. De los muchos proyectos que mantienen a la vez sólo uno conseguirá llegar a la línea de meta y los demás se perderán por el camino aportando, eso sí, un valioso aprendizaje. A principios del año 2000 Nintendo empezaba a ver que su consola portátil más popular, y la que mejor resultados económicos aportaba a la compañía teniendo en cuenta el descalabro de la consola de sobremesa, daba señales de agotamiento. Habían lanzado nuevos modelos en color, más pequeños, con diversas carcasas… pero el relevo generacional de GameBoy debía prepararse con urgencia. Una de las líneas de trabajo que empezó la compañía tenía que ver con la utilización de pantallas táctiles, micrófonos, doble pantalla… en definitiva, era un modelo que apostaba por ampliar la experiencia jugable y llegar más allá de lo que una consola, al uso, podía hacer. Otra línea de trabajo exploraba el, por entonces, creciente mercado de los teléfonos móviles con pequeños videojuegos. Todo el mundo quería tener teléfonos móviles que, a su vez, empezaban a incorporar pantallas más grandes, con colores, más memoria y procesadores más rápidos. Muchos creían que el futuro de las consolas portátiles pasaba por fusionarse con el móvil y Nintendo decidió probar a ver qué tal. Nokia parecía el mejor partner posible y la compañía empezaba a acariciar la misma idea. De hecho habían empezado ya a probar cosas mediante prototipos de N-Gage así que una asociación con Nintendo no podía significar otra cosa que éxito. En PocketGamer, descubridores de todo el pastel que se fraguó aquellos años, lo tienen claro. Algo falló en el desarrollo o simplemente algún visionario de la junta directiva de Nintendo vio que aquel no era el camino a seguir y tenía razón. Luego de meses de trabajo se presentaron los modelos de consola / teléfono y Nintendo rápidamente rechazó la propuesta decidiendo apostar por el otro prototipo que hoy conocemos todos. No se puede decir que la compañía de Mario sea una compañía que se arriesga en exceso, todos sus pasos están medidos al milímetro y siempre se ha mostrado bastante conservadora. A nivel tecnológico no afrontan nunca inversiones excesivas si con menor gasto pueden llegar a algo parecido y priman, sobre todo, la originalidad y la capacidad de hacer más con menos. Y como suele pasar muchas veces, tenían razón. Nokia sí apostó por ese camino creyendo que el futuro pasaba por conectar las dos tendencias y lanzó un híbrido entre consola y móvil llamado N-Gage. Un relativo fracaso, pese a que a día de hoy sigue disfrutando de un reducido grupo de fieles seguidores, que intentó enmendar en sucesivas revisiones. Un mal teléfono y una mala consola, a medio camino entre lo que intentaba ser y lo que realmente era. Errores de diseño industrial, una forma muy poco agradecida, una posición al llamar que rozaba lo ridículo, pantalla vertical en lugar de horizontal… La última versión conocida del dispositivo, la N-Gage QD, que salió sólo unos meses después de la original con la intención de arreglar el desaguisado, disfrutó de más éxito internacional y atrajo a una serie de franquicias conocidas como ‘Tomb Raider’ o ‘Splinter Cell’. Actualmente la marca N-Gage se ha convertido en un software para diversos móviles de gama alta de la compañía y que permite acceder a una especie de plataforma para descargar videojuegos. Nintendo, por su parte se la jugó con Nintendo Ds y evidentemente ganó. Algo barruntaron, debieron ver que no era el momento adecuado para lanzarse a muerte a un modelo de negocio compartido con Nokia y decidieron pasar de la fusión entre consola portátil y teléfono móvil. El tiempo les ha dado la razón y es que quizá el proyecto estaba bien, pero no para aquella época. Hoy, con el paso de los años y gracias a la aparición de teléfonos verdaderamente potentes como el iPhone, la serie N de Nokia o los muchos smartphones que vienen con Android sí parece que estemos viviendo en un punto de convergencia. Quizá, hoy más que nunca, el espíritu de aquella aventura compartida entre Nintendo y Nokia resuene con más fuerza. Juntar movilidad, accesibilidad, nuevas tecnologías, redes sociales, videojuegos, GPS, brújula, internet, servicios de descarga, multimedia… en un sólo aparato. ¿Acaso no es nuestro día a día en pleno 2010?
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