Se acerca uno de los días más esperados por los niños: el de la llegada de los Reyes Magos cargados de regalos, y las más pedidas a no dudarlo son los robots mascotas . Sin embargo, lo que nadie sabe es que estos guardan en su interior un oscuro secreto. En efecto, desde que el año pasado ciertos robots infantiles ofrecidos en Amazon capaces de hablar con los niños, podían grabar las conversaciones y almacenar esta información de forma injustificada, la lista de juguetes bajo sospecha no ha hecho más que ampliarse. La alarma salto en septiembre debido a los preocupantes fallos de seguridad que presentan algunos artículos conectados a Internet dirigidos a los pequeños de la casa, especialmente el perro inteligente WowWee Chip, el cual aunque está fundamentalmente dirigido a los niños, hace alarde de bastante inteligencia artificial, sobre todo si lo comparamos con un juguete normal, por lo que es muy requerido en Amazon. Al igual que una mascota real, es capaz de reaccionar a las acciones de los humanos, e incluso responder cuando se aplaude o se le acaricia (lo que en WowWee llaman GestureSense). También puede reconocer rápidamente la voz de amo, que no es poca cosa. Chip también puede inspeccionar y reconocer su entorno inmediato, gracias a una visión de infrarrojos. Cuando se enlaza con un teléfono inteligente a través de Bluetooth Low Energy, se obtiene un mayor control de la mascota robot, pudiendo incluso jugar a la pelota con él con un balón especial. Al igual que un Roomba, cuando Chip tiene poca energía, se solo a su estación de carga. Además, si usas una muñequera conectada, puede seguirte a todas partes. La Inteligencia Artificial de Chip, sin embargo, le otorga ni solo el potencial de unirse efectiva y afectivamente con los niños y es que a través de la interacción continua, cada mascota robot puede ser entrenado para reaccionar de forma única con un propietario en particular. Lo peligroso de todo es que se ha descubierto que esta clase de robots teledirigidos que se manejan con el móvil, almacenan datos sin autorización de sus propietarios y son vulnerables a un posible hackeo. Es por ello que se ha aconsejado a los padres a modo de advertencia que mientras no se resuelvan estos problemas, no deben comprar este tipo de juguetes inseguros. Y, si ya los tienen, que procuren estar siempre presentes cuando sus hijos jueguen con ellos y se aseguren de desconectarlos al terminar de usarlos. Asimismo, es necesario que las autoridades investiguen los hechos y tomen todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad y privacidad de los menores. Actualmente, en varios países europeos como Alemania, Noruega y Francia, se han abierto investigaciones que han ocasionado su retiro del mercado. Es mas, la Comisión Nacional de Informática y Libertades de Francia dio un ultimátum a la compañía de Hong Kong que los fabrica a que tiene dos meses para adaptarlos a la ley sobre la protección de datos personales, si quieren que se levante la medida. Las autoridades alemanas prohibieron asimismo el mes pasado la venta de smartwatches para niños y recomendaron su destrucción. En cualquier caso, la agencia recomienda a los padres que los adquirieron y desean conservarlos, desconectar las cámaras de los juguetes conectados o taparlas con una cinta adhesiva si no se van a usar para evitar ser vistos en caso de que un extraño se haga con el control del dispositivo, comprobar si pueden captar la voz e imagen, dónde se almacena, y revisar la política de privacidad para saber qué permisos se conceden sobre esos datos y a quién. Pero no solo los niños están expuestos, también los adultos. Hace unos días saltó la polémica con la línea de juguetes inteligentes para adultos Lovesense. Un usuario de Reddit dio la voz de alarma al comprobar que un vibrador que se controla a distancia mediante una aplicación móvil grabó un audio la última vez que lo usó. Al parecer, el archivo se creó y almacenó sin autorización del dueño. El fabricante señaló que se trata de un pequeño fallo ‘que solo afecta a la aplicación para usuarios de Android y que en ningún caso el archivo se reenvía a los servidores de la firma asiática responsable del producto’. Y esto es solo la punta del iceberg. Por lo visto, hasta los ‘inocentes’ juguetes nos espían. La cuestión es ¿hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que se inmiscuyan en nuestra vida privada? :(