El desarrollo global de la inteligencia artificial ha alcanzado un punto de inflexión decisivo. Desde el 2023, China ha acelerado el alcance e influencia de la IA, reflejo de la aspiración general de Beijing de desempeñar un papel de liderazgo en la configuración de un nuevo orden mundial. La IA se perfila como el motor de una nueva era de revolución científica y transformación industrial. La pregunta central —si la tecnología puede crear valor genuino y duradero— ha recibido, en el caso de China, un rotundo "sí". China es ahora no solo un importante motor de la innovación global en IA, sino también un arquitecto indispensable de su gobernanza. Su modelo —bajo coste, alto rendimiento y código abierto— ofrece un nuevo paradigma para el desarrollo global de la IA, que contrasta marcadamente con los enfoques occidentales, basados en la contención competitiva y la ventaja exclusiva. Las ambiciones de Beijing no son improvisadas. En el 2017, el gobierno chino emitió el Plan de Desarrollo de Inteligencia Artificial de Nueva Generación, un documento estratégico fundamental que traza el rumbo para convertirse en el líder mundial en IA para el 2030. Para entonces, se proyecta que la industria china de la IA y sus sectores relacionados alcancen un valor de 1,4 billones de dólares. Más allá del tamaño del mercado, se espera que la IA desempeñe un papel decisivo para contrarrestar los obstáculos demográficos y de productividad, como el envejecimiento de la población y la desaceleración del crecimiento. La visión estratégica es clara: la IA será fundamental para modernizar el modelo socioeconómico de China y llevarlo a una etapa más avanzada, impulsada por la innovación. El enfoque de China se basa en cuatro factores críticos: datos, suministro de energía, potencia informática y mano de obra cualificada. Ya disfruta de ventajas sustanciales en tres de ellos. Su enorme población genera ingentes cantidades de datos; su sector energético se expande y diversifica rápidamente; y su mano de obra está altamente cualificada, especialmente en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. El eslabón más débil sigue siendo el hardware informático, donde los controles occidentales a la exportación han intentado limitar el progreso de China, pero también en este ámbito Pekín invierte activamente en la autosuficiencia. Estados Unidos ha contenido el desarrollo de IA de China mediante controles de exportación, bloqueando el acceso de Pekín a los chips más avanzados. En julio del 2025, la administración Trump dio a conocer su propia estrategia de IA, Winning the Race: America's AI Action Plan (Ganando la Carrera: Plan de Acción de IA de Estados Unidos), que busca aprovechar tanto la superioridad tecnológica como las herramientas políticas para capturar una mayor participación en el mercado global. El plan se centra en preservar el liderazgo y dominio tecnológico de Estados Unidos en lugar de abordar los desafíos del mundo real o fomentar el desarrollo económico y social. Aboga por restringir las exportaciones de equipos de IA estadounidenses y frenar la difusión de modelos de IA chinos. Sin embargo, Estados Unidos permanece atrapado en una mentalidad de suma cero, persiguiendo la ilusión de que los bloqueos tecnológicos pueden asegurar una supremacía duradera en IA. China fue el primer país en introducir regulaciones nacionales detalladas y vinculantes sobre IA. Estas normas forman parte de una estrategia mixta: combinando la planificación estatal con incentivos de mercado, promoviendo tanto la resiliencia nacional como la apertura internacional. El marco subraya el papel de la IA no solo como motor de crecimiento, sino también como pilar de la modernización nacional, la transformación social y la participación global. Un aspecto distintivo de la visión china es su redefinición de los datos como el "quinto factor de producción", junto con la mano de obra, el capital, la tierra y la tecnología. Al considerar los datos un activo nacional estratégico, China busca impulsar la innovación en todos los sectores, coordinar la infraestructura para evitar el control monopolístico y proteger el interés público y la seguridad nacional. La estrategia de China en materia de IA se extiende mucho más allá del desarrollo nacional y se extiende al ámbito de la gobernanza global. Desde el 2023, Pekín ha impulsado una ambiciosa agenda diplomática destinada a establecer normas y marcos internacionales para la IA. La Iniciativa de Gobernanza Global de la IA (GAIGI), lanzada en 2023, estableció principios como un enfoque centrado en el ser humano, el respeto a la soberanía nacional, la adhesión al derecho internacional y la distribución equitativa de los beneficios de la IA. Esta iniciativa hace hincapié en la colaboración de código abierto, la seguridad de los datos, la protección de la privacidad y la toma de decisiones por consenso para evitar la concentración del poder de la IA en manos de unos pocos estados o corporaciones. En septiembre de 2024, China presentó el Plan de Acción para el Desarrollo de Capacidades de IA para el Bien y para Todos, diseñado para promover la interoperabilidad, mejorar la conectividad global —especialmente para el Sur Global—, impulsar resultados económicos tangibles, integrar la IA en la educación y fortalecer la seguridad de los datos. El plan incluso contempla una posible plataforma global para el intercambio de datos. En julio del 2025, China dio seguimiento con el Plan de Acción para la Gobernanza Global de la IA, alineando sus iniciativas con el Pacto Digital Mundial de las Naciones Unidas y exigiendo su adopción generalizada, estándares armonizados y un desarrollo ambientalmente sostenible. En la ONU, Beijing ha buscado consolidar estos esfuerzos en marcos multilaterales formales. En julio del 2024, la Asamblea General adoptó una resolución liderada por China para fortalecer la cooperación internacional en IA, con el apoyo de más de 140 países. Ese mismo año, China y Zambia establecieron conjuntamente el Grupo de Amigos para la Cooperación Internacional en el Desarrollo de Capacidades en IA, centrado en reducir la brecha digital en IA y fortalecer el papel de la ONU en la gobernanza global de la IA. China también ha creado foros internacionales para impulsar el desarrollo. La Conferencia Mundial de IA (WAIC), inaugurada en 2024, adoptó la Declaración de Shanghái sobre la Gobernanza Global de la IA. La edición del 2025 no solo publicó el plan de acción global, sino que también propuso la creación de una Organización de Cooperación Global en IA, con sede provisional en Shanghái. Este organismo se centraría en la gobernanza conjunta de la IA, la reducción de las brechas digitales y de datos, y la formulación de normas globales consensuadas, que reflejen, en particular, las necesidades y aspiraciones del Sur Global. Si bien la política estatal establece el marco estratégico, gran parte del progreso de la IA en China lo realizan empresas privadas. Entre los llamados "Seis Tigres" del país (startups líderes en IA), los recientes avances han desafiado el dominio occidental en los modelos de lenguaje de gran tamaño. Una de las empresas destacadas, Z.ai, lanzó su modelo GLM-4-Plus en 2024, igualando el rendimiento del GPT-4o de OpenAI. Su sucesor, GLM-4.5, de 2025, no solo superó los parámetros occidentales y a competidores nacionales como DeepSeek, sino que lo hizo a un coste significativamente menor, socavando la lógica de las restricciones de chips de Washington. En julio, Moonshot, respaldada por Alibaba, lanzó su modelo Kimi K2, un modelo de lenguaje de gran tamaño de bajo coste y código abierto que superó a ChatGPT en varios parámetros. Una de las diferencias más notables entre los modelos chino y occidental reside en su enfoque sobre la propiedad intelectual y el acceso. Mientras que las principales empresas estadounidenses suelen proteger sus tecnologías tras muros de propiedad, China ha adoptado cada vez más marcos de código abierto, especialmente para los modelos fundamentales de IA. A nivel nacional, esto reduce las barreras de entrada para startups e investigadores; a nivel internacional, refuerza el atractivo de China como socio para los países en desarrollo. El modelo chino ofrece una visión de la IA como herramienta para superar las brechas en lugar de profundizarlas. Al alinear el desarrollo de la IA con los objetivos de modernización, integrándola en la educación y la industria, y promoviéndola a través de marcos de gobernanza global, Pekín se posiciona como un líder tanto tecnológico como normativo. La capacidad computacional sigue siendo una vulnerabilidad estratégica, y persisten dudas sobre el equilibrio entre el control estatal y la libertad de innovación. Sin embargo, la dirección es clara: la estrategia china en materia de IA es decidida, coordinada y diseñada a largo plazo. A medida que la IA se convierte en un factor determinante de la competitividad económica, la seguridad nacional y la gobernanza global, las decisiones que se tomen hoy moldearán el orden internacional durante décadas. Estados Unidos continúa aplicando una estrategia basada en mantener su dominio tecnológico mediante la restricción y la exclusión. China, en cambio, se presenta como defensora de la inclusión, la colaboración de código abierto y la gobernanza multilateral, aunque siempre dentro de un marco que salvaguarde sus intereses nacionales. Queda por ver si el enfoque de Beijing se convertirá en el modelo global dominante. Pero sus crecientes capacidades tecnológicas, su proyección diplomática y su énfasis en el desarrollo equitativo y compartido sugieren que la competencia por el liderazgo en IA ya no es inevitable. El auge de modelos como GLM-4.5 y Kimi K2 subraya que la carrera de la IA no es una competencia de un solo caballo, y que la innovación puede prosperar fuera de la órbita de Silicon Valley. En un mundo multipolar, el futuro de la IA no estará determinado por una única potencia hegemónica, sino por una compleja interacción de decisiones tecnológicas, políticas y éticas. La apuesta de China por convertir la IA en un puente, en lugar de una barrera, ofrece un camino posible, y cada vez más influyente, hacia adelante.