TIEMPO RE@L

domingo, 23 de junio de 2013

APPLE Y SAMSUNG: Cuando tu móvil es tu espía

Datos de una persona, su domicilio, su DNI o incluso sus movimientos son fáciles de rastrear. Las operadoras de telefonía o los fabricantes de terminales disponen de exhaustiva información sobre nosotros. Pero ¿pueden utilizarla? Bajo el pretexto de la “seguridad nacional”, el Gobierno de EE.UU. tuvo vía libre para acceder a las cuentas de millones de usuarios de todo el mundo. El escándalo de espionaje ha reabierto el debate sobre la protección de datos. Este caso recibe su legitimidad de la no menos controvertida ley estadounidense FISA (Foreign Intelligence Surveillance Act), que permite espiar sin orden judicial. La Agencia Nacional de Seguridad (NSA, siglas en inglés) de EE.UU. recoge a diario registros de llamadas telefónicas de millones de clientes de la operadora de telefonía Verizon, en virtud de una orden judicial secreta. Este hecho, ha demostrado, por primera vez, que bajo la Administración del renegado musulmán Barack Hussein Obama, se han efectuado registros de comunicaciones de millones de ciudadanos norteamericanos de manera indiscriminada y sin tener en cuenta si los autores de las llamadas han cometido algún delito. Así ha quedado demostrado que los operadores de telefonía, compañías tecnológicas y servicios en Internet se han convertido en un contenedor de información extremadamente detallada de muchas personas, cuyos hábitos en los últimos años han cambiado de manera considerable y no son conscientes del daño que pueden sufrir. Microsoft y Apple saben mucho, pero Google lo sabe absolutamente todo. Las operadoras [telefónicas] saben infinitamente menos; la operadora puede saber una dirección IP determinada, pero se puede saber mediante la intervención de un juez, pero es una información menos sensible. Una operadora es capaz de «saber» el momento en el que se conecta un abonado, pero no va «guardando nuestro historial de hábitos» a diferencia de una red social como Facebook, que cuenta con más de 1.100 millones de usuarios en todo el mundo. Es por ello que los expertos cuestionan el programa de vigilancia al considerar que se podría ir más allá de la mera consulta de datos para prevenir delitos. «¿Quién me garantiza que solo lo van a mirar temas de terrorismo? ¿Hasta qué punto que esa información se está utilizando para la vigilancia de terrorismo y no para buscar algo relevante de temas públicos?», es la pregunta que muchos se hacen.La “seguridad nacional” ha prevalecido sobre la privacidad de datos en este controvertido proyecto. A través del sistema operativo Android, que se encuentra en dispositivos como Samsung o HTC, el gigante de Internet Google es capaz de recopilar una ingente cantidad de datos de un determinado usuario, en tiempo real, en cualquier lugar. «Tenemos que ser conscientes que estos servicios tienen problemas de seguridad y estas compañías se someten a una legislación distinta de la nuestra, que es menos protectora de la privacidad. Estas se ubican en EE.UU. donde no tienen la privacidad regulada, por tanto, los abusos pueden ser importantes», señala un experto. «No hay una protección de un derecho fundamental como es la privacidad con la misma solidez que la tenemos en Europa. Allí [por EE.UU.] está subordinada a otros derechos, estaría un plano inferior como la seguridad nacional», aseveró. Por ley, nuestros gobiernos obligan a las compañías a guardar el registro de las llamadas y también todos los servicios de Internet, así como su actividad. Que nos están escuchando, eso ocurre. Lo que nos puede preocupar, es qué usos se dan de esos datos. En su estrategia por distanciarse del Prism, las grandes compañías de Internet han venido revelando los datos que fueron solicitados por el gobierno estadounidense y han tratado de demostrar que “desconocían” por completo este programa. Es sabido que las autoridades policiales piden a diario datos a las compañías telefónicas y a las redes sociales, pero si lo hace por medio de un juez, no hay porque preocuparse pero, el problema es que lo hagan sin pedírselo. La pregunta es ¿cual es el límite? ¿Hasta dónde puede llegar su paranoia? :(
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