¿Un nuevo ejército acaba de nacer en pleno siglo XXI? Ante el descubrimiento reciente de virus informáticos que, en su momento, atacaron sistemas de entidades gubernamentales, surgen dudas sobre si estamos o no ante una guerra cibernética.Un eventual escenario en el que bombas, cañones y obuses ceden paso a potentes armas que se fabrican mediante Internet; mientras que, en vez de soldados, existen hackers que vulneran cualquier sistema a favor de gobiernos dispuestos a pagar por ello. Al menos, esa es la definición que dieron especialistas en seguridad informática, según la revista MIT Technology Review, luego del hallazgo de Stuxnet en el 2010, que para distintos analistas significó un punto de quiebre al marcar el inicio de lo que sería una nueva clase de guerra. Como sabéis, Stuxnet es el nombre del troyano creado por Israel que atacó las plantas de enriquecimiento de uranio de Irán. Le siguió Flame (2012), uno de los malware más dañinos descubiertos hasta la fecha y volvió a afectar a naciones de Medio Oriente como Irán y Siria; Gauss (2012), un virus que infectó a ordenadores de esa misma zona y que era capaz de espiar transacciones bancarias y robar datos confidenciales; y Careto (2014), que logró infiltrarse en máquinas de organismos, instituciones y firmas de 30 países. Diversos analistas coincidieron en que, dado al nivel de sofisticación con que se crearon esos virus, el responsable solo podría ser un país, o varios, - como Israel y EE.UU. - determinados a atacar a través de las redes a otros. De modo que solo podría tratarse de una ciberguerra. Aunque el término se ha proliferado desde Stuxnet, Dmitry Bestuzhev , director del equipo de Investigación y Análisis para América Latina de Kaspersky Lab , no se aventura con las definiciones. Según afirma, para que ocurra una guerra cibernética, debe haber una de corte convencional.“Los escenarios acontecidos hasta ahora pueden calificarse como campañas de ciberespionaje, donde el atacante apunta a infiltrar sistemas confidenciales y extraer datos sensibles; o cibersabotaje, donde busca infiltrar una red y luego destruir o alterar el funcionamiento de un sistema”. El criptógrafo Bruce Schneier muestra una posición similar. Como recoge la BBC, para el autor, las amenazas de una guerra cibernética son exageradas y, el uso inadecuado del término podría llevar a mayor confrontación estatal en la red. Lo cierto es que, según un informe de McAfee publicado en 2009, países como Israel, Rusia, Estados Unidos, China y Francia aumentan progresivamente sus arsenales de ‘armas cibernéticas’. Ahora bien, luego de que en 2013 Edward Snowden destapara las operaciones de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), otros documentos secretos del gobierno de EE.UU. fueron filtrados.Los archivos se refieren a sofisticadas armas computacionales, con capacidad de infiltrar sistemas de seguridad gubernamentales, extraer información y sabotear infraestructuras fundamentales para el funcionamiento de un país. Eso sin dejar huella. De lo que no cabe duda es que la estrategia de defensa de una nación no depende ahora solo de aviones, tanques y soldados; se concentra cada vez más en ordenadores, redes y profesionales capaces de emplearlos. Para Dmitry Bestuzhev, analista de Kaspersky Lab. los escenarios a los que podría conllevarnos un eventual ataque cibernético dependen solo del atacante. “Si se propone a causar un daño irreparable a una sociedad, podría lanzar ataques destructivos a sistemas de servicios básicos; o al sector financiero sustrayendo los activos de un país y dejando el sistema colapsado” concluyó.