TIEMPO RE@L

domingo, 8 de abril de 2018

POLYSTATION: La consola que arruinó los sueños de una generación

Como sabéis, los mayores temores de los niños son la oscuridad, el monstruo del armario y abrir un regalo que resulte ser una PolyStation. Al menos para los nacidos entre finales de los 80 y principios de los 90. No había mayor desgracia que un familiar poco ducho en videojuegos se tuviese que encargar del regalo de Navidad, porque ahí aumentaban las posibilidades de que algún dependiente sin escrúpulos les endilgase una PolyStation haciéndoles creer que estaban llevándose la consola con la que todos los niños soñaban: la PlayStation. Sin embargo, los años duros de PolyStation ya han pasado. El auge del videojuego en móviles y tablets se ha llevado la necesidad de encontrar alternativas baratas para el ocio doméstico. Pero ¿qué fue de aquellas funestas consolas de origen chino que aparentaban ser lo que jamás fueron? ¿Cómo eran realmente? ¿Quién estaba detrás de ellas? ¿Por qué arruinaron tantas infancias? Aunque las conocemos sobre todo por la “marca” PolyStation, hay una multitud de consolas clónicas con nombres distintos pero arquitecturas bastante similares. El motivo es que por dentro, todas esas clónicas eran prácticamente iguales: funcionaban con un cartucho como los de NES, aunque por su diseño aparentasen contener un lector de discos. Cualquiera diría a simple vista que funcionan con discos compactos, como las consolas que aparentaban ser. En realidad no. Una curiosidad: la mayoría de los cartuchos originales de NES también funcionaban en estas consolas. Con un nivel gráfico algo más pobre que en la consola original, pero funcionaban. Otra “ventaja” era que podían ejecutar tanto cartuchos europeos como japoneses. El motivo de la existencia de las propias PolyStation -y clones en general-, así como de su funcionamiento mediante cartuchos, lo encontramos en el nacimiento de los NOAC (NES on a Chip), una tecnología aparecida a principios de los noventa que permitía reducir la placa base de la NES a un chip diminuto y bastante asequible. La llegada de los NOAC permitió no solo que cualquiera pudiese fabricar su propia variante de la NES, sino también hacerlo en el diseño que se deseara: las limitaciones espaciales que suponía la placa base original habían desaparecido. El único problema entonces era la ilegalidad de distribuir famiclones, como se les empezó a llamar haciendo un juego de palabras con Famicom, el nombre con el que se conocía en China a la NES, fruto de la unión de Family Computer. Así, fabricar famiclones siempre fue ilegal por una cuestión de patentes y derechos de propiedad intelectual. ¿Adivinan quién se animó a ello? ¡Bingo! China vio nacer a varias pequeñas empresas que se dedicaron a fabricarlos con la idea de venderlos, principalmente, en países poco desarrollados económicamente como para vender en masa consolas originales, pero con el suficiente desarrollo como para tener televisores en la gran mayoría de los hogares. Así se explica que varios países latinoamericanos viesen un auge de estas videoconsolas. Otro requisito básico para la venta de famiclones en mercados extranjeros era que fuesen países cuanto más laxos mejor respecto a las leyes de propiedad intelectual y patentes. A falta de libertad total de movimientos para vender estas consolas, se recurría a limitar su comercio a pequeñas superficies, dejando fuera a franquicias y grandes almacenes. Y ya puestos a fabricar barato y saltándose a la torera las patentes de Nintendo… ¿por qué no ahorrar en diseños propios y hacerlas con diseños de Sony? Y así ocurrió: las PlayStation dieron imagen y nombre a la mayoría de las nuevas creaciones… las PolyStation. Estas solían lucir en sus cajas eslóganes comerciales que hacían más atractiva su compra: “99 juegos en uno”, cuando no “999 juegos en uno” o directamente y sin tapujos “999.999 juegos en uno”. A poco que te gustaran un 20% de los títulos, ya tenías para jugar hasta el día de tu jubilación. Por supuesto, había trampa. Sí era cierto que los cartuchos que contenían los juegos solían ofrecer varios en uno solo. El asunto era qué diferenciaba a unos de otros. A menudo, únicamente el nombre (‘Bomberman 08’, ‘Bomberman 12’, ‘Bomberman 58’…), o la paleta de colores usada. Podíamos jugar a veinticinco ‘Super Mario Bros’ distintos que en realidad eran idénticos, pero cambiaba el color de la ropa de Mario o el del cielo de la pantalla de inicio. Así se iban sumando juegos hasta conseguir prometer entretenimiento eterno. Error 404: honestidad not found. No era la única mentira de la caja. También se solía indicar que tenía sonido estéreo, pero si la propia NES ya era simplemente mono, los clones más de lo mismo: tenían una única toma de audio. A veces directamente se mezclaban unos engaños, confusiones inducidas y saltos a la torera de ética corporativa que directamente provocaban despropósitos como la mezcla de logos de Nintendo y de PlayStation. ¿Por qué limitarse a confundir a consumidores desprevenidos con una marca si podían hacerlo con dos? Como la mayoría de famiclones estaban huecas por dentro, ya que el NOAC y los circuitos ocupaban muy poco espacio, la libertad a la hora de diseñar formatos era muy alta. La carcasa imitaba consolas mucho más complejas o con lector de discos, pero en este caso era solo ornamental. Si se clonaban los diseños de PlayStation era por la simple razón de que era la consola más popular entonces, aunque no era la única usurpada. De hecho, fue la que más popularizó el producto, pero ya había algunas incluso antes. El orden cronológico queda así: Primera generación. Clones de la NES / Famicom. Segunda generación. SNES y Megadrive pasaron a ser las consolas más populares del mercado, y por lo tanto, las más usadas para crear clones. Tercera generación. El punto de inflexión, el comienzo de las copias de las PlayStation, tanto de la original como de la One, más estilizada y pequeña. Aquí se produjo el boom de producción. Cuarta generación: se crearon nuevos formatos que imitaban incluso consolas portátiles o reproductores multimedia, los cuales usaban un emulador para ejecutar los juegos en ROM de la NES. Se introducían en el dispositivo vía USB. Dentro del mundo de los famiclones, hay que hacer un matiz: Sharp lanzó al mercado un modelo licenciado por Nintendo. Era el Twin Famicom, que solo llegó a Japón. Tenía algunas ventajas, como la posibilidad de insertar un disquette de 3,5″ -algunos juegos solo aparecieron en este formato-, los conectores de quince pines para los mandos que tenía la Famicom pero no la NES, o un micrófono en uno de los mandos. Este micrófono servía para algunos pocos juegos, como la versión japonesa de ‘The Legend of Zelda’, donde podíamos matar enemigos gritando o soplando hacia él. No tenía reconocimiento de voz, solo detectaba variaciones en el número de decibelios, así que realmente daba igual qué hacer, si gritar o lanzar sillas contra el suelo, iba a lograr el mismo efecto. La incorporación del micrófono no salía gratis: a cambio, se quedaba sin botones Select ni Start. Las PolyStation, posiblemente por su carácter de mera copia barata, ni siquiera se encuentran a la venta en esta plataforma. Una búsqueda con su nombre solo nos devuelve resultados de placas de RAM . Los años de las PolyStation continuaron, y nunca se conformaron con imitar la primera PlayStation. A la primera le sucedió la segunda, con un diseño similar, y luego llegó la tercera, esta vez desdoblada en el estilo habitual, y también en una extrañísima versión portátil… con formato de consola de sobremesa. Lo preocupante de la continuidad de estas consolas es que si siguieron llegando al mercado, renovándose con cada nueva generación, es porque comercialmente funcionaba colocar los logos de Sony o PlayStation deformados. La falsificación funcionaba que ni se esforzaba en no parecer una falsificación. La PolyStation fue, pese a todo, la más estable de todas las copias de videoconsolas famosas. Otra incógnita que rodea a las PolyStation es si estas consolas se vendían en tiendas de videojuegos, y si sus diseños y marcas podían suponerles problemas con Sony o Nintendo. La respuesta es sencilla: se aprovechaban de un pequeño vacío legal y del propio concepto que estas consolas tenían de sí mismas. Al llegar a las aduanas, las cruzaban como simples juguetes. En el mejor de los casos, como máquinas genéricas de juego electrónico. Nunca como consolas registradas con ese nombre. Esto les permitió llegar a las tiendas sin problema alguno. A día de hoy, la presencia de las PolyStation, es prácticamente inexistente, por lo menos en Europa. Algunas posibles causas son la masificación de las videoconsolas, algo que ha hecho mucho más fácil la detección de estas como plagios, o la llegada del smartphone y la tablet, algo que ha decantado el entretenimiento infantil hacia estos dispositivos. Las consolas baratas que conectar a la tele ya no solo son innecesarias, sino también una molestia: ocupan una tele, cosa que las tablets no :)
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