TIEMPO RE@L

domingo, 6 de abril de 2025

THE WALL STREET JOURNAL: ¿Qué efecto tienen los aranceles de Donald Trump en el mundo tecnológico?

Como sabéis, el presidente estadounidense Donald Trump bautizo el miércoles 1 de abril como el “Día de la Liberación” dando a conocer en su discurso en la Casa Blanca una serie de mega aranceles que serán aplicados a todos los países del mundo - transformando el orden global como lo conocemos - como una vía para proteger su industria nacional. De acuerdo a su plan, el uso expansivo de gravámenes hará que las fábricas vuelvan a trasladar la producción a Estados Unidos y generar una “nueva era dorada para la economía” del país. Pero detrás de esa promesa se esconde un movimiento que amenaza con sacudir los cimientos del sector tecnológico a nivel mundial. La mayoría de los gigantes de la industria en EE. UU., como Apple o Nvidia, dependen en gran medida de los países a los que se aplican fuertes aranceles para fabricar sus dispositivos, ensamblar sus componentes o mantener los costes bajo control. Esta medida incluye un arancel base del 10% para todas las importaciones, con tarifas específicas más elevadas para ciertos países: 32% para Taiwán —excluyendo semiconductores—, 46% para Vietnam y 26% para India, entre otros. El caso de China es todavía más alarmante, ya que los nuevos gravámenes del 34% se suman a las tasas del 20% que ya estaban vigentes. La medida es vista como una ofensiva directa contra el gigante asiático, al que Trump acusa de “robar la tecnología y la industria de Estados Unidos”. India se libra parcialmente, con un gravamen menor, del 26%, lo que podría reforzar su posición como nuevo centro de producción para compañías como Apple o Google. Como podéis imaginar, la decisión de Trump no ha tardado en verse reflejada en las acciones de las Big Tech. Empresas como Apple, Amazon y Nvidia experimentaron caídas tras el anuncio, reflejando la preocupación del mercado. Y no es de extrañar: la compañía de Cupertino, por ejemplo, depende en gran medida de la manufactura en China - ensambla la mayoría de sus iPhone en fábricas chinas gestionadas por Foxconn - y Vietnam, lo que podría incrementar sus costes operativos. Esto, irremediablemente, tendrá un impacto en los bolsillos de los usuarios. Según datos de la industria, Foxconn ensambla más de 50 millones de iPhone al año, dispositivo que supone más de la mitad de los ingresos globales de Apple. La firma de Cupertino había comenzado a diversificar parte de su producción hacia India y Vietnam, moviendo la fabricación de productos como los iPad, los Apple Watch o los AirPods. Pero el anuncio de Trump podría forzar una aceleración de estos planes. Trump también ha eliminado la exención “de minimis”, que permitía importar productos valorados en menos de 800 dólares desde China o Hong Kong sin pagar aranceles. Este cambio afecta directamente al modelo de negocio de plataformas como Temu, Shein, eBay, Etsy o Amazon, que aprovechaban ese vacío fiscal para ofrecer precios muy competitivos. La medida podría encarecer miles de productos que los consumidores compran online y cambiar por completo la dinámica del comercio electrónico internacional. ¿Qué productos tecnológicos podrían encarecerse por los aranceles de Trump? Además del mencionado caso de Apple y sus iPhone, o del efecto en la cesta de la compra cuando buscamos productos en Amazon, Temu o Shein, hay un caso que ha sido sonado y que ha recogido hasta el propio Financial Times: el de la nueva Nintendo Switch 2. Sucede que Nintendo acaba de presentar oficialmente su nueva consola Switch 2. Aunque la compañía japonesa había trasladado parte de su producción desde China a Vietnam hace poco más de un año para evitar las tensiones comerciales previas, y también produce en Camboya algunos accesorios, los nuevos aranceles de Trump vuelven a ponerla contra las cuerdas. Esto significa que el precio de venta de la Switch 2 en Estados Unidos podría subir significativamente respecto a las previsiones iniciales, ya que los costes logísticos, fiscales y de importación serán mucho más altos que hace apenas unos meses. Por si los aranceles a países productores no fueran suficientes, la administración Trump ha subido la apuesta este 2 de abril con nuevas tarifas específicas para sectores clave de la industria manufacturera. El mensaje es claro: Estados Unidos va a ser proteccionista también con los materiales esenciales para fabricar tecnología. Uno de los anuncios más polémicos ha sido el arancel adicional del 25% al aluminio, un componente presente en carcasas de ordenadores, chasis de sobremesa, sistemas de refrigeración líquida (AIO), disipadores, estructuras de portátiles y carcasas de consolas. Fabricantes de tarjetas gráficas, como Nvidia o AMD, y de equipos preensamblados ya alertan de una inminente subida de precios que afectará al usuario final. Pero el aluminio es solo el principio. La lista de materias primas afectadas por los nuevos aranceles incluye otros elementos como tierras raras, litio, cobalto, silicio o acero. Se trata de materiales críticos en la fabricación de procesadores, pantallas, baterías, memorias, placas base, sensores, chips y componentes optoelectrónicos, lo que implica que cualquier producto electrónico moderno se verá afectado de forma directa. Más allá del impacto directo sobre las empresas, economistas y analistas advierten de los riesgos macroeconómicos. La decisión de Trump podría aumentar la inflación global, dificultar el acceso a tecnología y ralentizar la innovación. Y, a medio plazo, fragmentar aún más la economía global. Es decir: lo que los expertos vaticinan es que vamos a ver una subida generalizada e impresionante de los precios, tanto en el sector tecnológico como en prácticamente todos los ámbitos económicos. Desde consolas hasta smartphones, desde componentes hasta software en la nube, desde dispositivos básicos hasta infraestructura crítica: todo va a costar más… Y esto es solo el comienzo, ya que según los analistas, este agresivo paquete de aranceles es solo el primer paso de una compleja estrategia bautizada como el 'Acuerdo de Mar-a-Lago', que buscaría forzar un nuevo paradigma económico mundial, depreciar el dólar y renegociar la deuda estadounidense. La teoría fue concebida en junio del 2024 por el economista húngaro-estadounidense Zoltan Poszar, que arrojó la idea de que Washington podría coaccionar a países aliados a aceptar esos objetivos presionándoles con amenazas como la aplicación de gravámenes comerciales o la expulsión del paraguas de seguridad estadounidense. En septiembre un analista de inversiones llamado Steven Miran empleó ese pensamiento para articular una estrategia más exhaustiva que pasó prácticamente desapercibida hasta que en diciembre Trump decidió nominar al propio Miran para presidir su Consejo de Asesores Económicos. El plan argumenta que la fortaleza del dólar, convertido en divisa de referencia de las reservas de los bancos centrales de todo el mundo, está detrás de la destrucción de empleo y la desinversión que ha encajado durante décadas el sector manufacturero estadounidense. Trump se ha propuesto revivir ese sector que desde los 70 ha perdido fuerza ante la deslocalización y la globalización, pero cuya promesa de devolver al brillo de antaño permitió al republicano captar millones de votos en las presidenciales del 2016 y el 2024. Según esta teoría, la destrucción del tejido industrial y la pérdida de competitividad han dejado a EEUU expuesto a depender de las importaciones y a resignarse a aceptar las mercancías de mercados exteriores como China, que además mantiene su divisa artificialmente devaluada para inflar su músculo manufacturero. A este panorama se suma una de las grandes obsesiones trumpistas; el coste excesivo que Washington soporta para apoyar militarmente a sus aliados en el mundo y cuyo incremento anual corre paralelo al crecimiento de la deuda pública estadounidense. La activación de aranceles de manera generalizada sería uno de los primeros pasos para solventar este problema, según la teoría de Miran en el 'Acuerdo de Mar-a-Lago', que Poszar bautizó así inspirándose en el 'Acuerdo del Plaza' de 1985, un encuentro en el hotel Plaza de Nueva York en el que EEUU, Reino Unido, Francia, Japón y Alemania convinieron debilitar el dólar. Esgrimiendo la posibilidad de rebajar los aranceles y amenazando con el fin de su protección militar, Washington tendría poder negociador para exigir que algunos países 'desdolaricen' sus reservas y canjeen sus bonos del Tesoro por títulos a 100 años o sin vencimiento no negociables que a la postre aligeren el coste de financiamiento de EEUU. Todo el que no acepte las exigencias estadounidenses quedaría expuesto a amenazas militares (en el caso de los aliados tradicionales de Washington) y a un copioso volumen de tarifas aduaneras anunciadas el 2 de abril, las más altas desde 1908. A partir de aquí los gravámenes que queden en pie contribuirían por una parte a desincentivar las importaciones de determinados países y a incrementar la inversión de capital extranjero en suelo nacional, reavivando el músculo industrial de la decadente ex- primera economía mundial. Pese a no tener carácter oficial y constituir un esquema que pondría en riesgo el paradigma económico de los últimos 80 años, Miran sigue asesorando a Trump y el rumbo marcado esta semana por el mandatario, que sorprendió con unos aranceles más altos de lo esperado, cada vez más expertos en Wall Street se toman en serio la posibilidad de que el 'Acuerdo de Mar-a-Lago' sea un manual para un nuevo mundo, así también afecte a las magnates tecnológicos que lo arroparon en su asunción al mando - Musk, Bezos, Pichai y Zuckerberg - que han tenido billones de dólares en pérdidas. Los no presentes aquel día también están sufriendo en sus carnes los rigores de la nueva política comercial internacional de la administración Trump. Es el caso de Apple, que desde el jueves pierde un 18,09%, aproximadamente 632.320 millones de dólares. En tanto, Microsoft, la compañía fundada por Bill Gates, tampoco levanta cabeza con Trump: ha perdido un 16,09% de su valor (cerca de 512.892 millones de dólares). Pero la tecnológica Nvidia sufre un batacazo de época: desde la toma de posesión de Trump, su valor ha caído un 31,49% (que puede traducirse en 1,05 billones de dólares. En total, los llamados Siete Magníficos del sector tecnológico acumulan pérdidas de 4,2 billones de dólares con las políticas de Trump, al que varios de los nombrados apoyaron para volver a la Casa Blanca... Ellos también deben sacrificarse, para que EE.UU. “vuelva a ser grande otra vez”
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.