Un nuevo tipo de guerra alejada de lo convencional cobra cada vez mayor relevancia en los últimos tiempos: La guerra cibernética, liderada obviamente por los Estados Unidos con el propósito de destruir a aquellos países que no se someten a su voluntad. Y eso no es nuevo. Por todos es conocido que mediante un programa secreto que se remonta a los últimos años del Gobierno del Criminal de Guerra George W. Bush, Estados Unidos ha organizado repetidamente ataques contra Irán con las armas cibernéticas más sofisticadas que se hayan desarrollado nunca e invadido los controladores informáticos que hacen funcionar las centrifugadoras nucleares del país islámico, inutilizándolas. De esta forma, Estados Unidos y su cómplice en estos ataques, Israel, emplearon estas armas como alternativa a un bombardeo desde el aire. Si bien todos sus esfuerzos por sabotear el programa nuclear iraní no han tenido el éxito que esperaban, Washington insiste en ello, aunque a su vez se niega a hablar de ese nuevo arsenal cibernético del cual dispone para sus ataques ciberterroristas. Y es que en realidad, nunca ha habido un verdadero debate sobre cuándo y cómo usarlas ¿Quiere Estados Unidos legitimar el uso de armas cibernéticas como instrumento encubierto? ¿O se debería reservar para casos extremos? ¿Llegará el día en que sean necesarios tratados que prohíban su uso? Las armas cibernéticas, por supuesto, no tienen la precisión de un avión tripulado ni el poder destructivo inmediato y horroroso de una bomba nuclear. La mayoría de las veces, la guerra cibernética, en la que unos ordenadores atacan a otros, parece fría e inocua. Y es así con frecuencia. Se cree que los chinos atacan los sistemas informáticos estadounidenses a diario, pero lo hacen principalmente para conseguir los secretos de las empresas y del Pentágono. Estados Unidos hace a menudo lo mismo: Irán informó de que a finales de mayo había sufrido un ataque cibernético denominado Flame, que aparentemente recogía datos de ordenadores portátiles seleccionados, presumiblemente de dirigentes y científicos iraníes. Pero lo último en la guerra cibernética es la invasión de sistemas informáticos para manipular la maquinaria que mantiene a un país en funcionamiento, que es exactamente lo que Estados Unidos hizo con las centrifugadoras iraníes. Sin embargo,los ataques cibernéticos contra objetivos estadounidenses por parte de los hackers es otro problema aun sin resolver. Para ello, la Casa Blanca invitó en marzo a todos los miembros del Senado a una simulación secreta para probar lo que podría ocurrir si un pirata informático especializado —o un Estado enemigo— provocase un apagón en Nueva York. En la simulación, un trabajador de una compañía eléctrica hizo clic sobre lo que pensaba que era un correo electrónico de un amigo; ese ataque de “suplantación de identidad dirigida” inició una avalancha de desastres. La ciudad quedó sumida en la oscuridad. A continuación, se desató el caos y se produjeron miles de muertes. El Gobierno llevó a cabo esta demostración para presionar al Congreso con el fin de que apruebe un proyecto de ley que permita un cierto grado de control federal sobre la protección de las redes informáticas que hacen funcionar las infraestructuras estadounidenses más vulnerables. Y también puso de manifiesto que los delitos cibernéticos han dejado obsoletos los clásicos elementos disuasorios, que datan de la época de la Guerra Fría y de la destrucción mutua asegurada. Pero hay un problema, Y es que los ataques cibernéticos no son tan sencillos. Normalmente no se sabe de dónde provienen. Eso hace que la disuasión sea extremadamente difícil. Es más, un buen elemento disuasorio “tiene que ser creíble”, señala Joseph S. Nye, un estratega de la Universidad de Harvard que ha escrito el análisis más profundo hasta la fecha sobre las lecciones de la época atómica que son válidas para la guerra cibernética. Puede que la disuasión también dependa de la manera en que Estados Unidos use sus armas cibernéticas en el futuro. ¿Será más parecida al avión no tripulado Predator? Eso sería un claro aviso de que EE UU está preparado y está dispuesto a atacar criminalmente a quien considera que este en contra de sus intereses. Pero también invita a los ataques de represalia con las mismas armas.Y así esta historia no tiene cuando acabar :(
TIEMPO RE@L
miércoles, 20 de junio de 2012
EEUU: El primer país ciberterrorista del mundo
Un nuevo tipo de guerra alejada de lo convencional cobra cada vez mayor relevancia en los últimos tiempos: La guerra cibernética, liderada obviamente por los Estados Unidos con el propósito de destruir a aquellos países que no se someten a su voluntad. Y eso no es nuevo. Por todos es conocido que mediante un programa secreto que se remonta a los últimos años del Gobierno del Criminal de Guerra George W. Bush, Estados Unidos ha organizado repetidamente ataques contra Irán con las armas cibernéticas más sofisticadas que se hayan desarrollado nunca e invadido los controladores informáticos que hacen funcionar las centrifugadoras nucleares del país islámico, inutilizándolas. De esta forma, Estados Unidos y su cómplice en estos ataques, Israel, emplearon estas armas como alternativa a un bombardeo desde el aire. Si bien todos sus esfuerzos por sabotear el programa nuclear iraní no han tenido el éxito que esperaban, Washington insiste en ello, aunque a su vez se niega a hablar de ese nuevo arsenal cibernético del cual dispone para sus ataques ciberterroristas. Y es que en realidad, nunca ha habido un verdadero debate sobre cuándo y cómo usarlas ¿Quiere Estados Unidos legitimar el uso de armas cibernéticas como instrumento encubierto? ¿O se debería reservar para casos extremos? ¿Llegará el día en que sean necesarios tratados que prohíban su uso? Las armas cibernéticas, por supuesto, no tienen la precisión de un avión tripulado ni el poder destructivo inmediato y horroroso de una bomba nuclear. La mayoría de las veces, la guerra cibernética, en la que unos ordenadores atacan a otros, parece fría e inocua. Y es así con frecuencia. Se cree que los chinos atacan los sistemas informáticos estadounidenses a diario, pero lo hacen principalmente para conseguir los secretos de las empresas y del Pentágono. Estados Unidos hace a menudo lo mismo: Irán informó de que a finales de mayo había sufrido un ataque cibernético denominado Flame, que aparentemente recogía datos de ordenadores portátiles seleccionados, presumiblemente de dirigentes y científicos iraníes. Pero lo último en la guerra cibernética es la invasión de sistemas informáticos para manipular la maquinaria que mantiene a un país en funcionamiento, que es exactamente lo que Estados Unidos hizo con las centrifugadoras iraníes. Sin embargo,los ataques cibernéticos contra objetivos estadounidenses por parte de los hackers es otro problema aun sin resolver. Para ello, la Casa Blanca invitó en marzo a todos los miembros del Senado a una simulación secreta para probar lo que podría ocurrir si un pirata informático especializado —o un Estado enemigo— provocase un apagón en Nueva York. En la simulación, un trabajador de una compañía eléctrica hizo clic sobre lo que pensaba que era un correo electrónico de un amigo; ese ataque de “suplantación de identidad dirigida” inició una avalancha de desastres. La ciudad quedó sumida en la oscuridad. A continuación, se desató el caos y se produjeron miles de muertes. El Gobierno llevó a cabo esta demostración para presionar al Congreso con el fin de que apruebe un proyecto de ley que permita un cierto grado de control federal sobre la protección de las redes informáticas que hacen funcionar las infraestructuras estadounidenses más vulnerables. Y también puso de manifiesto que los delitos cibernéticos han dejado obsoletos los clásicos elementos disuasorios, que datan de la época de la Guerra Fría y de la destrucción mutua asegurada. Pero hay un problema, Y es que los ataques cibernéticos no son tan sencillos. Normalmente no se sabe de dónde provienen. Eso hace que la disuasión sea extremadamente difícil. Es más, un buen elemento disuasorio “tiene que ser creíble”, señala Joseph S. Nye, un estratega de la Universidad de Harvard que ha escrito el análisis más profundo hasta la fecha sobre las lecciones de la época atómica que son válidas para la guerra cibernética. Puede que la disuasión también dependa de la manera en que Estados Unidos use sus armas cibernéticas en el futuro. ¿Será más parecida al avión no tripulado Predator? Eso sería un claro aviso de que EE UU está preparado y está dispuesto a atacar criminalmente a quien considera que este en contra de sus intereses. Pero también invita a los ataques de represalia con las mismas armas.Y así esta historia no tiene cuando acabar :(