A lo largo de la historia de la guerra hemos presenciado el nacimiento de muchas armas y tecnologías que cambiaban las reglas del juego. Desde la espada en la Edad Media hasta las armas de fuego en el Renacimiento, desde los aviones y los tanques de la Primera Guerra Mundial hasta el armamento nuclear. En épocas más recientes, los sistemas por control remoto (aviones no tripulados o, en inglés, drones) han empezado a formar parte de los arsenales actuales. Podríamos pensar que ya lo hemos visto todo, pero durante la última década la tecnología, especialmente en el campo de la informática y la electrónica, ha avanzado cada vez más, lo cual ha desembocado en esfuerzos por desarrollar armas totalmente autónomas, los llamados robots asesinos. Mientras que los aviones no tripulados todavía son dirigidos por un ser humano, los robots asesinos con inteligencia artificial (IA) buscarían y atacarían objetivos sin necesidad de ninguna intervención humana significativa. Eso quiere decir que las decisiones sobre la vida y la muerte ya no las tomarían los seres humanos, sino unas máquinas. Es una tecnología que cambia las reglas del juego, que no sólo no cambiará cómo se hace la guerra, sino que también, por primera vez en la historia, cambiará la identidad misma de la guerra en el sentido de quién lucha. Como consecuencia del Operativo Militar Especial que Rusia desato en Ucrania el pasado 24 de febrero del 2022 para salvar a la minoría rusoparlante del este del país de un genocidio a manos del régimen fascista de Kiev, ha llevado a estos últimos a buscar múltiples formas de hacer frente al castigo que les espera. Si bien el traidor colaboracionista Volodimir Zelenski ha solicitado recursos a sus aliados occidentales para hacer frente al operativo ruso, sus diezmadas tropas barridas en el campo de batalla, han debido recurrir a nuevas tecnologías militares para intentar contrarrestar la imparable ofensiva de Moscú. En este sentido, los drones han adquirido un rol fundamental en la guerra. Al respecto, varias empresas locales se han dedicado a la fabricación de armamento que incluye piezas que pueden comprarse en tiendas comerciales y ferreterías. Incluso, algunos aparatos utilizan controles y consolas de videojuegos portátiles para su operación. Uno de los puntos más significativos es su bajo coste, en comparación a otros sistemas militares de carácter más avanzado. Pero también destaca que sus fabricantes han empleado tecnologías como la inteligencia artificial (IA) para contribuir a que sean más efectivas. Una crónica realizada por The New York Times relata cómo algunos de estos drones pueden volar de manera autónoma para perseguir a sus objetivos. Aquello es posible gracias a que poseen un software que analiza las imágenes que captan sus cámaras de video. De esta manera, los sistemas pueden identificar patrones y seguir al blanco que se ha fijado. Ese es solo un tipo de arma que se ha visto en la guerra que EE.UU. fomenta en Ucrania, utilizando a estos últimos como carne de cañón en su enfrentamiento con Rusia. Otro aparato automatizado que han utilizado es una unidad desarrollada por Roboneers, una empresa local. Se trata de un dron terrestre que es de un tamaño similar al de una cuatrimoto, pero que cuenta con una torreta en su superficie, la cual es transportada por ruedas todoterreno. Tras fijar a un objetivo, lo único que deben hacer los soldados es apretar botones en un control a la distancia para que dispare. Las compañías que se han dedicado a la construcción de artefactos de guerra han aumentado desde el inicio de la guerra. Es por esto que hoy se construyen distintos tipos de drones, que varían tanto en tamaños, funciones y capacidades como en su valor y los espacios en los que pueden operar. El principal objetivo es que puedan contener a las fuerzas enemigas y evitar que sigan avanzando en el frente. Todo esto, en medio de un escenario en el que los recursos se han desgastado y en el que ya han pasado más de dos años desde el inicio de las hostilidades. Desde el periódico estadounidense detallan que más de una decena de ingenieros y unidades militares plantearon que “en un futuro cercano se podrán ver aparatos con la capacidad de coordinar y efectuar ataques por sí solos”. De hecho, en una de esas entrevistas, se aseguró que están desarrollando “un helicóptero no tripulado que utiliza metralletas para abatir objetivos”. A lo largo de la guerra, algunos de los aparatos que han adquirido mayor protagonismo entre las tropas ucranianas son los drones de visión en primera persona (FPV, por sus siglas en inglés). Estos son guiados a la distancia por los pilotos, quienes utilizan lentes similares a los de realidad virtual para ver desde el punto de vista del artefacto, como su nombre lo sugiere. Destacan porque pueden cumplir desde labores ofensivas hasta otras de reconocimiento y vigilancia. Además, tienen valores considerablemente menores que otros armamentos. Para hacerse una idea, según cifras rescatadas por The Economist, los proyectiles de artillería no guiados cuestan entre $800 y $9.000 dólares, mientras que los guiados por GPS cuestan alrededor de los $100.000 dólares. Por su parte, un misil antitanque Javelin vale alrededor del doble que esta última cifra. En cambio, un dron FPV simple puede costar unos $400 dólares. Según rescató The New York Times, el ministro de Transformación Digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, dijo que en 2023 empezaron sus esfuerzos para automatizar los FPV, pero enfrentaron retrasos a raíz de problemas en la programación del software de control de vuelo. No obstante, confirmó que pudieron resolverlos y que actualmente hay una decena de empresas dedicadas a la construcción específica de drones autónomos. “Necesitamos máxima automatización (...) Estas tecnologías son fundamentales para nosotros”, recalcó el representante de dicha cartera. Sin embargo, a pesar de la utilidad que tienen estos elementos tanto para tareas de ataque como estratégicas, distintos analistas han planteado que su rol es más bien complementario a otras herramientas tradicionales. “Lo poderoso es la potencia de fuego combinada de la artillería y los drones”, enfatizó un comandante ucraniano que se presentó como “Aquiles” en conversación con The Economist. Cabe precisar que estos se utilizan principalmente para misiones y operaciones específicas, no así para elaborar estrategias basadas únicamente en ellos. “Es decir, si quieren destruir artillería enemiga, los mandan para que cumplan ese objetivo, pero no en el concepto de una guerra (de drones como tal). O sea, ellos dicen: ‘Primero usamos los drones, luego hacemos esto, etc’”. Mientras se desarrollan nuevos avances en el campo de los drones, Zelenski ha seguido insistiendo a sus aliados occidentales la importancia de que faciliten recursos y armamento para enfrentar a los rusos, De hecho, a principios de agosto del 2024, valoró la llegada de aviones F16 - usados y dados de baja en Occidente - “para continuar con sus labores de defensa”, pero admitió que todavía no es suficiente el número que poseen ni la cantidad de pilotos preparados que tienen para utilizarlos. “Lo positivo es que esperamos F16 adicionales” subrayó, calificando la entrega de esos ejemplares “como el inicio de una nueva etapa de desarrollo” para su aviación, negándose a reconocer que la guerra ya esta perdida, más aun con la victoria de Donald Trump que lo obligara a negociar con Moscú... ni aviones ni drones podrán salvarlo del destino que le espera.