Es indudable que el establishment tras su contundente derrota en las elecciones de noviembre y a días de que Donald Trump asuma la presidencia, ha desatado una intensa campaña de desinformación a través de los medios de comunicación en manos de poderosas corporaciones judías - especialistas en tergiversar la historia - tanto en EE.UU. como en Europa, pretendiendo desprestigiar tanto al propio Trump como al equipo que lo rodea con una serie de historias inverosímiles, intentando presentar una falsa narrativa de los hechos, como si fuera la “verdad absoluta”. Los dardos están dirigidos en primer lugar - que duda cabe - contra Elon Musk, cual influencia en el nuevo inquilino de la Casa Blanca los tiene muy nerviosos. Al respecto, uno de esos medios - alemán por cierto - ha publicado un extenso artículo difamatorio contra el dueño de X, queriendo dar a entender que es nada menos que es “un agente al servicio de Rusia y China por lo que es un riesgo para la seguridad de los EE.UU.”. A que ya no saben que inventar. Aun así, por ser de interés, os presentamos traducido y entrecomillado ¿vale?: “Al parecer, según numerosas entrevistas y comentarios, Vivek Ramaswamy - quien dirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental junto con Musk- en algún momento pensó que lo era. En mayo del 2023, Ramaswamy llegó a afirmar públicamente: ‘No tengo motivos para pensar que Elon no saltará como un mono de circo cuando Xi Jinping lo llame en su hora de la necesidad’, en referencia al líder de China. En otra publicación de X, dirigida a Musk, escribió: ‘EE. UU. necesita líderes que no estén en el bolsillo de China’. Desde entonces, Ramaswamy se ha retractado de sus numerosas críticas públicas a Musk, pero tenía razón al expresar su preocupación. Según reportes de prensa, Musk y su empresa de cohetes, SpaceX, están siendo objeto de revisiones federales por parte de las Fuerza Aérea, la oficina del inspector general del Departamento de Defensa y el subsecretario de Defensa para Inteligencia y Seguridad por no facilitar detalles de las reuniones de Musk con dirigentes extranjeros y otras posibles violaciones a las normas de seguridad nacional. Estas supuestas violaciones son tan solo el principio de mis preocupaciones. Los negocios de Musk dependen en gran medida de China. Pidió prestados al menos 1400 millones de dólares a bancos controlados por el gobierno chino para ayudar a construir la gigafábrica de Tesla en Shanghái, que fue responsable de más de la mitad de las entregas mundiales de Tesla en el tercer trimestre del 2024. China no suele regalar cosas. Las leyes del país estipulan que el Partido Comunista puede exigir información a cualquier empresa que haga negocios en China, a cambio de su participación en los mercados del país. Esto significa que los negocios de Musk en China podrían obligarlo a proporcionar información clasificada sensible obtenida a través de sus intereses empresariales o de su proximidad al presidente electo Donald Trump. Ninguna agencia federal lo ha acusado de revelar este tipo de material, pero, como dijo Ramaswamy, China ha reconocido que las empresas estadounidenses son volubles. Y añadió: ‘Si Xi Jinping dice ‘salten’, ellos dirán: ‘¿Qué tan alto?’. La relación de Musk con los dirigentes chinos podría resultar un problema para la seguridad nacional estadounidense, dado que SpaceX tiene casi el monopolio de los lanzamientos de cohetes de Estados Unidos. Estados Unidos está inmerso en una intensa carrera espacial con China. En una entrevista del pasado mes de mayo, el general de división Gregory Gagnon, jefe adjunto de operaciones espaciales para inteligencia de la Fuerza Espacial estadounidense, dijo que nunca ha habido un desarrollo comparable a lo que los chinos están intentando en el espacio - ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial - y que ‘un adversario que se arma tan rápido es profundamente preocupante’. Lo último que necesita Estados Unidos es que China cuente potencialmente con una forma más fácil de obtener información clasificada de inteligencia y seguridad nacional. Musk ya tiene un historial de complacer al Partido Comunista chino. Se deshizo en elogios hacia Xi para conmemorar el centenario del partido. En el 2022, ganándose el agradecimiento de los funcionarios chinos, defendió al partido argumentando que Taiwán debería convertirse en una región administrativa especial de China. En mayo del 2023, Musk aparentemente dijo a Qin Gang, entonces ministro de Asuntos Exteriores chino, que Tesla se oponía a que Estados Unidos se desvinculara de China, afirmando que los intereses estadounidenses y chinos están ‘entrelazados como hermanos siameses’. Aunque asegura ser un defensor de la libertad de expresión, Musk fue el primer extranjero que contribuyó con un artículo a China Cyberspace, una revista dirigida por la agencia de censura de internet del régimen comunista. Chris Stewart, excongresista republicano y miembro de alto rango del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, a quien al parecer Trump pensaba proponer como director de inteligencia nacional, en una ocasión presionó para que se celebraran reuniones informativas a puerta cerrada sobre los vínculos de Musk con China. La elección de Trump para secretario de Estado, el senador Marco Rubio, quien anteriormente acusó a Tesla de encubrir al Partido Comunista chino, presentó un proyecto de ley para impedir que la NASA y otras agencias federales concedieran contratos a empresas vinculadas a China o Rusia. La cuestión ahora es si el gobierno entrante de Trump se tomará en serio este riesgo. Musk es uno de los principales asesores de Trump. Es posible que Trump haya llegado al punto de rechazar una medida presupuestaria bipartidista del Congreso porque no tenía el sello de aprobación de Musk. En noviembre, tras su elección, Trump viajó a Texas para ver el lanzamiento del Starship de Musk. Eso está bien, pero no hacer nada para garantizar que el aparato espacial estadounidense siga estando a salvo de posibles vulnerabilidades no lo estaría. Las preocupaciones Musk-China podrían ser solo el principio. En una carta enviada en noviembre al fiscal general Merrick Garland y al inspector general del Pentágono, dos senadores demócratas pidieron que investigaran la ‘fiabilidad de Musk como contratista del gobierno y titular de una autorización de seguridad’ debido a sus conversaciones con Vladimir Putin y otros funcionarios rusos. En otra carta, los senadores pidieron al secretario de las Fuerzas Aéreas, Frank Kendall, que reconsiderara el ‘papel desproporcionado’ de SpaceX en la integración espacial comercial de Estados Unidos. Kendall respondió que, aunque tenía prohibido legalmente hablar del caso de Musk, compartía sus preocupaciones. Si las investigaciones federales revelan conexiones profundas con China y Rusia, el gobierno federal debería considerar la revocación de la autorización de seguridad de Musk. Ya debería estar pensando en utilizar alternativas a los servicios de lanzamiento de SpaceX. El hecho de que Musk haya gastado 250 millones de dólares para ayudar a reelegir a Trump no le da a la Casa Blanca entrante licencia para ignorar los riesgos que podría plantear para la seguridad nacional.Si Trump y las personas que ha nombrado van en serio con lo que dicen de ponerse duros con los adversarios de Estados Unidos, entonces tomarán cartas en este asunto sin demora. Hay demasiado en juego para ignorar lo que tienen delante” puntualiza la nota. Menuda hipocresía de quienes escriben el artículo, ya que gritan a los 4 vientos las reuniones que habría tenido Musk con Putin y Xi Xiang, pero a su vez, no dicen una sola palabra acerca del judío George Soros, que es el verdadero peligro para la humanidad, tal como lo detallo acertadamente la Primera ministra italiana Giorgia Meloni: “Musk no es un riesgo alguno, pero la financiación de partidos por parte de Soros es una clara interferencia peligrosa. Entonces, ¿el problema es que Elon Musk es influyente y rico o que Musk no es de izquierdas?", preguntó. Y no le falta razón. A seguir llorando, que serán cuatro años muy largos en el desierto...