TIEMPO RE@L

domingo, 29 de mayo de 2016

TWITCH: El nuevo ‘periscope’ de los videojuegos

La curiosidad existe desde que el principio de los tiempos y son una fuente de negocio clara. Ahora están generando millones de dólares en Twitch, un portal en el que se puede seguir y apoyar a jugadores que se están echando una partida en directo. ¿Y cómo se gana dinero con esto? A través de donaciones, una nueva forma de mecenazgo digital. ¿Alguna vez has disfrutado más viendo cómo otro juega a un videojuego que manejando tú el mando? Es una sensación parecida a los que se adosan delante de la cabina de un DJ, a escasos centímetros, mirando, salivando de placer, cómo el experto controla los discos, la mesa de mezclas y las mil y una funciones de esta. Ellos no están pinchando, pero viendo cómo lo hace su ídolo es como si sintieran que es su sesión. A estos se les conoce como windowlickers, y a los primeros, a los que gozan al máximo observando cómo otro se pasa un videojuego se les podría llamar, por extensión, lo mismo. Vibran incluso más que el protagonista principal de la acción y conocen hasta el último recoveco del título. Justo en este grupo de gente puede que resida el éxito de Twitch , la plataforma comprada por Amazon en el 2014 por 970 millones de dólares que es la octava maravilla digital y que es, en esencia, un portal en el que se puede seguir a jugadores que se están echando una partida en directo. La cosa funciona así: más de 600.000 jugadores – a día de hoy, y subiendo…emiten en streaming sus partidas en Twitch y tienen una audiencia mensual de más de 45 millones de personas. Unos juegan, otros miran y, ahí viene la segunda clave del éxito arrollador de este portal, los 45 millones de “mirones” comentan, critican, alaban, diseccionan y opinan cómo lo hacen los que juegan. Las partidas son en directo y también lo son las conversaciones sobre ellas. Así, se crea un sentimiento de comunidad brutal, más allá del disfrute por ver jugar. Twitch entronca con una de las mejores cosas que tienen las redes sociales desde el principio de los tiempos: juntar a personas para hablar de cosas que les interesan y les apasionan. De hecho, en Twitch lo mejor es cuando encuentras a un grupo reducido de fans de un juego minoritario; ahí, la conversación fluye de una manera reposada y más rica. Cuanto más comercial y masivo es el título, más aturullada y veloz es la charla. Cuanto más independiente, más sosegada. Las estrellas de Twitch son los streamers, claro. Consiguen hacer un espectáculo de algo tan sencillo como echar una partida a una consola. ¿Cómo? Enfadándose, diciendo palabrotas, haciendo bromas de humor negro… Cada “streamer” tiene su canal y cada canal, sus suscriptores. Y ya sabes lo que viene a continuación, ¿verdad? Por supuesto: el dinero. En Twitch se gana dinero, y mucho. A más espectáculo, más suscriptores. A más suscriptores, más anuncios. A más anuncios, más dinero. Una progresión aritmética, vaya.Todo empieza con cantidades pequeñas, pero si el jugador se lo monta bien y sabe cómo encandilar a su audiencia puede alcanzar cifras bastante altas. Suscribirse a Twitch cuesta unos cinco dólares. De esos cinco, la mitad son para el ‘streamer’ y la otra mitad para el portal. Si el canal va bien y tiene publicidad, por cada 1.000 visualizaciones genera unos 3 dólares y medio. Y a partir de ahí el límite es el cielo.Pero los anuncios no son la única forma de monetizar Twitch. También están las suscripciones pagadas y las donaciones que son lo más parecido a una versión contemporánea de mecenazgo y la forma más interesante de hacer dinero en esta plataforma. Si un streamer te gusta por cómo juega y por cómo lo comunica, donas dinero para la causa. Haciendo esto consigues que el jugador tenga más recursos para poder comprarse un ordenador mejor, por ejemplo. Y si tu ídolo tiene más medios, las partidas serán mejores. En definitiva: el espectáculo se incrementará exponencialmente y tú gozarás más. El mejor ejemplo de cómo funcionan las donaciones en Twitch es el caso de Karina Sychova, una de las streamers rusas más famosas con un canal que va camino del medio millón de suscriptores. Karina maldice, es dramática, es blasfema y tiene unos cambios de humor más drásticos que Jekyll y Mr Hyde. Verla jugar es puro espectáculo y la prueba está en los 15.000 dólares que recibió a través de donaciones. Karina es un “caramelito” en potencia y Twitch se ha dado cuenta. Ahora mismo, la plataforma la paga directamente – a ella y a otras tantas rock stars de la plataforma – para que emita y la atención que genera no decaiga. Y las compañías de videojuego ya se han dado cuenta del poder de prescripción que tienen todos estos “streamers”; cada juego que goza de su apoyo, incrementa sus ventas en más de un 20%. Ya se sabe: “Show must go on” :)
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