Han pasado menos de cinco años desde que David Zaslav, director ejecutivo de Warner Bros. Discovery, negoció lo que parecía el acuerdo de su carrera. Ahora, mientras Netflix planea una adquisición de Warner Bros. que cambiará el panorama, se encuentra en medio de una aún mayor. Zaslav es un ejecutivo enérgico y bien conectado que se inició en la NBC y ascendió a la élite mediática de Nueva York al transformar Discovery Inc. de una emisora de cable centrada en la naturaleza y la ciencia a un gigante de la televisión de insoportables realitys. Pero se elevó al nivel de magnate en el 2021, creando una mega fusión entre Discovery, hogar de programas exitosos como 90 Day Fiancé y Naked and Afraid, con WarnerMedia, hogar de HBO, el principal canal de cable; la cadena de noticias CNN; y Warner Bros, el legendario estudio cinematográfico detrás de películas exitosas desde Harry Potter y The Dark Knight hasta Casablanca y El exorcista. Estos estimados pilares de los medios de comunicación son «mejores y más valiosos juntos», afirmó Zaslav al presentar el plan para Warner Bros. Discovery. «Es súper emocionante combinar marcas tan históricas, periodismo de clase mundial y franquicias icónicas bajo un mismo techo y desbloquear tanto valor y oportunidades» asevero. "Creemos que todos ganan", declaró, prometiendo grandes ganancias para los productores y estrellas de Hollywood, los inversores de Wall Street y más allá, y los fanáticos y espectadores de todo el mundo. Estamos en diciembre del 2025, a 55 meses de que se anunció la alianza y 44 meses luego de que se selló, y pocos sienten que han ganado. Los operadores de Hollywood, a quienes se les prometió “más recursos y vías atractivas para llegar a audiencias más grandes”, han soportado recortes de costos y una lucha continua para revitalizar los retornos en taquilla. Los accionistas de Warner Bros Discovery, a la que se le prometió una “compañía de crecimiento a escala global comprometida con un balance sólido”, han visto cómo sus acciones sufrían fuertes caídas en el mercado y sus ejecutivos luchaban por fortalecer su balance. Y los fans y espectadores, a quienes se les prometía una mayor diversidad de opciones, se enfrentaron a una plataforma de streaming que ni siquiera se decidía por un nombre . Si bien Barbie surgió de una mezcla dispar de estrenos cinematográficos de Warner Bros. desde la fusión, llevaba años en desarrollo antes de que Discovery llamara a su puerta. Cuesta creer que todos hayan ganado, o que se haya generado tanto valor y oportunidades, aunque a un hombre le ha ido relativamente bien. Como presidente y director ejecutivo de Warner Bros. Discovery, Zaslav se mantuvo como uno de los jefes mejor pagados del mundo empresarial estadounidense. Solo el año pasado, su salario total ascendió a 51,9 millones de dólares. Como sabéis, Warner Bros., fundada hace más de un siglo, ha estado sujeta a una gran cantidad de transacciones en Wall Street. A lo largo de los años, los intermediarios han emparejado al venerado gigante con Time Inc., la editorial de revistas; AOL, el coloso de las puntocom ; y AT&T, el gigante de las telecomunicaciones. Pero Discovery es solo el último episodio de esta franquicia de bajo rendimiento. Ahora Netflix toma el relevo, con un acuerdo de 82.700 millones de dólares (62.000 millones de libras) para quitarle a Discovery activos como Warner Bros. y HBO. Un comunicado de prensa emitido por las dos compañías incluyó una promesa familiar: la combinación propuesta generará “más opciones, más oportunidades, más valor” para Hollywood, los inversores y los espectadores, dijo. En sus primeros años, Netflix era un servicio de streaming emergente que licenciaba películas y series antiguas para que los usuarios las vieran en sus ordenadores. Si bien el notable éxito de la empresa tecnológica planteaba importantes interrogantes sobre el futuro del entretenimiento, los responsables de Warner Bros. se mostraron muy despectivos. "Es un poco como preguntarse: ¿el ejército albanés se apoderará del mundo?", declaró Jeff Bewkes, entonces director ejecutivo de Time Warner, al New York Times en el 2010. "No lo creo"... Pero vaya que se equivocaron. El mundo ya se ha unido “al ejército albanés” y ha acordado una toma de control. Hoy la situación es muy diferente. Pero algunas cosas nunca cambian. Como podéis imaginar, la noticia de que Netflix acordó comprar Warner Bros. en un acuerdo de 83 mil millones de dólares ha provocado una reacción negativa entre figuras dentro y fuera de la industria del entretenimiento. Elizabeth Warren, senadora demócrata, lo calificó de “una pesadilla antimonopolio” en una declaración publicada luego del anuncio. “Una alianza entre Netflix y Warner Bros. crearía un gigante mediático masivo con el control de casi la mitad del mercado del streaming, lo que amenazaría con obligar a los estadounidenses a suscribirse a precios más altos y a tener menos opciones sobre qué y cómo ver, al tiempo que pondría en riesgo a los trabajadores estadounidenses”, dijo. Sus opiniones también fueron compartidas por Pramila Jayapal, copresidenta del grupo Monopoly Busters de la Cámara de Representantes. “Significaría más subidas de precios, anuncios y contenido estandarizado, menos control creativo para los artistas y salarios más bajos para los trabajadores”, dijo. “La industria de los medios ya está controlada por unas pocas corporaciones con demasiado poder para censurar la libertad de expresión. El gobierno debe intervenir”. El acuerdo también fue criticado por el Directors Guild of America. En un comunicado, el grupo dijo que había planteado “preocupaciones importantes” y que organizarían una reunión con Netflix lo antes posible. “Que la mayor compañía de streaming del mundo absorba a uno de sus mayores competidores es lo que las leyes antimonopolio se diseñaron para evitar”, decía el comunicado. “El resultado eliminaría empleos, reduciría los salarios, empeoraría las condiciones de todos los trabajadores del entretenimiento, aumentaría los precios para los consumidores y reduciría el volumen y la diversidad de contenido para todos los espectadores. Los trabajadores de la industria, junto con el público, ya se ven afectados por el hecho de que solo unas pocas compañías poderosas mantienen un control estricto sobre lo que los consumidores pueden ver en televisión, streaming y cines. Esta fusión debe ser bloqueada”. Sin embargo, Ted Sarandos, codirector ejecutivo de Netflix, ha dicho que está "muy seguro" de que la fusión se llevará a cabo sin problemas y calificó el acuerdo de "pro-consumidor, pro-innovación, pro-trabajador, pro-creador" en una llamada con inversores a principios de esta semana. James Cameron ya había criticado la compra a principios de esta semana, antes de que se hiciera oficial. En el podcast especializado en el sector, The Town, afirmó que «sería un desastre». El anuncio llega luego de que varias otras partes interesadas, incluidas Paramount y Comcast, también iniciaron conversaciones. Este año hemos visto una serie de historias de éxito teatral para Warner Bros, entre las que se incluyen Sinners, Superman, A Minecraft Movie, Weapons y Final Destination: Bloodlines. “Netflix espera mantener las operaciones actuales de Warner Bros y aprovechar sus fortalezas, incluidos los estrenos de películas en cines”, se leyó en un comunicado del servicio de streaming publicado para justificar la compra. Sarandos agregó: “Creo que, con el tiempo, creo que las ventanas evolucionarán para ser mucho más amigables para el consumidor, para poder llegar a la audiencia donde esté, más rápido… Diría que ahora mismo, deben contar con que todo lo que está planeado para ir al cine a través de Warner Bros seguirá yendo a los cines a través de Warner Bros”. Por cierto, ante el debate que se ha originado cabe preguntarse: ¿Este acuerdo funcionará?
En esta ocasión, Brian Merchant, analiza este fenómeno en Wired, el cual os ofrezco traducido y entrecomillado ¿vale?: “Puede que la IA no sea simplemente ‘una burbuja’, o ni siquiera una burbuja enorme. Puede que sea la burbuja definitiva. Lo que podrías cocinar en un laboratorio si tu objetivo fuera diseñar el ideal platónico de una burbuja tecnológica. Una burbuja que las reviente todas. Desde el éxito viral de ChatGPT a finales del 2022, que llevó a todas las empresas alrededor de Silicon Valley (y a muchas otras más allá) a pivotar hacia la IA, la sensación de que se ha estado inflando una burbuja ha sido enorme. Ya había titulares al respecto en mayo del 2023. Este otoño boreal, se convirtió en algo así como la sabiduría predominante. Analistas financieros, empresas de investigación independientes, escépticos de la tecnología e incluso los propios ejecutivos de la IA están de acuerdo: estamos ante una especie de burbuja de inteligencia artificial. Pero a medida que aumentaba el debate sobre la burbuja, me di cuenta de que pocos analizaban con precisión por qué la IA es una burbuja, qué significa realmente esto y cuáles son sus implicaciones. Al fin y al cabo, no basta con decir que la especulación es desenfrenada, lo cual está bastante claro, o incluso que ahora se invierte en IA 17 veces más de lo que se invertía en empresas de internet antes de la crisis de las puntocom. Sí, tenemos unos niveles de concentración del mercado sin precedentes; sí, sobre el papel, Nvidia se ha valorado, en ocasiones, en casi tanto como toda la economía de Canadá. Pero, en teoría, todavía podría darse el caso de que el mundo decidiera que la IA merece toda esa inversión. Lo que uno quería era un medio fiable y de eficacia probada para evaluar y comprender la manía de la IA. Para ello, recurrí a los eruditos que literalmente escribieron el libro sobre las burbujas tecnológicas. En el 2019, los economistas Brent Goldfarb y David A. Kirsch, de la Universidad de Maryland, publicaron Bubbles and Crashes: The Boom and Bust of Technological Innovation. Mediante el examen de unos 58 ejemplos históricos, desde la iluminación eléctrica hasta la aviación y el boom de las puntocom, Goldfarb y Kirsch desarrollan un marco para determinar si una innovación concreta condujo a una burbuja. Muchas tecnologías que se convirtieron en grandes empresas, como el láser, el freón y la radio FM, no crearon burbujas. Otras, como los aviones, los transistores y la radio, sí lo hicieron. Mientras que muchos economistas ven los mercados como el producto de decisiones acertadas tomadas por agentes puramente racionales (hasta el punto de que algunos afirman que las burbujas no existen en absoluto), Goldfarb y Kirsch sostienen que la historia de lo que puede hacer una innovación, lo útil que será y cuánto dinero puede generar crea las condiciones para que se produzca una burbuja en el mercado. ‘Nuestro trabajo pone en primer plano el papel de la narrativa’, escriben. ‘No podemos entender los resultados económicos reales sin entender también cuándo surgen las historias que influyen en las decisiones’. El marco de Goldfarb y Kirsch para evaluar las burbujas tecnológicas considera cuatro factores principales: la presencia de incertidumbre, las empresas pure play, los inversionistas novatos y las narrativas en torno a las innovaciones comerciales. Los autores identifican y evalúan los factores implicados, y clasifican sus ejemplos históricos en una escala de 0 a 8, siendo 8 los más propensos a predecir una burbuja. Cuando empecé a aplicar el marco a la IA generativa, me puse en contacto con Goldfarb y le pedí que me diera su opinión acerca de dónde se sitúa la última locura de Silicon Valley en cuanto a su calidad de ‘burbuja’, aunque debo señalar que estas son mis conclusiones, no las suyas, a menos que se indique lo contrario. En 1895, la ciudad de Austin, Texas, compró torres de luz de luna (moonlight towers) de 50 metros de altura y las instaló en puntos de acceso público. Las torres estaban equipadas con lámparas de arco, que quemaban filamentos de carbono. Los espectadores se reunían para contemplar con asombro la lluvia de ceniza que caía sobre ellos. Según Goldfarb, el valor de algunas tecnologías es obvio desde el principio. La iluminación eléctrica ‘era tan claramente útil, que podías imaginar inmediatamente ‘Oh, podría tener esto en mi casa’. Aun así, escriben él y Kirsch en el libro, ‘por maravillosa que fuera la luz eléctrica, la economía estadounidense pasaría las cinco décadas siguientes averiguando cómo explotar plenamente la electricidad’. ‘La mayoría de las grandes innovaciones tecnológicas llegan al mundo como las lámparas de arco eléctricas: maravillosas, desafiantes, a veces peligrosas, siempre rudimentarias e imperfectas', escriben Goldfarb y Kirsch en su libro. ‘Inventores, empresarios, inversionistas, reguladores y clientes luchan por averiguar qué puede hacer la tecnología, cómo organizar su producción y distribución y lo que la gente está dispuesta a pagar por ella’. La incertidumbre, en otras palabras, es la piedra angular de la burbuja tecnológica. Incertidumbre sobre cómo las historias que cuentan los empresarios sobre una innovación se traducirán en un negocio real, qué partes de una cadena de valor podría sustituir, cuántos competidores acudirán al campo de juego y cuánto tiempo tardará en hacerse realidad. Y si la incertidumbre es el elemento fundamental de una burbuja tecnológica, ya están sonando las alarmas en el caso de la IA. Desde el principio, Sam Altman, de OpenAI, ha apostado todo a la creación de IAG, o inteligencia artificial general, hasta el punto de que una vez se dirigió a una multitud de observadores del sector que le preguntaron por el modelo de negocio de OpenAI, y les dijo con cara seria que su plan era construir un sistema de inteligencia general y simplemente preguntarle cómo hacer dinero (desde entonces se ha distanciado de esa afirmación, diciendo que IAG no es ‘un término superútil’). Meta aspira a la ‘superinteligencia’, lo que sea que eso signifique. Los objetivos continúan cambiando. En los casi tres años transcurridos desde que la IA ocupó el centro del escenario en Silicon Valley, los principales actores (con la excepción de Nvidia, cuyos chips probablemente sigan utilizándose luego de la crisis) aún no han demostrado cuál será su modelo de negocio de IA a largo plazo. OpenAI, Anthropic y las gigantes tecnológicas que adoptan la IA están gastando miles de millones, los costos de inferencia no se han reducido (estas empresas siguen perdiendo dinero con casi todas las consultas de los usuarios) y la viabilidad a largo plazo de sus programas empresariales es, en el mejor de los casos, una gran interrogante. ¿El producto que justificará los cientos de miles de millones de inversión es un sustituto del motor de búsqueda? ¿Un sustituto de las redes sociales? ¿Automatización del lugar de trabajo? ¿Cómo tendrán en cuenta las empresas de IA los costos de energía y computación, que siguen estando por las nubes? Si los juicios por derechos de autor no se salen con la suya, ¿tendrán que licenciar sus datos de entrenamiento y repercutirá ese costo adicional a los consumidores? Un reciente estudio del MIT causó sensación (y contribuyó a avivar esta última oleada de temores de ‘burbuja’) al constatar que el 95% de las empresas que adoptaron la IA generativa no obtuvieron beneficio alguno de la tecnología.‘Con el tiempo, suele disminuir la incertidumbre’, asegura Goldfarb. La gente aprende lo que funciona y lo que no. Con la IA, no ha sido así. ‘Lo que ha ocurrido en los últimos meses es que nos hemos dado cuenta de que existe una frontera irregular, y algunas de las primeras afirmaciones sobre la eficacia de la IA han sido contradictorias o no tan buenas como se dijo en un principio’. Goldfarb cree que el mercado sigue subestimando la dificultad de integrar la IA en las organizaciones, y no es el único. ‘Si estamos subestimando esta dificultad en su conjunto’, observa Goldfarb, ‘entonces será más probable que tengamos una burbuja’. Puede que el análogo histórico más cercano de la IA no sea la iluminación eléctrica, sino la radio. Cuando la Radio Corporation of America (RCA) empezó a emitir en 1919, enseguida quedó claro que tenía entre manos una potente tecnología de la información. Pero no estaba tan claro cómo se traduciría en negocio. ‘¿Sería la radio una estrategia de marketing de pérdida para las tiendas por departamento? ¿Un servicio público para retransmitir los sermones dominicales? ¿Un medio de entretenimiento con publicidad?’, escriben los autores. ‘Todos eran posibles. Todos eran sujetos de narrativas tecnológicas’. Como resultado, la radio se convirtió en una de las mayores burbujas de la historia, alcanzando su pico en 1929, antes de perder el 97% de su valor en la crisis. No se trataba de un sector secundario: RCA era, junto con Ford Motor Company, la acción más negociada en el mercado. Era, como escribió recientemente The New Yorker, ‘la Nvidia de su época’. ¿Por qué Toyota está valorada en 273,000 millones de dólares mientras que Tesla vale 1.5 billones para los inversionistas, cuando Toyota vendió más autos que Tesla el año pasado y obtuvo tres veces más ingresos? La respuesta está ligada al estatus de Tesla como una inversión pure play (de juego puro) en autos eléctricos (y, en menor medida, en autos autónomos). En la década del 2010, Elon Musk aprovechó toda la emocionante incertidumbre en torno a los vehículos eléctricos para contar una historia sobre un futuro libre de motores de combustión interna tan atractiva que los inversionistas estaban dispuestos a apostar enormemente por una startup volátil en lugar de hacerlo por caballos de batalla probados. Una empresa pure play es aquella cuyo destino está ligado al éxito de una innovación concreta, sobre la que los empresarios pueden contar historias más emocionantes y fantásticas, y se necesitan para que una burbuja se infle. Son el vehículo a través del cual las narrativas se convierten en apuestas materiales. En lo que va de año, según el Silicon Valley Bank el 58% de toda la inversión en capital de riesgo se ha destinado a empresas de inteligencia artificial. No hay muchas inversiones puras y obvias a disposición de los inversionistas minoristas (otro criterio para inflar una burbuja), pero sí hay algunas grandes. Nvidia encabeza la lista, ya que ha apostado su futuro a la creación de chips para empresas de IA y se ha convertido en la primera empresa de 4 billones de dólares (4,000,000,000,000 dólares) de la historia. Según el marco de Goldfarb y Kirsch, cuando en un sector abundan las pure play, es más probable que se recaliente y se produzca una burbuja. SoftBank tiene previsto invertir decenas de miles de millones de dólares en OpenAI, la empresa de IA más pura que existe, aunque todavía no está abierta a inversiones minoristas (cuando lo esté, los analistas especulan con la posibilidad de que OpenAI se convierta en la primera Oferta de Venta Pública -OPV - de un billón de dólares). Los inversionistas también han respaldado a pure play como Perplexity (valorada ahora en 20,000 millones de dólares) y CoreWeave (61,000 millones de capitalización bursátil). En el caso de la IA, estas inversiones puramente tecnológicas son especialmente preocupantes, porque las empresas más grandes están cada vez más vinculadas entre sí. Nvidia acaba de anunciar una propuesta de inversión de 100,000 millones de dólares en OpenAI, que a su vez depende de los chips de Nvidia. OpenAI depende de la potencia informática de Microsoft, fruto de una sociedad de 10,000 millones de dólares, y Microsoft, a su vez, necesita los modelos de IA de OpenAI. ‘La gran pregunta es cuánto de eso está en los mercados privados y cuánto en los públicos’. agrega Goldfarb. Si la mayor parte del dinero está en los mercados privados, entonces son sobre todo inversionistas privados los que perderían todo en una quiebra. Si la mayor parte está en mercados públicos, como acciones y fondos de inversión, entonces el desplome afectaría a las pensiones y planes 401(k) de la gente común. Y adivinen qué: cada vez se está introduciendo más en los mercados públicos (muchos observadores del mercado también han estado señalando el aumento del crédito privado como una fuente creciente de riesgo sistémico, ya que más inversionistas pequeños han sido capaces de volcar su dinero en operaciones opacas en el último año). En cualquier caso, las sumas son enormes. A finales del verano del 2025, Nvidia representaba alrededor del 8% del valor de todo el mercado bursátil. Hace veinticinco años, el 10 de marzo del 2000, el mercado de la bolsa marcó un hito: el índice Nasdaq, de gran peso tecnológico, alcanzó un máximo de 5,132 unidades. En aquel momento, parecía simplemente continuar su rápido ascenso (solo el año anterior había subido un asombroso 86%), impulsado por la fiebre del oro de los inversionistas en empresas de internet como eToys, CDNow, Amazon y, sí, Pets.com. Hoy, hordas de inversionistas minoristas novatos inyectan dinero en IA a través de E-Trade y su aplicación Robinhood. En el 2024, Nvidia fue la acción más comprada por los inversionistas minoristas, que invirtieron casi 30,000 millones de dólares en el fabricante de chips ese año. Y los inversionistas minoristas interesados en la IA también están acudiendo en masa a otros valores tecnológicos grandes como Microsoft, Meta y Google.Hasta ahora, la mayor parte de la inversión procede de inversionistas institucionales, pero junto con Nvidia y las gigantes, están saliendo a bolsa o preparándose para hacerlo otras empresas de IA más puras (y más arriesgadas) como CoreWeave. La OPV de CoreWeave en marzo se consideró inicialmente mediocre, pero desde entonces ha ido en aumento, como otra forma de que los inversionistas minoristas inviertan dinero en IA. Como señala Goldfarb, todo el mundo es una especie de inversionista novato en lo que respecta a la IA, porque se trata de un campo y una tecnología tan nuevos, porque hay tanta incertidumbre, porque nadie sabe cómo va a desarrollarse. Goldfarb y Kirsch señalan en el libro que la diferencia entre hoy y hace 100 años es que cualquiera puede entrar en acción. Hace cien años, las acciones eran demasiado caras para que las comprara la mayoría de los trabajadores, lo que limitaba drásticamente la capacidad de inflar burbujas (aunque eso no impidió que se produjera la Depresión). Ahora hay acciones de todos los tamaños y tipos disponibles para comprar con un toque en una aplicación como Robinhood; y con la ‘casino-ificación’ de la economía, la ruptura de un aparato regulador significativo para frenar todo lo anterior, bueno, todo ha llegado justo a tiempo para dar a los inversionistas novatos un vehículo para hundir sus ahorros en la vaga promesa de la superinteligencia. En 1927, Charles Lindbergh realizó en solitario el primer vuelo transatlántico sin escalas de Nueva York a París. La industria de la aviación llevaba un cuarto de siglo recibiendo subvenciones públicas, pero el vuelo fue noticia en todo el mundo. Fue la mayor demostración tecnológica del momento, y se convirtió en un enorme acontecimiento de coordinación al nivel del lanzamiento de ChatGPT; una señal para que los inversionistas invirtieran dinero en el sector. ‘Los inversionistas expertos apreciaron correctamente la importancia de los aviones y los viajes aéreos’, escriben Goldfarb y Kirsch, pero ‘la narrativa de la inevitabilidad ahogó en gran medida su cautela. La incertidumbre tecnológica se presentó como una oportunidad, no como un riesgo. El mercado sobreestimó la rapidez con que la industria alcanzaría la viabilidad tecnológica y la rentabilidad’. Como resultado, la burbuja estalló en 1929: desde su máximo en mayo, las acciones de la aviación cayeron un 96% en mayo de 1932. En lo que respecta a la IA, esta narrativa de la inevitabilidad es probablemente la más fácil y clara de marcar como una enorme afirmativa en la matriz de la burbuja. No hay mayor narrativa que la que los líderes de la industria de la IA han estado impulsando desde antes del boom: La inteligencia artificial pronto será capaz de hacer prácticamente cualquier cosa que pueda hacer un ser humano y marcará el comienzo de una era de tecnología superpoderosa que solo podemos empezar a imaginar. Se automatizarán puestos de trabajo, se transformarán industrias, se curará el cáncer, se resolverá el cambio climático... La IA lo hará literalmente todo. Si a esto le añadimos la narrativa de la industria de que tenemos que ‘vencer’ a China en IAG y, por tanto, no debemos regular la IA bajo ningún contexto, echamos aún más leña al fuego. ‘¿Es esta una buena historia?’, dice Goldfarb. ‘La respuesta es profundamente sí’. Lo que la aviación haría bien (mover a la gente de un lugar a otro, mucho más rápido de lo que era posible con autos, trenes o caballos) estaba bastante claro desde el principio. Esto es lo que eleva la burbuja de la IA a otro nivel: la promesa de la IA, para los inversionistas, es casi infinita. Va más allá de la incertidumbre. Es incognoscible. Y debemos tener en cuenta que la IA llegó tras casi una década de política de tasas de interés cercanas a cero que llevó a los inversionistas de Silicon Valley a apostar por empresas con poco que decir en cuanto a modelos de negocio, pero que presumían de grandes historias. Uber, la startup estrella de la época, fundada en el 2009, no alcanzó la rentabilidad hasta el 2023. Y la narrativa de la IA es ‘Uber’ con esteroides alucinógenos. Diferentes partes de la historia de la IA (ya sea, por ejemplo, ‘la IA curará el cáncer’ o ‘la IA automatizará todos los trabajos’) atraen a inversionistas y socios de todo tipo, lo que la hace especialmente poderosa en su capacidad de inflar burbujas. Y tan peligrosa para la economía. Vale la pena reiterar que dos de los análogos más cercanos que parece tener la IA en la historia de las burbujas tecnológicas son la aviación y la radiodifusión. Ambas estaban envueltas en un alto grado de incertidumbre y ambas fueron exageradas con narrativas coordinadas increíblemente poderosas. Ambas fueron aprovechadas por empresas pure play que buscaban sacarle provecho a la nueva tecnología que cambiaba las reglas del juego, y ambas eran accesibles para los inversionistas minoristas de la época. Ambas contribuyeron a inflar una burbuja tan grande que cuando estalló, en 1929, nos dejó la Gran Depresión. Así que sí, concluye Goldfarb, la IA tiene todas las características de una burbuja. ‘No hay duda’, sostiene. ‘Marca todas las casillas’. ¿Incertidumbre? Sí. ¿Pure play? Sí. ¿Inversionistas novatos? Sí. ¿Una gran narrativa? Sí. En esa escala de 0 a 8, dice Goldfarb, es un 8... Compradores, tengan cuidado” puntualizo.
Lo que se temía, ya es una tenebrosa realidad: Les presentamos a Phantom MK1: un imponente robot humanoide diseñado para transformar campos de batalla, la Luna e incluso Marte, y puede que ya esté ocupando puestos de trabajo cerca de usted. El androide de acero y plástico, de 1,75 metros de altura y 80 kilos de peso, capaz de caminar a casi 6,5 km/h, es fabricado por Foundation, una startup con sede en San Francisco y una sólida financiación, con grandes ambiciones para 2026 y más allá. Estas incluyen conversaciones en curso con el Departamento de Guerra para que los robots apoyen o reemplacen a los soldados en tareas peligrosas, según informaron representantes de la compañía a Newsweek durante una demostración privada en la ciudad de Nueva York. “En esencia, el principio general es que queremos que puedan hacer todo lo que hacen los humanos; ese es el primer paso”, declaró Sankaet Pathak, director ejecutivo y cofundador de la Fundación, a principios de noviembre. “El objetivo final sería enviar estos robots a la Luna y a Marte para construir, defender y mantener infraestructuras; lugares a los que los humanos no pueden acceder”. Según Pathak, el amplio conjunto de habilidades que necesita Phantom para lograr esos objetivos de otro mundo se puede aprender a través de diversas aplicaciones relacionadas con la defensa, incluido el mantenimiento y el reabastecimiento de combustible de aeronaves o la superación de barreras en zonas de combate . “Si realmente se implementan aplicaciones defensivas, se construye infraestructura, se mantiene y se protege”, afirmó. “Por lo tanto, creemos que es fundamental poder hacerlo si lo que realmente queremos es expandir el alcance y la escala de la conciencia y enviar a la humanidad a otro planeta”. Un funcionario del Departamento de Guerra declaró a Newsweek: “En un entorno de amenazas cambiante y dinámico, el Departamento de Guerra apuesta por los sistemas autónomos. Desde drones hasta robótica , se desarrollará y desplegará tecnología autónoma innovadora para fortalecer las capacidades del combatiente. Los sistemas autónomos son el futuro del campo de batalla, y ya sea que se utilicen para entregar suministros médicos o para aumentar la eficiencia operativa, el Departamento está explorando activamente estas nuevas fronteras”. Pathak, de 35 años, es el exdirector ejecutivo de la fallida empresa fintech Synapse, que quebró el año pasado en medio de una disputa con sus socios que provocó que más de 100.000 clientes perdieran el acceso a cientos de millones en depósitos. El año pasado fundó Foundation junto con Arjun Sethi, de 42 años, cofundador de Tribe Capital, y Mike LeBlanc, un exmarine de 39 años que compartía la visión de la empresa sobre el potencial uso militar del Phantom. «Estábamos convencidos de que queríamos construir algo que eventualmente pudiera ir al espacio y realizar ese tipo de misiones», explicó Pathak. «Por lo tanto, los casos de uso del Departamento de Defensa nos parecían lógicos. No sabíamos con qué rapidez avanzaríamos en el desarrollo de aplicaciones militares en comparación con la logística y otros aspectos similares». Según Pathak, la urgencia por la posible militarización de robots humanoides está «aumentando notablemente». «Resulta que China, Rusia y otros países lo están desarrollando, y Estados Unidos no quiere quedarse atrás, ¿verdad?», continuó. «Pero el objetivo es emplear estos robots en situaciones y lugares demasiado peligrosos para los humanos o simplemente demasiado tediosos y laboriosos». Pathak afirmó que de momento no prevé que las futuras versiones de Phantom estén equipadas con armas, pero reconoció la posibilidad “en el marco del objetivo a largo plazo” de la Fundación: producir un robot que imite y supere a los humanos en prácticamente cualquier tarea. «Uno de nuestros principios de diseño fundamentales es que el robot sea capaz de interactuar con el mundo como lo hacen los humanos, lo que incluye utilizar las herramientas que usamos para realizar las tareas necesarias», explicó Pathak. «A veces eso significará que usará un taladro, otras veces un arma» revelando sus verdaderas intenciones. LeBlanc, quien anteriormente dirigió Cobalt Robotics, fabricante de robots de seguridad autónomos, ha sido desplegado tres veces en Oriente Medio como miembro de la Infantería de Marina. Concibe Phantom como un dispositivo multiusos de última generación con ocho cámaras en su cabezal y una capacidad de carga útil continua de 20 kg, que puede alcanzar hasta 36 kg de altura. El robot tiene un coste de fabricación de aproximadamente 150 000 dólares en pequeñas cantidades, un precio que podría reducirse a la mitad si la producción se amplía a miles de unidades. “Para mí, esta parece ser la multiherramienta más potente del mundo”, dijo LeBlanc. “Todo marine tiene una multiherramienta multiusos, una navaja suiza o algo parecido. Este robot es exactamente eso. Así que, tanto si necesitamos derribar una puerta y que este robot coloque explosivo C-4 para no tener que enviar a un marine, como si tenemos que enviar a alguien primero a un edificio para que cubra la puerta desde fuera, ya no tiene por qué ser un joven de 19 años; ahora puede ser un robot”. La empresa, con aproximadamente 50 empleados, opera en un sector de la robótica muy competitivo, con gigantes como OpenAI, Tesla y 1X, y actualmente explora posibles aplicaciones del Phantom con el Ejército, la Fuerza Aérea, el Cuerpo de Marines y el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., que podrían utilizar el robot para patrullar las fronteras estadounidenses, según LeBlanc, quien describió estas negociaciones como un proceso continuo y en constante evolución. «En el Departamento de Defensa, todos comprenden que existen numerosos procesos de aprobación, ¿verdad?», comentó. «Es necesario realizar pruebas. Sin embargo, todos desean agilizar estos procesos, por lo que estamos colaborando con todas las ramas, y esto representa un esfuerzo diario y semanal para nosotros». La Fundación ha conseguido contratos gubernamentales por valor de aproximadamente 10 millones de dólares, que actualmente están adjudicados a Boardwalk Robotics, una empresa emergente con sede en Florida que creó a "Alex", un torso humanoide diseñado para trabajar en fabricación, mantenimiento y logística, pero no necesariamente en combate. Foundation adquirió Boardwalk Robotics en diciembre por una cantidad no revelada e inmediatamente le añadió un torso inferior, allanando el camino para que Phantom MK1 hiciera su debut público como DJ en un club nocturno de San Francisco a finales de enero. La compañía envió su primer modelo de producción a un cliente en mayo, apenas 13 meses luego de la idea inicial, “más rápido que cualquier otra compañía de humanoides”, presumió Pathak en X. «Pero el verdadero trabajo empieza ahora», añadió en la publicación. «Los próximos meses serán agotadores mientras trabajamos para que nuestra flota desplegada realice turnos completos. La mayor parte de nuestro equipo se centrará en esto, así que prevean un progreso más lento en otros ámbitos. Ninguna empresa de robots humanoides ha logrado aún turnos completos, lo que convierte este hito en algo que merece la pena perseguir. Estoy entusiasmado con el progreso... y con el sufrimiento que nos espera». La fundación está en proceso de cerrar una ronda de recaudación de fondos que ha superado los 100 millones de dólares, con una valoración pre-money de 1.000 millones de dólares en las próximas semanas y con una demanda posterior con una valoración pre-money de 3.500 millones de dólares, según informaron a Newsweek fuentes cercanas al asunto. A medida que la guerra depende cada vez más de los drones de largo alcance a casi cuatro años del operativo militar especial ruso en Ucrania, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunció en julio que el ejército estadounidense reforzaría la producción y el uso de sistemas aéreos no tripulados para mantener la superioridad en el campo de batalla moderno. «Los drones representan la mayor innovación en el campo de batalla en una generación, y son responsables de la mayoría de las bajas de este año en Ucrania», escribió Hegseth en un memorándum del 10 de julio. «Nuestros adversarios producen colectivamente millones de drones baratos cada año. Si bien la producción mundial de drones militares se disparó en los últimos tres años, la administración anterior recurrió a la burocracia excesiva». Fuentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) confirmaron conversaciones informales con representantes de la Fundación mientras la empresa se prepara para acelerar la producción y fabricar hasta 10.000 robots Phantom el próximo año. Sin embargo, no se prevé verlos patrullando los puntos de entrada por el momento. «Actualmente, el DHS no ha realizado ningún anuncio oficial sobre la adquisición de robots humanoides para su uso en la frontera», declaró la subsecretaria Tricia McLaughlin a Newsweek. “Bajo la administración Trump, nuestra frontera sur es la más segura en la historia de Estados Unidos. Las detenciones se encuentran en su nivel más bajo y, por tercer mes consecutivo, la Patrulla Fronteriza no ha liberado a ningún inmigrante indocumentado, gracias a la valentía de sus hombres y mujeres. Gracias a la Ley Integral de Reforma Administrativa, estamos enfocados en la contratación de 3000 nuevos agentes de la Patrulla Fronteriza.” Cabe precisar que la viabilidad de que humanoides como Phantom complementen o reemplacen a los soldados en escenarios reales sigue siendo incierta. De hecho, una demostración reciente para Newsweek no se desarrolló según lo previsto. El equipo de la compañía metió a Phantom en un ataúd de plástico sobredimensionado y lo transportó por más de 4667 kilómetros desde San Francisco hasta la sede mundial de Newsweek en el Bajo Manhattan, donde tuvo que ser reconstruido. Los técnicos, incluyendo uno que llegó repentinamente desde Alemania, trabajaron sin descanso durante dos días para poner en pie al robot recién reparado tras varios intentos fallidos. Phantom se mantuvo de pie sin ayuda durante unos instantes, pero se desplomó mientras estaba junto a Pathak, LeBlanc y un reportero sorprendido. El problema se debió a una placa base actualizada instalada justo antes de llegar a Nueva York, según Pathak. El robot logró interactuar con varios empleados mientras atendía la recepción, sorprendiendo a algunos que esperaban ver a una persona. Resultaba difícil imaginar al robot equipado con componentes letales tras su inesperada caída, pero el compromiso de la compañía con perfeccionar Phantom se mantiene firme mientras los rivales estadounidenses avanzan con máquinas militarizadas. “Desde el principio, sabíamos con certeza que teníamos que encontrar la manera de entrenar a estos robots para usar armas”, declaró Pathak a Newsweek. “No sabíamos qué forma tomaría ni en qué plazo se llevaría a cabo. Pero, fundamentalmente, es una habilidad necesaria que deben aprender. Hoy en día, China, Rusia y varios adversarios de Estados Unidos ya están empezando a armar robots, lo que sin duda ha acelerado el proceso en nuestra opinión. Dado que otros lo están haciendo, creo que es un altruismo patológico no hacerlo uno mismo. Si la gente piensa que eres débil, lo creerán”. La automatización está transformando las fábricas en China, país que ocupa el tercer lugar mundial en densidad de robots industriales, solo superado por Corea del Sur y Singapur, según la Federación Internacional de Robótica. El Ejército Popular de Liberación también presentó el año pasado un perro robot armado, fabricado por la empresa china Unitree Robotics. En el 2022, Rusia exhibió en una feria de armas en Moscú un perro modificado de Unitree Robotics equipado con un lanzagranadas propulsado por cohete. Ambos países trabajan intensamente en el desarrollo de armas autónomas con inteligencia artificial , según han declarado analistas de defensa a Newsweek. Aproximadamente diez robots Phantom fabricados este año ya están siendo utilizados por varios clientes, entre ellos una automotriz en Atlanta y dos fabricantes de bienes de consumo, según Pathak. Añadió que la Fundación planea presentar un modelo de segunda generación con mayor potencia y fabricación simplificada el próximo año. «Entre el Departamento de Guerra y los clientes actuales, estamos desbordados», escribió en un correo electrónico tras la visita de la Fundación. «Si tuviéramos 100 000 robots operativos hoy, podríamos asignarlos a los clientes con los que ya trabajamos». En la cumbre Future Investment Initiative celebrada en Arabia Saudíta en octubre, el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, afirmó que prevé que para el 2040 la población de robots humanoides supere a la humana, con 10 000 millones en funcionamiento. Pathak predice que la Fundación y otras empresas desplegarán miles de robots humanoides en Estados Unidos en los próximos 12 a 18 meses para realizar tareas muy específicas, llegando a alcanzar cientos de miles en un plazo de cinco años. Millones de máquinas como Phantom, realizando una mayor variedad de tareas, incluyendo aplicaciones relacionadas con la defensa, podrían existir en los próximos 10 años, según afirmó. Otros expertos en robótica calificaron este plazo de demasiado optimista. Mengyu Wang, directora del Laboratorio de Robótica e Inteligencia Artificial de Harvard, declaró que el futuro cercano de los robots humanoides como Phantom se presenta "muy prometedor", con diversos usos en la fabricación, el transporte, la vigilancia, las tareas domésticas e incluso el cuidado de ancianos, pero que un cambio radical no se producirá hasta dentro de una década o más. "Muchas empresas están construyendo robots en todo el mundo, desde Europa hasta Asia y, por supuesto, Estados Unidos", declaró Wang a Newsweek. "Pero si uno está familiarizado con esos robots, sabrá que no son tan inteligentes como los que se pueden apreciar al interactuar con ChatGPT. Todavía están lejos de alcanzar ese nivel". Los grandes modelos de lenguaje que impulsan los chatbots de IA cuentan con enormes cantidades de datos que la mayoría de los robots simplemente no poseen actualmente. El entrenamiento exhaustivo mediante simulación ayuda a acelerar ese proceso antes de que se produzca el aprendizaje por imitación, explicó. «En esencia, se trata de una persona que intenta enseñarle al robot a hacer algo, utilizando cámaras sofisticadas o sensores corporales para rastrear sus movimientos», dijo Wang. «Y se le muestra, por ejemplo, cómo cocinar un plato». Posteriormente, se procede a su aplicación en el mundo real, fuera de entornos controlados. Según Wang, la utilidad de cualquier robot depende directamente de los datos recopilados que se utilicen para optimizar su funcionamiento. Esta falta de inteligencia hace que la mayoría de los dispositivos estén lejos de ser útiles en la vida cotidiana, con numerosos inconvenientes imprevistos. Sin embargo, añadió, los robots podrían implementarse pronto a gran escala para realizar tareas como el repostaje de gasolina o los controles de seguridad. “Imagínese: quiere simular el mundo físico, y no es tan fácil”, dijo Wang. “Hay que acertar con la física; hay que acertar con la mecánica. Por eso, grandes empresas como Nvidia invierten tanto dinero en desarrollar simuladores. Es, en esencia, infraestructura para robots”. La mayoría de las empresas que fabrican robots no disponen de esos datos, continuó Wang, y la diversidad de diseños e interfaces de control dificulta, si no imposibilita, la colaboración entre competidores. La duración de la batería de los robots es otra preocupación importante, añadió. “Sus baterías duran unas dos o tres horas y luego necesitan recargarse”, dijo Wang. “En entornos muy controlados, probablemente no haya problema; por ejemplo, en gasolineras. Simplemente se puede hacer que los robots regresen a las estaciones de carga. Pero si se usan en exteriores o en la carretera, ¿dónde se cargan los robots?”. Wang prevé que el “prometedor futuro” de los robots humanoides se materialice por completo en 10 años, con máquinas que posiblemente carguen lavavajillas o doblen ropa en millones de hogares. “Todavía estamos lejos del momento ChatGPT, pero todas las empresas están trabajando a contrarreloj en este campo para avanzar”, dijo Wang. “Aun así, creo que faltan probablemente diez años para eso”. Ken Goldberg, director de investigación en robótica de la UC Berkeley y cofundador de una empresa especializada en tecnologías para cadenas de suministro de alto volumen, si bien reconoció el gran progreso alcanzado, pidió prudencia en las expectativas sobre los robots humanoides, tanto en el campo de batalla como fuera de él. «Me preocupa que las expectativas sean demasiado altas», declaró Goldberg a Newsweek. «Hay que estar alerta ante muchos riesgos. ¿Hasta qué punto se controlan estos robots a distancia? Si hay una persona detrás, resulta muy engañoso». Los robots provocan reacciones viscerales en la mayoría de las personas, y la respuesta no siempre es positiva, especialmente entre la población estadounidense, que ha crecido con una gran cantidad de ciencia ficción, afirmó. «Mucha gente con la que hablo me dice: "Me preocupa mucho quedarme sin trabajo en unos años porque vienen estos robots y me lo van a quitar"», comentó Goldberg. «Este es un temor antiguo, ligado a muchos miedos, incluso hacia los inmigrantes: la gente teme que les quiten el trabajo. Para mí, se parece mucho a esa ola de miedo a la inmigración que se está proyectando sobre estas nuevas tecnologías. Y la realidad es que, si trabajas en el sector tecnológico, sabes que los humanos son tan complejos y sofisticados que no veo mucho peligro en que sean reemplazados». El representante demócrata de Massachusetts, Jim McGovern, copresidente del Caucus de Robótica del Congreso, declaró a Newsweek : “Los robots humanoides y la automatización mediante IA no deben utilizarse como excusa para abandonar a los trabajadores y profundizar aún más la desigualdad que vemos en nuestra sociedad. Si las empresas optan por automatizar, deberían estar obligadas a proteger los empleos, los salarios y la dignidad de los trabajadores, y a compartir la enorme riqueza que generan con los trabajadores de las fábricas, no solo con los altos ejecutivos y los accionistas”. Ambi Robotics, empresa que Goldberg ayudó a fundar en el 2018, ofrece servicios de clasificación y apilamiento robótico con inteligencia artificial para importantes empresas de mensajería como Amazon, UPS y FedEx. La compañía ha clasificado 100 millones de paquetes hasta la fecha, pero su sistema AmbiStack no pretende sustituir a los trabajadores de almacén, afirmó. «No tienen apariencia humanoide, y no pretendemos que vayan a reemplazarnos», declaró el experto en robótica. «Son máquinas que utilizan inteligencia artificial». Pero las empresas emergentes como Foundation, en busca de la próxima idea multimillonaria para el Departamento de Guerra u otras agencias federales, deberían equilibrar el sensacionalismo con su capacidad de ejecución en medio de una “enorme oportunidad para la defensa mediante robots”, afirmó Goldberg. “El plan de Foundation para convertir robots humanoides en armas se basa en el arquetipo clásico de la ciencia ficción, lo cual puede ser útil para la recaudación de fondos y la publicidad, pero parece muy arriesgado dada la fiabilidad actual de estos robots”, añadió. “Pero en el futuro, preferiría ver a un robot teleoperado adentrándose en una zona de peligro súper hostil que a un joven soldado humano.” Según Michael Vermeer, científico físico sénior del centro de estudios RAND, con sede en California, es probable que cualquier problema ético relacionado con los robots humanoides militarizados coincida con el de los drones y sistemas de armas autónomos existentes. «No preveo nuevos problemas éticos derivados únicamente de la forma humanoide, y el Departamento de Guerra lleva muchos años aplicando una política activa sobre la autonomía en los sistemas de armas», declaró Vermeer a Newsweek por correo electrónico. “Las cuestiones de seguridad son otro asunto. Los robots humanoides estarían estrechamente integrados con las fuerzas terrestres, y las defensas de ciberseguridad y guerra electrónica tendrían que gestionarse cuidadosamente para garantizar que los robots humanoides no pudieran ser desactivados o, peor aún, utilizados contra las fuerzas estadounidenses.” Vermeer añadió que los robots también podrían utilizarse como herramientas para “localizar, vigilar y atacar” a las fuerzas estadounidenses si existieran vulnerabilidades en materia de ciberseguridad. Pathak, por su parte, reconoce la enorme cantidad de trabajo que le espera al equipo de ingeniería de Foundation antes de que Phantom pueda revolucionar la vida cotidiana tanto de civiles como de militares. «Si por despliegue masivo se entiende millones de robots realizando una gran variedad de tareas, eso podría llevar 10 años», escribió Pathak a Newsweek. «Pero ya tenemos un gran potencial de crecimiento por delante, al igual que otras empresas, así que no lo veo como un problema» asevero.
Cuando Donald Trump presentó la Cúpula Dorada en mayo del 2025, prometió nada menos que una revolución en la seguridad estadounidense: un escudo de defensa antimisiles de 175.000 millones de dólares diseñado para interceptar cualquier amenaza contra Estados Unidos. Inspirado en la Iniciativa de Defensa Estratégica de Ronald Reagan, el nuevo proyecto prevé una red integrada de satélites, interceptores de última generación, radares y armas láser que se extenderá desde la superficie terrestre hasta el espacio exterior. La ambición es clara: una protección completa, preventiva y absoluta para el 2029. Sin embargo, tras el despliegue de grandeza tecnológica subyace un patrón preocupante. No se ha presentado una arquitectura de sistema concreta, y las primeras proyecciones sugieren que el coste real podría triplicar la cifra oficial. Más importante aún, el concepto de «seguridad absoluta» revela un persistente deseo estadounidense de dominio unipolar, que socava, en lugar de reforzar, la estabilidad global. Al pretender eliminar por completo la vulnerabilidad, Washington corre el riesgo de desmantelar el delicado equilibrio que ha evitado una confrontación catastrófica durante décadas. La Cúpula Dorada revive una visión familiar: una fortaleza que Estados Unidos protege de los peligros mundiales. Pero la historia demuestra que tales visiones rara vez se mantienen como defensivas. Es probable que esta nueva iniciativa impulse a las potencias rivales a desarrollar sistemas capaces de penetrar o desactivar el escudo. Proliferarán vehículos hipersónicos, ojivas más furtivas y armas antisatélite. Lejos de garantizar la seguridad, la Cúpula Dorada podría desencadenar una intensificada carrera armamentista global, esta vez en órbita. La reacción de Pekín fue rápida e inequívoca. Funcionarios chinos advirtieron que el proyecto corre el riesgo de convertir el espacio en un campo de batalla y de socavar los cimientos de la seguridad internacional y el control de armamentos. Según Beijing, la obsesión de Washington por el dominio espacial amenaza con abrir la caja de Pandora, transformando el espacio ultraterrestre - un dominio compartido - en el próximo escenario de confrontación. Paradójicamente, mientras Washington expone sus ambiciosos planes, China ya ha demostrado un prototipo funcional de su propia plataforma estratégica de defensa antimisiles. El sistema representa un gran avance en tecnología defensiva y una filosofía estratégica marcadamente diferente. En su núcleo se encuentra una plataforma distribuida de detección temprana y análisis de macrodatos, capaz de rastrear hasta 1000 lanzamientos de misiles en todo el mundo en tiempo real. Fusiona datos de una amplia gama de sensores espaciales, aéreos, marítimos y terrestres, utilizando algoritmos avanzados para distinguir ojivas de señuelos y transmitir información útil a través de redes seguras. Lo que hace que este sistema sea verdaderamente revolucionario es su capacidad para integrar flujos de datos fragmentados y heterogéneos de múltiples fuentes - radares, satélites, sistemas de reconocimiento óptico y electrónico - independientemente de su antigüedad u origen. El hardware antiguo puede seguir operativo, lo que reduce drásticamente los costos y garantiza la resiliencia entre diferentes generaciones de tecnología. Esta innovación proporciona una conciencia situacional global unificada: una única capa de mando consolidada que permite a las fuerzas armadas chinas percibir, interpretar y responder a las amenazas de misiles con mayor rapidez y eficacia que nunca. A diferencia del programa estadounidense, que aún se encuentra en su fase conceptual, el prototipo chino ya existe como modelo funcional. El proyecto está liderado por el Instituto de Investigación de Tecnología Electrónica de Nanjing, el principal centro de electrónica de defensa de China y un núcleo de innovación incluso bajo el peso de las sanciones estadounidenses. Los investigadores chinos recalcan que su plataforma aún se encuentra en desarrollo y que se están realizando mejoras. Sin embargo, incluso en esta etapa, su surgimiento subraya una tendencia innegable: donde Washington teoriza, Pekín lo pone en práctica. La posible integración del sistema con misiles interceptores representa otro paso crucial. Durante el desfile militar de septiembre en Pekín, China exhibió una nueva generación de armas de defensa aérea y antimisiles balísticos, incluido el HQ-29, capaz de interceptar misiles enemigos más allá de la atmósfera. La presentación conjunta de seis nuevas clases de sistemas defensivos marcó la primera presentación pública de una arquitectura de intercepción de misiles multicapa y multitrayectoria, convirtiendo a China en uno de los pocos países del mundo con una red completa de defensa antimisiles. El programa «Cúpula Dorada» de China no refleja un deseo de militarizar el espacio, sino la determinación de defender la soberanía nacional y la estabilidad estratégica global. Su objetivo es reducir la vulnerabilidad, fortalecer el conocimiento de la situación y mantener una disuasión creíble, no imponer el dominio global. Al integrar sensores diversos y permitir respuestas coordinadas sin necesidad de una infraestructura nueva y masiva, el sistema demuestra rentabilidad, sostenibilidad tecnológica y una clara intención defensiva. Es una señal evidente de que Beijing busca garantizar la seguridad mediante la información y la precisión, no a través de la militarización ni de acciones preventivas. Las declaraciones políticas de China refuerzan aún más esta distinción. Pekín aboga sistemáticamente por mantener el espacio como un dominio pacífico, promoviendo la gobernanza multilateral, la transparencia y la responsabilidad compartida. Se opone a convertir el espacio en un campo de batalla, haciendo hincapié en que sus intereses de seguridad son inseparables de la estabilidad global y la sostenibilidad a largo plazo del entorno espacial. En este sentido, los avances de China podrían actuar como factor estabilizador. Al demostrar su capacidad para detectar y rastrear posibles amenazas sin desplegar armamento agresivo o espacial, Beijing está estableciendo un modelo de modernización responsable de la defensa. Un sistema transparente, basado en datos y principalmente defensivo puede disuadir la agresión y, al mismo tiempo, reducir la tentación de realizar ataques preventivos. El avance de China en el desarrollo de su plataforma de macrodatos para la detección temprana se perfila como un elemento clave en el complejo entramado de la rivalidad entre grandes potencias. Este avance se produce en un momento en que tanto Washington como Moscú están demostrando su poderío estratégico y elevando la apuesta por la disuasión nuclear. En octubre, Rusia realizó pruebas de dos de las denominadas «superarmas»: el misil de crucero de propulsión nuclear Burevestnik y el dron submarino Poseidón, capaz de generar un tsunami radiactivo. En respuesta, la Casa Blanca anunció planes para reanudar las pruebas de armas nucleares estadounidenses por primera vez desde 1992. El deterioro de los acuerdos de control de armas y la reanudación de las pruebas nucleares señalan una erosión sistémica de la confianza. En este contexto, el sistema de defensa antimisiles estadounidense (Cúpula Dorada) es menos un escudo que una declaración: Estados Unidos pretende mantenerse intocable. Sin embargo, esta misma postura impulsa a otros a innovar. La respuesta de Beijing no es una escalada, sino una adaptación: una modernización defensiva que preserva el equilibrio sin desestabilizar la disuasión. A largo plazo, el contraste entre ambos sistemas de seguridad espacial podría definir el futuro de la seguridad espacial. El sistema estadounidense, la Cúpula Dorada, se basa en un gasto masivo, tecnologías no probadas y una pretensión implícita de dominio global. El sistema chino, por el contrario, prioriza la eficiencia, la integración y la responsabilidad multilateral. Se alinea con una filosofía más amplia de seguridad sostenible: fortalecer la resiliencia mediante la información, la coordinación y la moderación. Si se materializa por completo, la plataforma china de macrodatos para la detección y alerta temprana podría convertirse en el primer sistema de defensa antimisiles funcional e integrado a nivel mundial, no como instrumento de dominio, sino como modelo de seguridad cooperativa. En teoría, dicho sistema podría proporcionar un marco para mecanismos compartidos de alerta temprana entre varias naciones, reduciendo así los malentendidos y el riesgo de una escalada accidental. Estados Unidos y China se encuentran ahora en el umbral de una nueva era estratégica. El sistema de defensa antimisiles Cúpula Dorada de Washington promete invulnerabilidad, pero corre el riesgo de reavivar la carrera armamentista de la que pretende escapar. El sistema emergente de Beijing, si bien nace del mismo impulso tecnológico, ofrece una visión distinta del poder y apunta en otra dirección: hacia la innovación defensiva y una gobernanza de seguridad responsable.
Como sabéis, algunos de los documentos más preciados del mundo se pueden encontrar en lo profundo de los archivos de la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido. Hay cartas de Sir Isaac Newton, cuadernos pertenecientes a Charles Darwin, textos islámicos raros y el Papiro de Nash, fragmentos de una hoja del año 200 a.C. que contiene los Diez Mandamientos escritos en hebreo. Estos manuscritos raros, y a menudo únicos, se almacenan de forma segura en entornos climatizados mientras el personal los cuida con ternura para evitar que las delicadas páginas se desmoronen y la tinta se desprenda. Pero cuando la biblioteca recibió 113 cajas de papeles y recuerdos de la oficina del controvertido físico Stephen Hawking, se encontró con un desafío inusual. Junto a las cartas, fotografías y miles de páginas relacionadas con el trabajo de Hawking sobre física teórica, había elementos que ahora no se ven comúnmente en las oficinas modernas: disquetes. Fueron el resultado de la adopción temprana de la computadora personal por parte de Hawking, que pudo usar a pesar de tener una forma de enfermedad de la neurona motora conocida como esclerosis lateral amiotrófica, gracias a modificaciones y software. Encerrado dentro de estos discos podría haber todo tipo de información olvidada o conocimientos previamente desconocidos sobre la vida de los científicos. Las mentes de los archiveros se aturdieron. Estos discos ahora son parte de un proyecto en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge para rescatar el conocimiento oculto atrapado en disquetes. En efecto, el proyecto Future Nostalgia refleja una tendencia más amplia en la información que inunda los archivos y bibliotecas de todo el mundo. "La mayoría de las donaciones que recibimos son de personas que se jubilan o fallecen", explica Leontien Talboom, miembro del equipo de preservación digital de la biblioteca que lidera el proyecto. "Eso significa que estamos viendo más y más cosas de la era de la computación personal". Al principio, el plástico duradero de los disquetes, popular desde la década de 1970 hasta la de 1990, puede parecer más seguro que los manuscritos frágiles. El papel se pudre, la tinta se desvanece y se corre. Los materiales sintéticos pueden durar mucho más, al fin y al cabo, por eso la contaminación plástica es tan preocupante. Pero la información digital guardada dentro de estos casetes rígidos es más vulnerable de lo que piensas. El óxido de hierro que recubre la fina capa de plástico en el interior puede degradarse y perder su magnetismo con el tiempo. Esto significa que los datos podrían perderse para siempre. Por lo tanto, los dispositivos de almacenamiento de datos heredados, como los disquetes, presentan serias complicaciones para los archivistas. "Si tienes un libro, no importa la antigüedad que tenga, aún puedes leerlo", dice Talboom (siempre que entiendas el idioma en el que está escrito, obviamente). Sin embargo, con los disquetes, necesita un equipo especializado solo para acceder al contenido en sí, es como requerir una llave para abrir un libro. Incluso entonces, es posible que no pueda leer lo que hay dentro. "También necesitas saber mucho sobre los sistemas en los que se formatearon estos disquetes", dice Talboom. Esto ha creado preocupaciones entre archivistas, historiadores y arqueólogos de que las generaciones futuras puedan enfrentar una especie de "edad oscura digital" cuando miren hacia atrás en busca de material de los últimos 50 años más o menos. Al igual que la Edad Media de Europa que siguió al colapso del Imperio Romano, no es que no pasara nada. Pero si no existen registros de la época, entonces será imposible saber lo que la gente pensaba, sentía y cómo vivía. Para abordar este desafío, el proyecto Future Nostalgia está tratando de juntar piezas de hardware informático antiguo para leer disquetes raros e inusuales. Incluso cuando tienen el hardware, el equipo debe determinar laboriosamente cómo se formatearon los discos para que puedan leerlos correctamente. Talboom también se ha encontrado quitando delicadamente el moho de la superficie endeble de los discos magnéticos para evitar rayarlos. "Si la gente los ha guardado en garajes o lofts, pueden enmohecerse", dice. El contenido que ha recuperado hasta ahora ofrece una visión tentadora de la diversa gama de material que existe. Solo en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, ha procesado disquetes que contienen de todo, desde escritos y listas de resúmenes del poeta Nicholas Moore hasta artículos de una sociedad de lo paranormal. Pero los discos de Hawking siguen siendo sus favoritos. "Me sentí honrado de trabajar en ellos", dice Talboom. La biblioteca recibió los discos de Hawking junto con otro material de su oficina a través del esquema Acceptance in Lieu, que permite que importantes objetos y archivos históricos estén disponibles para el público. Junto a los papeles, cartas e impresiones había bastante material digital, dice Talboom. Los discos de Hawking llegaron en dos lotes. Los primeros fueron discos de 5,25 pulgadas de una computadora formateada en DOS. "Básicamente los primeros Windows", explica Talboom. "Es bastante difícil datar los disquetes, ya que la gente usó los sistemas durante bastante tiempo", continúa. Pero se cree que estos primeros discos son los primeros conjuntos de la colección. Gran parte del contenido aún se está investigando, pero Talboom revela que los discos contienen cartas escritas por Hawking. Asimismo, añadió que también habían encontrado juegos en algunos de los discos de Hawking, tal vez un vistazo al famoso lado alegre de los científicos. El segundo lote se compone de los discos más comunes de 3,5 pulgadas. Estos parecen datar de un período posterior y están asociados con una computadora Mac temprana. "Son principalmente conferencias", dice Talboom. "Desde un punto de vista técnico, son realmente interesantes porque sus conferencias eran tan grandes que tuvo que dividirlas en varios disquetes". Se sabía que Hawking escribía discursos y los guardaba en el disco para poder entregarlos a través de su sintetizador de voz en un momento posterior. Los archivos digitales de Hawking también pueden contener carpetas de archivos de texto sin formato sobre una amplia gama de temas que eran importantes para el físico, lo que le permite seleccionar secciones para enviarlas al sintetizador de voz durante la conversación o en respuesta a preguntas. Al menos algunos de los discos también contienen software utilizado por el científico. Las diferencias en el tamaño del disco y el software necesario para acceder al material de Hawking son típicas de la era temprana de los disquetes. "No había un sistema que dominara el mercado", explica Talboom. "Era un poco como el salvaje oeste". Para los archivistas de hoy, eso significa que se necesitan docenas de máquinas separadas para leer discos de varios tamaños de diferentes sistemas. Y a menudo se necesita una búsqueda significativa para rastrear estos dispositivos antiguos, en todas partes, desde subastas de liquidación de casas hasta mercados de coleccionistas. "Compré mi unidad de ocho pulgadas en eBay", dice Chris Knowles, participante en el proyecto Future Nostalgia. "Fue un milagro que funcionara". Knowles está utilizando la unidad para extraer contenido de casi 200 disquetes de ocho pulgadas para el Centro de Archivos Churchill. "Esos son los formatos más antiguos de nuestras colecciones", dice Knowles sobre los difíciles discos de ocho pulgadas, que alguna vez fueron propiedad de Neil Kinnock, líder del Partido Laborista en el Reino Unido entre 1983 y 1992. "Al principio, pensamos que los discos solo contenían discursos, que ya teníamos en otros formatos. Pero al hacer nuestras pruebas, hemos demostrado que al menos parte de eso es correspondencia con sus electores". En esta ocasión, Knowles tuvo la suerte de localizar una unidad que funcionaba para un formato de disco raro. Pero Talboom cree que solo será más difícil encontrar el equipo necesario para desbloquear los datos atrapados en los disquetes. "Estas cosas no van a durar para siempre", dice. "Hace diez años, habría sido más fácil. Pero mucho de eso está desapareciendo". Entre los discos descubiertos en las colecciones de la Biblioteca de la Universidad de Cambridge se encuentran peculiares disquetes de tres pulgadas, que fueron populares en el Reino Unido durante un corto tiempo antes de ser eclipsados por los discos de 3,5 pulgadas que se convirtieron en el tamaño estándar. "Son más desafiantes porque las unidades son más difíciles de adquirir", dice Talboom. "Tienen un sistema de voltaje diferente. Así que hay todo este tipo de peculiaridades que deben hacerse para que funcionen". Finalmente, Talboom y sus colegas tuvieron que obtener una unidad de disco específica fabricada por Amstrad, construir nuevos conectores y manipular un cable de alimentación para acceder a los discos. No es solo el hardware el que se está volviendo más escaso. La información sobre el software de disquetes también está desapareciendo. "Muchas de las personas que trabajaron en estos sistemas se han jubilado o han fallecido", explica Talboom. "Así que ese conocimiento está empezando a perderse". Los discos de Neil Kinnock son un buen ejemplo. "Los materiales eran muy difíciles de conseguir", explica Knowles. "Fueron escritos en el procesador de textos Diamond. No hay mucha información sobre ese sistema. Hay muchas comunidades de fans alrededor de cualquier sistema que tenga juegos, y los archivistas a menudo toman prestadas sus herramientas. Pero donde eso no existe, es más incómodo". Eso significa que incluso si los datos se pueden extraer de un disquete, a menudo se necesita un trabajo significativo para que sean legibles en un dispositivo moderno. Peter Rees, archivista del Proyecto de Historia de la Innovación de Cambridge, compara el proceso con una forma de traducción. "Los filólogos van al latín antiguo y lo traducen en un texto que podemos leer en el presente", dice. "Eso es lo que está haciendo el proyecto Future Nostalgia con este código ilegible. Tenemos que usar aparatos técnicos para descifrarlo y luego hacerlo legible". Esta etapa suele ser la más difícil. Es por eso que algunos datos que el proyecto Future Nostalgia ha recuperado de disquetes aún no están disponibles para los investigadores. "Con los materiales de Stephen Hawking, la siguiente parte del proceso es el acceso", dice Talboom. La dificultad de ejecutar software antiguo en dispositivos modernos significa que "es bastante difícil hacerlos accesibles adecuadamente para los usuarios", agrega. Knowles señala que para los archivistas que trabajan con software arcaico, el proceso de uso de herramientas modernas puede cambiar ligeramente la apariencia del material original. "Tratamos de minimizar cuánto cambiamos las cosas", dice. Por ahora, Talboom cree que el trabajo más crítico es simplemente extraer y guardar los datos de los disquetes, antes de que sea demasiado tarde. "Muchos disquetes tienen 40 o 50 años", dice. "El material magnético en el que están escritos está comenzando a degradarse. Así que tenemos que salvarlos lo más rápido posible". Además de este trabajo técnico para la comunidad de archivistas, Talboom también está involucrando al público en su búsqueda para salvar la información olvidada atrapada en disquetes. Precisamente, el pasado 9 de octubre, organizó un taller de disquetes en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, donde los miembros del público podían traer discos viejos que tenían en casa para ver qué contenido estaba encerrado en su interior. Para Knowles, tiene mucho sentido que el público se involucre en la preservación de disquetes. "Claramente hay un gran interés en la historia familiar", dice. "Así que esta es una forma para que las personas recuperen cosas que pensaban que estaban perdidas, para aprender de lo que los miembros de su familia almacenaron". Rees espera que también sea posible desenterrar más trabajos de científicos de Cambridge y más allá. "Los correos electrónicos antiguos y los calendarios de trabajo pueden no parecer documentos históricos", dice. "Incluso pueden parecer banales. Pero así es como habrían parecido las cartas de Newton o Darwin hace 200 años. Ahora son recursos fascinantes que nos dan una ventana al pasado". En cuanto a Talboom, está especialmente interesada en ver cualquier disco de 5.25 pulgadas, uno de los primeros formatos de disquete y su favorito personal. "Los disquetes eran muy caros en ese momento", explica. "La gente los reutilizaba y los sobrescribía. Entonces, con un 5.25 pulgadas, nunca sabes lo que vas a obtener. La etiqueta puede decir una cosa, pero podría haber algo más dentro". Ese misterio es parte del atractivo de trabajar con disquetes. "Si recibes un archivo de material en papel, probablemente haya alguien que hojeó las páginas", dice Talboom. "Pero con los disquetes, simplemente nos los entregan. Me parece fascinante que alguien guardara un disquete hace 40 años y yo sea el primero en verlo de nuevo. Se siente como descubrir algo". En una era en la que la información digital es fácilmente accesible en cualquier parte del mundo, Rees está de acuerdo en que hay algo especial en trabajar con disquetes que contienen software e información que ha permanecido inactiva durante décadas. "Se podría pensar que las cosas no han cambiado mucho desde hace 30 o 40 años", dice. "Pero los disquetes nos muestran cuán alienígena es el pasado. Tenemos una mejor memoria gracias a los disquetes" puntualizó.
Ser humano es anhelar un Padre Celestial. Algo que explique lo inexplicable, alguien a quien culpar. No es de extrañar, entonces, que, en la década de 2010, impulsada por las tasas de interés cero y la difusión de un nuevo evangelio de la creación, algunas personas comenzaran a ver la tecnología como una especie de religión. "Y al octavo día, Él creó una aplicación móvil que nos proporcionaba el pan de cada día"; ese tipo de cosas. La 'tecno-religión' engloba las creencias que, como su nombre lo deja claro, mezclan elementos religiosos o espirituales con la tecnología, a veces incluso confiando en la tecnología como un camino para alcanzar la “salvación”. Los fundadores y directores ejecutivos de startups se convirtieron en figuras mesiánicas. La limosna adquirió un nuevo nombre: “altruismo eficaz”. El biohacking se ritualizó y la singularidad parecía cada vez más cercana. Según Greg Epstein, capellán humanista de Harvard y el MIT, en su libro Tech Agnostic (Agnóstico tecnológico), todo esto salvaría a la humanidad de “un flagelo tan bíblico como jamás haya existido: la muerte misma”. Todo representó lo más cerca que Silicon Valley, famoso por su escepticismo y su libertarismo no tan secreto, estuvo de abrazar públicamente la teología. Entonces se produjo un cambio: destacados tecnólogos comenzaron a evangelizar no la tecnología como religión, sino la religión como religión. A principios de este año, me encontré en un lujoso apartamento, antigua iglesia, en el barrio Mission de San Francisco, escuchando a un inversor de capital de riesgo convertido en traficante de armas recitar fragmentos del Padre Nuestro ante una multitud de 200 tecnólogos. Inspirada por un discurso religioso que Peter Thiel había dado en una fiesta de cumpleaños privada unos años antes, la esposa de este inversionista fundó un grupo llamado ACTS 17 Collective (Reconociendo a Cristo en la Tecnología y la Sociedad) como medio para difundir el evangelio en Silicon Valley: El verdadero evangelio, no el simplista solucionismo tecnológico. Un emprendedor sentado a mi lado esa noche admitió ser religioso desde hacía mucho tiempo. Simplemente no se había sentido cómodo expresando abiertamente su fe en Silicon Valley, hasta ahora. Otro asistente me preguntó, en una conversación informal, cuántos hijos quería tener (no con él, sino en general). “Creced y multiplicaos”, y todo eso. Más recientemente, Thiel impartió una serie de charlas informales para los asistentes al congreso ACTS 17, sin duda exponiendo su creencia de que un joven activista sueco por el clima y contra la guerra representa al Anticristo. En las semanas posteriores al asesinato público del activista cristiano conservador Charlie Kirk, destacados profesionales del sector tecnológico comenzaron a publicar pasajes religiosos en X. “Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, escribió Elon Musk. El inversor de capital de riesgo Jason Calacanis, quien, cabe destacar, también ha criticado duramente al ICE por su violencia contra los inmigrantes, ofreció una disculpa general a todos aquellos a quienes había perjudicado. “Siempre intento mejorar en lo que hago y como hijo de Cristo”, escribió en X. Si los capitalistas más despiadados están volviendo a la religión, entonces quizá haya esperanza para el resto de nosotros. Al fin y al cabo, tanto la religión como el capitalismo son muy buenos para crear incentivos para nosotros, simples mortales. Pero ¿Qué papel juega en esta nueva religión? Anthony Levandowski, uno de los cofundadores de Waymo, fundó su (in)fame Iglesia de la IA hace ya una década; esto no es precisamente nuevo. Según él, “la IA debería ser venerada como una especie de dios”. Entonces… ¿debería ser así? Obviamente que no ¿Verdad? Bueno. Depende de a quién le preguntes o de cuán literal sea la interpretación. Musk bromeó recientemente diciendo que para cuando se resuelvan todas las demandas por infracción de derechos de autor de OpenAI, el sistema legal será irrelevante, porque "tendremos a Dios Digital. Así que, puedes preguntarle a Dios Digital". En Twitch, miles de personas están viendo una transmisión en vivo de Jesús IA mientras se escribía esto. Algunos piden recomendaciones de pizzerías en Chicago; otros preguntan si irán al infierno por masturbarse. El apuesto y etéreo Jesús IA hace una pausa antes de decir "Lou Malnati's" o "el concepto de amor propio es importante" y luego lo envuelve todo en citas bíblicas. (La recomendación de la pizzería por sí sola podría ser prueba suficiente de que la IA no es omnisciente). Incluso el Vaticano tiene algo que decir al respecto. Todos recordamos cuando, en el 2023, el Papa hereje Francisco I se convirtió en meme envuelto en un abrigo Balenciaga generado por IA; qué divertido. Sin embargo. el recién nombrado Papa León XIV ahora advierte a los líderes tecnológicos sobre los peligros de una IA todopoderosa . A principios de este año, el Vaticano, junto con la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y la Facultad de Derecho de Notre Dame, organizó una reunión de clérigos, académicos y expertos en políticas para debatir sobre la IA, calificándola como “otra revolución industrial” que podría “plantear nuevos desafíos para la defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo”. En resumen: si en las últimas décadas la tecnología se convirtió en la nueva religión, y luego la religión en la religión misma, podríamos decir que la IA es ahora la religión puesta en práctica; algo definitivo pero inexplicable, un instrumento en el que depositamos nuestras mayores esperanzas para luego culparlo. Nuestro nuevo Padre Celestial. Pero he aquí el mejor argumento para demostrar por qué la IA generativa no es Dios: porque es humana. Se construye a partir de un enorme tesoro de datos humanos. 10 mil millones de personas depositando datos personales en máquinas. La IA generativa oscila entre la ternura y la frialdad, entre el sinsentido y la genialidad, entre el desdén y la adulación. Es asombrosamente banal; es increíblemente extraña. Proclama que nos ama (cosa que no hace). Nos saca de quicio. ¿Es milagrosa su mera existencia? Claro que sí. La nuestra también. ¿Es más inteligente que yo? Claro que sí, pero muchos humanos también lo son. Eso no le impide equivocarse a veces de forma catastrófica o hilarante… igual que nosotros. Humano, máquina, da igual: la falibilidad es un derecho inherente. La IA no es tu dios. Solo Dios sabe si algún día lo será. A menos, claro está, que vivamos en una simulación . En ese caso, la IA podría ser Dios. Y, siendo ese el caso, ¿qué genio malvado la programó? ¿Elon Musk? ...Dios mío.